
Movilización campesina en Oviedo. Foto / Eloy Alonso.
Xuacu Rodríguez, Héctor Piernavieja y Luis Román (Somos Asturies). En el año 2000, Asturies contaba con 22.004 cotizantes a la Seguridad Social dentro de la agricultura y la ganadería, en el año 2012 únicamente quedaban 12.701. Estos datos evidencian una auténtica crisis de un sector que debería ser clave para poder desarrollar una soberanía alimentaria y, a pesar de ello, ¿se ha abierto el preceptivo debate para paliar esta situación?
A diferencia de muchos otros temas, en los que parecen imposibles los consensos entre las diferentes fuerzas políticas, parece ser que en este sentido la Junta General ha tomado cartas en el asunto. Todas las fuerzas políticas han pactado un Plan de Gestión del Lobo identificándolo como el principal peligro para la ganadería asturiana. Salvados.
El problema viene cuando nos ponemos rigurosos y miramos los datos. De las 486.829 cabezas que sumaban el ganado bovino, caprino y ovino en el año 2010 (pese a ser información pública, no es fácil acceder a datos más recientes), el número de cabezas pagadas por la Administración asturiana fue de 3.382, lo que supone en torno al 0,7%. Recientemente se publicaban los datos oficiales relativos al Parque Nacional de Picos de Europa para el año 2013, donde la incidencia de predación del lobo sobre la cabaña ganadera se mantiene en el 0,7%. Entonces, ¿quién se está comiendo al sector? Quizás debamos mirar menos al bosque y más a los despachos.
Solo así se entiende que únicamente escuchemos hablar de la Consejería de Agroganadería para cazar lobos -con el eufemismo de controles de población- o montando circos mediáticos como en el caso de la osa Molinera. Nada se habla, ni nada se trata del coste de la alfalfa o el petróleo, del sobrepastoreo o la desaparición de determinadas vegas, de las cuotas a pagar por el aprovechamiento de pastos comunales o de la incesante subida de gastos que conllevan las explotaciones ganaderas.
No se habla de los problemas, sino que se crean cortinas de humo. Según el SERIDA, una vaca puede tener una rentabilidad anual que ronda los 86 euros. ¿Cómo puede así sobrevivir el sector?
Las políticas que se desarrollan sumen a la ganadería en una dinámica subsidiaria que en la práctica es una soga al cuello para la dignidad del trabajador. El 65% de los ingresos de una explotación de carne de vacuno pueden llegar a provenir de fondos europeos. A la gente que madruga y trabaja cada día con sus animales no le gusta vivir de ayudas. No se necesita caridad, sino políticas que permitan a los y las profesionales del sector desarrollar su trabajo con dignidad.
La nueva PAC, la Política Agroganadera Común, que invertirá 400.000 millones de euros en siete años, ahonda en este modelo. De subvencionar la producción se pasará a subvencionar la posesión. Si antes las ayudas llegaban en función del número de cabezas de ganado que tuvieras, ahora llegarán en función de las hectáreas que poseas. Un modelo muy alejado del aprovechamiento de los pastos comunales asturianos hecho sin conocimiento de la realidad asturiana, que incentiva la posesión en vez de la producción. Con ella llegarán en torno a 85 millones que darían para atacar muchas problemáticas.
Y sin embargo, en vez de abrir un amplio debate que contribuya a identificar y solventar las causas del declive del sector, la vieja política se centra en el electoralismo. El encendido debate público en torno al lobo es una prueba de ello; se obvia toda la producción científica de reconocidos biólogos sobre el tema, donde estudios robustos, tanto locales como internacionales, apuntan a que los controles poblacionales en lobos provocan un aumento de los daños que estos causan sobre el ganado. El lobo caza en grupo, y matarlo altera su estructura social.
Así, la Asturies clientelar, la que muere, lo hace polarizando el debate entre conservacionistas y profesionales de la ganadería, promoviendo actuaciones que no son más que gasolina que incendia aún más el enfrentamiento, y que perjudican tanto a la conservación del patrimonio natural como a un sector del que lo que interesa son sus votos, desechando la alternativa de la soberanía alimentaria.
Contrapuesta a esta Asturies, hay otra que está naciendo, cansada de estar polarizada, y ha decidido ocupar la centralidad política para aprovechar colectivamente la inteligencia de unos y otros, recuperar nuestro presente, ganar nuestro futuro y proteger el tesoro inmaterial que supone la riqueza natural asturiana.
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