
Imagen: Wikipedia
Por Herón de Alejandría. De todas las retroformas aprobadas por el Gobierno del millonario presidente, el recorte a los derechos sanitarios de inmigrantes en situación no regularizada -colectivo compuesto por aquellos desesperados y desesperadas que quieren trabajar pero no pueden y no son Messi ni Cristiano Ronaldo- es, probablemente, la que tendrá mayor impacto en nuestra sociedad, que poco a poco se va convirtiendo en el erial frío e insolidario que sirve de mantillo para la ley de la selva, tan querida por los mal llamados liberales.
Se escudan los salvadores de la sanidad pública en el gasto que supone un tipo de picaresca denominado turismo sanitario, en el que malvados extranjeros procedentes de la Pérfida Albión saquean el sistema de consultas, condenando la cartera de los españoles de bien y provocando interminables colas de ancianitos y ancianitas en cada consulta. Gracias a la ministra Mato, la patria está salvada.
La norma debería tener excepción; nada le hubiera costado al Estado incluir un apartado para que uno de los colectivos más desfavorecidos y maltratados pudiera seguir acudiendo a consultas. Pero no hay piedad para el foriatu en la tierra de Españistán, donde la rectificación suele acontecer con el primer muerto encima de la mesa. A veces, ni eso.
A la pobreza le faltan muchas cosas, a la avaricia todas.
Publio Siro.
Hubo un tiempo en el que prestar ayuda a los necesitados era considerado una obra de caridad, digna de buenas personas y honrosa para el tejido social. Ahora la compasión nos vuelve débiles; vergonzantes convertidos al buenismo, derrochadores tontos que buscan el bien ajeno antes que el propio. Ahora, el silencio resuena en el púlpito, tan atronador como las diatribas contra el aborto que muchos tertulianos radiofónicos y miembros del clero vertieron en sus sermones dominicales.
Cuando sea mayor, quiero ser conservador. Seguir creyendo a pies juntillas en la solidaridad, la empatía y el humanismo. Ser un pobre tonto y ayudar a quien pide, en lugar de un tonto pobre que entierra los talentos junto a su conciencia. Hace falta más caridad cristiana y algo de cuidado con los que un día lo habrán de tener con nosotros.
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