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Atlántica XXII

La mina de oro provoca un conflicto social en Tapia (Asturias)

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La mina de oro provoca un conflicto social en Tapia (Asturias)

Manifestación en Tapia contra la mina de oro durante la constitución del nuevo Ayuntamiento. Foto / Tania Cascudo.

Manifestación en Tapia contra la mina de oro durante la constitución del nuevo Ayuntamiento. Foto / Tania Cascudo.

Tapia de Casariego, en el extremo occidental costero de Asturias, siempre fue un concejo tranquilo, de vida sosegada a pesar del turismo y unas relaciones sociales muy cordiales entre sus vecinos, quizá por la influencia de Galicia, una Autonomía menos dada a la confrontación.

Pero la irrupción en el concejo de una multinacional canadiense dispuesta a explotar el rico yacimiento de oro que dejaron los romanos, que pasa por ser uno de los mejores del mundo, ha acabado con la paz virginal de Tapia, originando un conflicto social que divide abiertamente al vecindario. La crisis ha llegado incluso al Ayuntamiento, provocando un cambio en la Alcaldía.

Esta situación se analizó en el número 26 de ATLÁNTICA XXII, aparecido el pasado mes de mayo. Reproducimos ahora el artículo.

UNA MULTINACIONAL MINERA GOBIERNA EL AYUNTAMIENTO Y CAMBIA AL ALCALDE

Orocracia en Tapia

Aurora Soto y Xuan Cándano / Periodistas.

Es discutible si las multinacionales mandan en el mundo, aunque no hay duda de que el poder financiero impone las políticas de los Gobiernos. Pero en Tapia de Casariego hay poca discusión sobre las causas de la crisis municipal que acaba de derribar a un alcalde independiente. En el Ayuntamiento quien decide a la sombra es la multinacional canadiense Asturgold, que quiere explotar en el concejo una mina de oro.

También es discutible si la mina de oro de Salave, en terrenos que ya explotaron los romanos, contaminará los recursos naturales de Tapia, un concejo virginal con excelentes explotaciones ganaderas y buenos recursos turísticos. Pero no hay duda de que, antes de inaugurarse, el proyecto minero ya ha contaminado peligrosamente a la sociedad tapiega, radicalmente dividida entre partidarios y detractores, algo que ha provocado un verdadero enfrentamiento vecinal en una zona, el Occidente de Asturias, que siempre huyó de la cultura de la confrontación.

El dinero todo lo contamina y ningún mineral representa mejor que el oro los desgarros humanos que provoca. Es un proceso lento y laborioso, como el que exige la obtención de un lingote, pero parece inexorable.

Campaña de imagen

Cuando Asturgold anunció su intención de explotar en Tapia el oro que dejaron los romanos se encontró con una oposición vecinal casi masiva. Las casas y las fincas se llenaron de pancartas en contra y pronto surgió la Plataforma “Oro No”. Pero entonces la enorme crisis actual apenas se vislumbraba y los criterios ecológicos se imponían a los económicos.

Beneficiada por la recesión y el desempleo galopante, la estrategia de la multinacional fue calando poco a poco, como el orbayu en los prados atlánticos donde se instalará la mina. El dinero y las presiones políticas fueron allanando obstáculos. La empresa instaló una oficina en Tapia y empezaron las primeras contrataciones, aunque un número muy reducido comparado con las 500 prometidas cuando se inicie la explotación. De una campaña de imagen, con centenares de firmas de vecinos favorables a la mina, se encargó la empresa de comunicación ubicada en Oviedo de Nicanor Fernández, trotskista en su juventud y más tarde jefe de gabinete en la Presidencia del Principado con el socialista Pedro de Silva. Pronto surgió otra plataforma vecinal: “Trabajo Ya, Mina Sí”.

Las dos Plataformas coinciden a veces manifestándose en la calle, sin que estalle la tensión como en las redes sociales. La presidenta de “Trabajo Ya, Mina Sí”, Magdalena Gómez, rechaza los enfrentamientos vecinales y solo desea que la mina obtenga los permisos y comience a funcionar “sin atajos ni atrasos innecesarios”. Su marido acaba de entrar a trabajar en la compañía minera a media jornada.

Manifestación en Tapia a favor de la mina de oro. Foto / Mario Rojas.

Manifestación en Tapia a favor de la mina de oro. Foto / Mario Rojas.

En la Plataforma “Oro No” prefieren no manifestar ninguna opinión a esta revista, aunque sus miembros aseguran que se sienten acosados por la multinacional. Estiman que el destrozo medioambiental que sufrirá la zona con la mina será irreversible y podría acabar con las mejores explotaciones ganaderas de Asturias, además de espantar al turismo. Y todo por unos pocos años de actividad y empleos efímeros.

¿Quién echó a Cuco?

Ganada la batalla de la opinión pública local, o al menos equilibrada, a Asturgold le faltaba la del Ayuntamiento, aunque el permiso para la explotación minera es competencia autonómica.

En las elecciones municipales de hace dos años obtuvo la alcaldía Manuel Jesús González, un independiente y ex militante del PSOE que encabezaba la candidatura Alternativa por Tapia y al que los vecinos llaman Cuco. Su oposición a la mina fue una de las causas del éxito electoral que facilitó su acceso al poder municipal, sellado con un pacto con el PSOE.

Cogió el bastón de mando, pero Asturgold ya comenzó a arrebatárselo casi desde la sesión de investidura. La oposición se unió para recusar al alcalde e impedirle intervenir en la tramitación del proyecto de la multinacional, una decisión insólita en el municipalismo. Para ello fue básico el apoyo del concejal socialista Ernesto Maseda, que fue por ese motivo expulsado del PSOE y figura desde entonces como edil tránsfuga. Maseda, secretario de Ayuntamiento en Pesoz, es socio en un despacho en Ribadeo del presidente de operaciones en España de Asturgold, el tapiego Francisco Javier López-Cancio.

Maseda, junto a los concejales del PP, también apoyó unas enmiendas al Plan General de Ordenación Urbana del concejal de Foro Asturias, Guzmán Fernández, que según Cuco solo pretenden beneficiar a la compañía minera. Prosperaron, aunque el abogado del plan redactor del PGOU las considera ilegales y absurdas. Guzmán Fernández tiene a un sobrino geólogo trabajando para Asturgold.

Esta “contaminación” del PGOU fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Cuco, que dimitió el pasado mes de marzo. Dice que se vio “obligado” por su aislamiento político y que en sus dos años en la alcaldía “la única conversación que tenía con la oposición era que tenía que negociar lo de la mina”. Tras su dimisión se produjo la de la portavoz municipal del PP, Zulema Sánchez, que alegó motivos personales, aunque para nadie es un secreto en Tapia que soportó un verdadero calvario personal en estos dos años, siempre con la mina como fondo. Le llegaron a arrojar una zorra muerta a la puerta de su casa. Zulema tiene una hermana contratada por Asturgold que antes fue empleada en el Ayuntamiento, donde cesó cinco días después del acceso de Cuco a la alcaldía.
Del PP es el nuevo alcalde, Enrique Fernández, que llega al cargo aupado por la misma oposición que derribó a Cuco, que para algunos se va derrotado y para otros por “una estrategia bien pensada”.

El PP de Enrique Fernández gobernará Tapia, donde los populares tenían uno de sus feudos hasta el 2011, con el apoyo de Foro y el tránsfuga Maseda. Y el nuevo alcalde no tiene las reticencias a la mina que no ocultaba su antecesor. Su mayor problema es una deuda de siete millones de euros, una herencia tan envenenada como el cianuro que emplean las minas de oro, que viene del mandato del también popular Gervasio Acevedo, al que sustituyó Cuco.

Asturgold aún no comenzó a obtener oro de las entrañas de la tierra. Pero parece que ya obtuvo una Alcaldía.

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