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Atlántica XXII

Un diputado del PSOE asturiano afronta un juicio por cohecho, pero no dimite

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Un diputado del PSOE asturiano afronta un juicio por cohecho, pero no dimite

Quico TSJA 7 IM

Francisco González saliendo de declarar en el Tribunal Superior de
Justicia de Asturias. Foto de Iván Martínez.

Xuan Cándano/Periodista

La decisión era esperada, casi inevitable, pero no por ello está
apareciendo en las filas del PSOE asturiano una cierta sensación de
pánico. El Tribunal Superior de Justicia de Asturias ha abierto juicio
oral, con jurado popular, al diputado autonómico socialista Francisco
González, que se tendrá que defender de un presunto delito de cohecho
o exacciones ilegales. Había sido denunciado por el sargento de la
Policía Local de Cudillero, Iván Flórez, por el llamado «Caso de los
chiringuitos», una trama de cobros ilegales a los policías por vigilar
durante las noches veraniegas en la zona de copas del puerto de este
pueblo marinero.

Hace ya tiempo el PSOE asturiano había anunciado que Francisco
González, conocido popularmente como Quico, tendría que dimitir si era
acusado formalmente, la doctrina oficial de la dirección del partido,
que se acaba de aplicar a si mismo el exministro José Blanco. Pero
ahora el PSOE asturiano guarda un silencio sepulcral sobre el caso, al
igual que el propio Francisco González y el gobierno monocolor
socialista del Principado.

Desde el partido se limitan a indicar que aún hay cinco días de plazo para recurrir la decisión del juez Ignacio Pérez-Villamil, pero ni siquiera sabían esta mañana si tiene intención de hacerlo el diputado. Y también es evidente que la decisión judicial ya es irreversible y que el recurso no es más que un trámite. El
gobierno asturiano, en boca de su consejero de la Presidencia y
portavoz, Guillermo Martínez, también eludió el tema esta mañana al
término del Consejo semanal que celebró en Oviedo. Y Quico, siempre
tan locuaz, está ilocalizable.

En el PSOE se ha pasado de la preocupación por el «Caso Quico» a una
cierta sensación de pánico. A Quico se le buscó un asiento en la Junta
General o parlamento asturiano para protegerlo con el aforamiento, en
previsión de lo que ahora se ha confirmado. Sus 21 años como alcalde
de Cudillero, casi siempre con mayoría absoluta, dejaron un reguero de
querellas, algunas por prevaricación, que aún deben ser dilucidadas
por la Justicia. Quico, un alcalde populista y enérgico que fue
ultraderechista en el tardofranquismo y en los primeros tiempos de la
Transición, es ahora una bomba de relojería para el PSOE. Se siente
aislado y abandonado por su partido. Sus relaciones con el presidente
Javier Fernández se han enfriado, al igual que las que mantiene con la
ejecutiva de la Federación Socialista Asturiana. Hasta con su sucesor
en la alcaldía de Cudillero, Gabriel López, ha acabado mal.

Y los miedos en el PSOE a ver a Quico insubordinado o en el grupo
mixto son también por la situación de inestabilidad política que
volvería a generarse en Asturias, que hace un año tuvo que afrontar
unas elecciones autonómicas anticipadas. El escaño de Francisco
González por la circunscripción occidental llegó tras el recuento de
los votos por correo de los emigrantes, que tuvo que ser avalado por
la Junta Electoral Central y el Tribunal Constitucional debido a
denuncias de Foro Asturias. Al obtener ese escaño, que perdieron los
casquistas, el PSOE se aseguró la mayoría suficiente para gobernar en
Asturias con el apoyo de Izquierda Unida y UPyD.

«El Caso Quico» coincide con el pleno extraordinario que esta tarde
nombrará alcalde de Cudillero, gracias a la mayoría absoluta del PSOE,
a Ignacio González, un militante socialista afín a Francisco González
que ni siquiera iba en la lista electoral. Tras la dimisión de Gabriel
López hace tres meses ningún concejal socialista quiso acceder a la
alcaldía y esa negativa insólita aupará a Ignacio González, licenciado
en Ciencias Políticas y empleado municipal, al sillón de mando de un
concejo que vive una auténtica fractura social por su crisis
municipal.

El paso de imputado a acusado de Francisco González también ha sido
acogido hasta ahora por el silencio por el resto de los partidos, a
los que la irritación de los ciudadanos con la clase política y con la
corrupción parece generar un cierto gremialismo. Todos, menos UPyD que
solo obtuvo un diputado, tienen fantasmas en sus armarios y asuntos
turbios en los que actúa o husmea la Justicia. Y eso une mucho, al
menos en los silencios. Especialmente elocuente es el de Izquierda
Unida. Hace apenas unas semanas su coordinador en Asturias, Manuel
González Orviz, pedía la dimisión de Quico. Ahora la dirección de la
coalición no opina. Solo hace unos días que el Tribunal Superior de
Justicia decidió imputar al portavoz de IU en la Junta General, Ángel
González, por fraccionar de manera supuestamente ilegal unos contratos
para colocar monolitos de la Memoria Histórica. González, apoyado por
Orviz frente a las críticas de amplios sectores de IU Asturias, no
dimitió ni tampoco se apartó de la portavocía mientras se aclara su
responsabilidad judicial.

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