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Atlántica XXII

Villa lo niega todo y apunta a otros responsables

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Villa lo niega todo y apunta a otros responsables

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De derecha a izquierda, la procuradora Laura Fernández-Mijares, Miguel Ángel Fernández Villa y su mujer, María Jesús Iglesias.

Ayer finalmente José Ángel Fernández Villa tuvo que declarar. Después de que la defensa hubiese solicitado la suspensión del juicio por enfermedad sobrevenida y la prescripción de la mayor parte de los delitos, el tribunal decidió que no había ninguna razón para no continuar con el proceso, y denegó también la petición de la abogada del ex dirigente del SOMA para que Villa declarase el último.

De esta forma, hacia las once y media de la mañana, el ex sindicalista comenzó su declaración en la que negó todas las acusaciones, dejando claro que él nunca había utilizado recursos del sindicato para «fines distintos para los que fui elegido». Eso sí, no perdió ocasión de volcar la responsabilidad de las presuntas irregularidades cometidas en otros, como el contable Juan Cigales o el exsecretario de organización del SOMA-Fitag-UGT Aquilino Ronderos, así como Amalio Fernández, exsesecretario de la junta de Administración del SOMA.

Aunque al principio Villa evidenció problemas para poder escuchar las cuestiones que le hacían, lo cierto es que a medida que fue avanzando la mañana el acusado pareció superar sus problemas de comprensión y acabó respondiendo las preguntas de su abogada, Ana García Boto, de modo fluido.

Aseguró que no daba «crédito a lo que estoy viviendo» y en diferentes ocasiones reiteró que Juan Cigales, Aquilino Ronderos y Amalio Fernández eran los responsables de cualquier tipo de irregularidad que se hubiera producido. Estas tres personas está previsto que declaren hoy.

Sobre los gastos personales en el SOMA, y que ascienden a 434.000 euros, José Ángel Fernández Villa aseguró que «nunca, nunca, nunca» tuvo una tarjeta para él aunque entró en contradicción al afirmar que dicha tarjeta la perdió en ocho ocasiones.

Se justificó aduciendo que los gastos en puros eran «por deferencia» en las reuniones de altos cargos. Los gastos en flores, «por la cultura del sindicato», que tiene este tipo de «detalles» hacia las familias tras un accidente laboral. Sobre los gastos en perfume, afirmó que se trataba de una medida de higiene para la gente que iba a un encierro durante muchos días. También aseguró que la compra del Mitsubishi no era responsabilidad suya, sino de los miembros de la ejecutiva.

En cualquier caso, Villa, que solo respondió a las preguntas de su defensa, se desentendió de todas las acusaciones y afirmó que «la administración del SOMA era un desastre».

 

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