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Sergio Damas: “¿Quién se va a plantear venir a Asturias?”

Sergio Damas era el investigador principal y representante de los trabajadores de Soft Computing de Mieres. Foto/ Iván Martínez.
Sergio Damas (Granada 1972), profesor de la Universidad de Granada, dejó su ciudad en 2006 para incorporarse desde los inicios al Centro Europeo para el Soft Computing en Mieres. Llegó de la mano de Óscar Cordón, catedrático de la Universidad andaluza e investigador principal de la unidad de Lógica Difusa en el centro mierense, quien le propuso como investigador asociado para darle apoyo dentro de su equipo. Una vez que Cordón salió del centro en 2011, Damas pasó a ser reconocido como investigador principal, continuando con la labor iniciada por su antecesor. Lo que supuso sería un salto de calidad en su carrera se ha visto frenado en seco por la situación vivida en el centro de investigación, por la falta de apoyo no solo económico, sino también a la investigación como motor dinamizador.
Aunque nunca se habló de cerrar el centro de Soft Computing, sino de un ERE, la salida del patronato de la Fundación Liberbank arrastró también al Gobierno del Principado, decidiendo acabar con un centro creado a imagen y semejanza del fundado en California por el fundador de la Inteligencia Artificial, Lofti Zadeh. Y que contribuía a mantener a España entre las cuatro potencias en este campo de la ciencia. Pendientes de la resolución de acuerdos y demandas judiciales, este importante centro investigador ya ha cerrado sus puertas.
Elena Plaza / Periodista.
¿Qué le ofreció Mieres?
Cuando me contaron lo que se quería hacer en Mieres pensé “qué cosa más bien pensada”, porque se podía pensar que era un chiringuito más del PSOE para sus cuatro amiguetes. Pero si salté de la Universidad de Granada con una plaza fija a Asturias es porque me atrajo muchísimo cómo estaba concebido el centro y las perspectivas de futuro. Vi la oportunidad de dar un salto profesional y contribuir a algo que se crea desde cero. La estructura contemplaba cinco unidades de investigación, cada una dirigida por un investigador principal y un investigador asociado, que sería su mano derecha, más los investigadores postdoctorales y predoctorales, el personal de apoyo, un gerente, un director general y un comité científico internacional, que era el que supervisaba las unidades de investigación. Llegamos a ser 50 trabajadores, con una representatividad del 50% de investigadores internacionales y primando entre asturianos los puestos de apoyo.
¿Por qué este centro en España y en Asturias en particular?
A lo largo de las últimas décadas España se ha ganado un prestigio internacional en el área del soft computing impresionante, estando entre las cuatro potencias mundiales. Y eso prácticamente no lo conoce nadie, pero es una realidad. Granada es un importantísimo centro del soft computing en España y su Escuela de Informática está entre las ocho más importantes de Europa. El creador de esta rama de conocimiento, Lofti Zadeh, tenía la ilusión de que se creara un centro similar al de California en Europa, y Enric Trillas, doctorando suyo y padre del soft computing en España, vio la oportunidad. Coincidió con Manuel Menéndez, se lo propuso y surgió la posibilidad de crearlo en Asturias. Cajastur, por la razón que fuera, dio una oportunidad vía Fondos Mineros, más allá de lo que puedan ser carreteras, edificios, museos… ¿Por qué no pensar destinarlos a infraestructuras de investigación?
Se supone que el objetivo de los Fondos era la reindustrialización.
La justificación estaba clara: vamos a convertir lo que eran minas de carbón en una rama específica del soft computing, la minería de datos (datamining). La ubicación no es casual y tenía sentido que fuera en Mieres, con la implicación de la Universidad, que no nos ha regalado nada. Fuimos un centro independiente y pagamos religiosamente los alquileres que nos impuso. Y bien cobrado incluso en los peores momentos, lo que dice más bien poco de su apuesta, como el hecho de que el rector, al saber que cerrábamos, ofreciera las dos plantas que quedaban libres. Empezamos absolutamente de cero y llegamos a generar anualmente más de la mitad de nuestro presupuesto. El centro se autofinanciaba hasta cierto límite y luego había que hacer aportaciones. Y eso los patronos lo sabían. Esto no era una empresa que pretendiera ser rentable. Aquí la rentabilidad se tiene que medir necesariamente en otros parámetros. Esto se ha dejado morir. Y provoca perplejidad en el soft computing: haber logrado tanto en tan poco. Éste no era un sitio donde colocabas a tus cuatro amiguetes, aquí hay investigadores de todo el mundo y para ello se hacían convocatorias internacionales, y te quedabas con los mejores.
Liberbank se desentiende
Con esta proyección internacional, ¿cómo puede Liberbank o el Principado decidir tan alegremente?
Para el Comité Científico íbamos por el buen camino, y son muy críticos. En el patronato había un representante del comité científico que tuvo que dimitir porque no estaba de acuerdo con cómo se estaban haciendo las cosas y se sentía ninguneado. Inicialmente se pusieron 12 millones de euros previstos para el funcionamiento en torno a seis años, pero nos pilló la crisis, el cambio de Cajastur a Liberbank, los recortes permanentes al sector público… Las aportaciones de Liberbank siempre fueron testimoniales y el grado de compromiso de los patronos fue el que fue. El Principado se esforzó por seguir contribuyendo al centro, pero se sabía que era insuficiente mientras Liberbank siempre tenía excusas. Llegan las elecciones y se deja la patata caliente para el que llegue. Un dato importante es que desde el Principado se nos animó a solicitar unas ayudas exclusivas para centros tecnológicos o en trámite de serlo, una consideración que estuvimos cerquísima de conseguir el año que lo solicitamos. Conseguimos la ayuda de 2013 y en la de 2014/15 el nuevo equipo del Principado dice que no cumplimos la normativa y se nos revoca la de 2013, que ya estaba gastada. Pero lo que me escama es la postura de Liberbank. Quien aporta los fondos es la Fundación Liberbank, presidida por Menéndez. Al final es una decisión del banco. Liberbank podía haber puesto fondos más que suficientes para que el centro funcionara y no le ha dado la gana. Sus razones no son filantrópicas, sino fiscales, de imagen…
¿No hay unas aportaciones establecidas?
En los estatutos fundacionales únicamente se habla de la aportación inicial a la que se compromete la Fundación Cajastur y el Principado vía Fondos Mineros, pero no de aportaciones subsiguientes. Hubo ciertas aportaciones del programa “Asturias” o convocatorias no competitivas en las que tanto el Principado como marginalmente Liberbank aportaron al centro. Nosotros no concurrimos a ningún programa regional, y así se nos dijo, para no hacerle la competencia no solo a empresas, sino a otros centros tecnológicos. Por ser un centro con una proyección internacional teníamos la posibilidad de conseguir fondos de mayor cuantía vía financiación europea, mucho más difíciles de conseguir, o nacionales. A mí lo que me importa de todo esto es cómo puede ser que una aportación inicial de 12 millones de euros quede en lo que ha quedado siendo un centro internacional de prestigio.
¿Qué pasa cuando se echa el cierre a un centro de estas características?
Hay proyectos que hemos tenido que frenar en seco. El escenario de cierre nunca se planteó, solo el ERE. Y hubo que informar a los socios de la situación y quedar entre mal y peor. A nivel de investigación de proyectos es una cosa, pero la cosa cambia en productos: tenemos un programa de identificación forense que utilizan en México al que se daba soporte a nivel informático desde el propio centro. Ahora mismo no pueden utilizar ese software. Después de mucho esfuerzo a nivel de investigación, desarrollo, comercialización… al año de vender las dos primeras licencias a unos clientes ilusionados les dices que esto se cierra. El coste de la licencia no fue barato. Y tenía sentido que fuera así para rentabilizar la investigación del centro. Y yo soy el máximo responsable de esa línea de investigación. ¿Cómo quedo yo en lo personal para volver a México y decir que se cierra? Se pierde mucho con el cierre. Era un motor que estaba funcionando muy bien y se va al garete con la inversión importante que se hizo. Si realmente hubiera habido voluntad política de mantenerlo se hubiera hecho. Por la razón que solo ellos sabrán no han querido. ¿Hay vuelta atrás? Ya hay mucha gente de la plantilla que está trabajando en otros sitios. Para el resto no sería fácil volver tal como está la cosa: ni de broma veo a Liberbank poniendo dinero. Y a ver qué parte del acuerdo que firmaron cumplen Principado y Liberbank, al que veo absolutamente desentendido de todo.

Sergio Damas volvió a Granada. Foto/ Iván Martínez.
El daño se hace al investigador, pero también a las marcas Asturias y España.
Y eso no se cuantifica… Hay que evaluar si el centro es rentable no solo en cuanto a ingresos, sino también en proyección: a ver en cuántos artículos científicos aparece el Campus de Mieres, con todos mis respetos… Desde el punto de vista del marketing es un intangible que vale dinero. Nosotros hemos ayudado a un montón de empresas de Asturias y de fuera a sacar un montón de cosas; si realmente valoras el tejido productivo que pretendes crear, al final te estás cargando a un dinamizador de todo eso. Potenciamos que haya empresas que inviertan en investigación puntera, que es una fórmula válida para crear tejido productivo, regenerar la zona… Pero eso tampoco se valora. Te quedas solo en los números. Si se quería otra cosa, haber recogido en el acta fundacional el tema de la rentabilidad, pero en ningún caso estaba formulado así. El software forense genera ingresos para mantener no solo a mi gente, sino a todos los que nos daban soporte. Mi unidad de investigación era 120% rentable. Cierran la unidad porque les da la gana.
Excelencia internacional
¿Están los centros de investigación gestionados por aquellos que no saben lo que es realmente la I+D+i?
La investigación tiene áreas que son menos productivas económicamente y otras más cortoplacistas por decirlo de alguna forma. Hay que saber hacer balance y nosotros teníamos diferentes objetivos desde el punto de vista de la investigación. Un área fundamental es tener publicaciones, y publicaciones punteras, eso es reconocimiento internacional de primer orden a la labor que desarrollas, junto con las estancias internacionales. Eso tiene un peso específico y un valor: conseguir proyectos con unas inversiones determinadas.
El consejero decía que tenían que haber cambiado su estrategia de trabajo.
La pregunta es ¿qué tipo de centro queremos? Si lo que se quiere es converger a un centro tecnológico… quizás era una de las opciones que había que haber planteado. Antes de este consejero hubo otro que conocía la situación, y tenían representación en el patronato. ¿Qué quiere decir con esto? ¿A quién nos lo está diciendo, a los investigadores, a sus ex compañeros…? ¿O es que no han sido capaces de implementar una solución? No han valorado la posibilidad de mantener en otro centro un departamento de soft computing o análisis de datos… Tampoco se puso encima de la mesa. ¿Qué quiere decir que teníamos que habernos reconvertido, que en este momento no se podía, o que no había intención de hacerlo?
Manuel Menéndez llegó a negar en la Junta General del Principado el nivel de excelencia del centro.
El centro de Soft Computing, mientras se mantuvo la financiación, llegó a ser un centro de excelencia internacional, tal y como se pretendía en los estatutos fundacionales. Eso se demuestra, entre otras formas, con el premio que recibió en 2012 de la IEEE Computatinal Intelligence Society, la mayor organización mundial de ingenieros especializados en Inteligencia Artificial. Estábamos en lo más alto de los centros de excelencia internacional y simplemente nuestros patronos nos dejaron caer… Por supuesto, hay muchos otros indicadores que demuestran objetivamente que el centro alcanzó ese nivel de excelencia que el propio Menéndez le niega. Eso es muy diferente a que fuera un centro con capacidad de autofinanciarse al 100%, cosa que nunca se pretendió.
Y luego dicen que quieren promover el retorno de talentos.
Lo que ha quedado palmario en la comunidad científica es una falta de compromiso bastante patente. ¿Quién se va a plantear venir a Asturias? Si tuviera que aconsejar me fiaría mucho más de otro sitio que de Asturias, pese a que quiero a Asturias y he llorado mucho. La gestión de todo esto ha sido patética. En septiembre nos notificaron el primer ERE y desde entonces el desgaste psicológico ha sido total. Y todavía no sabemos si vamos a tener derecho a nuestro finiquito, y quien está detrás de todo esto es el Principado y Liberbank. Lo menos que podían es tener un poco de respeto por el acuerdo que hay y por los trabajadores implicados. Eso lo hemos echado de menos sobre todo en Liberbank, que en ningún momento se ha puesto en contacto con nosotros. Liberbank ha dejado caer esto conscientemente, premeditadamente y para bien o para mal se le consintió. No hay otra cosa.
¿Qué es el soft computing?
La Inteligencia Artificial se divide en dos grandes ramas: la parte hard o dura, y la soft o suave, blanda. El hard computing se puede asociar a todos estos dispositivos que se integran en el ser humano a modo de prótesis biónicas (visión artificial, audición…) o la parte robótica para emular al ser humano.
El soft computing se refiere a la forma que tenemos los humanos en general de resolver problemas mediante nuestro razonamiento. Desde ese punto de vista se definen una serie de técnicas basadas en resolución de problemas: unas representan el conocimiento, otras el razonamiento, otras las soluciones aportadas… Por ejemplo, cualquier conductor para aparcar no se baja del coche y mide el hueco para saber si el coche encaja o no. O se sabe cuándo uno está enfermo por determinados síntomas. En esto se basan los sistemas de ayuda al aparcamiento o de diagnóstico de enfermedades.
En concreto el soft computing analiza cómo la mente representa el conocimiento por un lado y por otro cómo resuelve problemas, incluso la naturaleza. Las aplicaciones del soft computing están tan integradas en el día a día como pueden ser los sistemas de gestión de flotas logísticas, el tren bala de Tokio o la tecnología fuzzy logic de las lavadoras. General Electric, cuyo director de investigación presidía el comité científico del centro mierense, llevaba el mantenimiento de los motores de aviones o Rolls Royce con aplicaciones de soft computing.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 43, MARZO DE 2016

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