
Los Príncipes durante su visita a la clínica de los Fernández-Vega en
Oviedo / Foto de Mario Rojas.
Xuan Cándano / Periodista
El Príncipe Felipe cumplirá el próximo miércoles cuarenta y cinco años y, aunque aspira como es natural a llegar al trono, su hoja de ruta y sus actuaciones públicas delatan una evidente desorientación, que aumenta la incertidumbre sobre la sucesión. Los monárquicos, confesos o conversos, están muy preocupados porque no ven claro que puedan algún día celebrar la coronación de Felipe VI.
Salpicado por los escándalos de su cuñado y de su propio padre, afectado por las broncas familiares que lo han separado de sus hermanas, aislado en una Casa Real donde no hay más mando que el del Rey Juan Carlos y preocupado por las encuestas que evidencian la desafección de la ciudadanía, y sobre todo de los jóvenes, con la Monarquía, el Príncipe Felipe intenta buscarse un hueco en la vida pública y clarificar su futuro, pero de momento sigue dando buenas noticias a los republicanos. 
Su reciente visita a Asturias es el último ejemplo. En una sola y vertiginosa jornada, Felipe y Leticia visitaron por la mañana el macrogeriátrico del Montepío Minero en Felechosa, una obra pagada con 31 millones de euros de los fondos mineros que está bajo sospecha por las curiosas y estrechas relaciones entre el constructor Juan Antonio Fernández y el presidente de la sociedad, el dirigente del SOMA-UGT José Antonio Postigo. Bien está que la Casa Real eche un cable en la desesperada campaña del Montepío para evitar un gravísimo problema económico, porque en el centro solo hay 70 residentes y tiene capacidad para casi 300. Pero si los Príncipes querían soltar un guiño a la agonizante minería, sin tener que avalar una operación tan cuestionada, tenían otras muchas opciones, sin llegar a seguir los consejos de Willy Toledo, que acaba de decir en Asturias que «está muy bien que vayan a inaugurar residencias y monumentos, pero no les vimos aquí cuando los mineros estaban en lucha».
Y por la tarde visitaron en Oviedo el Instituto Oftalmológico de los Fernández-Vega, una familia muy vinculada al PP que gestiona un centro privado que ya ha gozado varias veces de la presencia de la familia real, cuyos miembros también acuden como pacientes. Que los Príncipes den así su apoyo a la medicina privada, cuando la ofensiva del PP en varias Autonomías amenaza al modelo público español, que pasaba por ser modélico, es como poco inoportuno. Y más en una Autonomía como Asturias, donde los servicios públicos tienen una cierta tradición de eficacia, entre ellos la sanidad, que puede presumir de centros e investigadores punteros, como el bioquímico Carlos López Otín. ¿Quién asesora a los Príncipes? ¿Carecen de información o la reciben sesgada?
Ya sabemos que las Monarquías, y sin duda la borbónica española, van siempre de la mano de las clases dirigentes y una de sus misiones básicas es facilitar negocios a banqueros y grandes empresarios. ¿Pero hace falta exponerlo abiertamente, sin ningún tipo de disimulo? Cualquiera diría que a los Príncipes los asesora un gabinete de republicanos.
JULIETA
domingo, 27 enero (2013) at 21:38
¡Deja, deja! No des ideas, deja que se vayan estrellando poco a poco.