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Atlántica XXII

Vistalegre, el Suresnes de Podemos

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Vistalegre, el Suresnes de Podemos

Pablo Iglesias durante su intervención en la asamblea fundacional de Podemos. Foto / Isabel Permuy.

Pablo Iglesias durante su intervención en la asamblea fundacional de Podemos.
Foto / Isabel Permuy.

Xuan Cándano / Periodista (Vistalegre, Madrid).

Hoy no ha nacido una estrella, porque Pablo Iglesias ya lo era en el firmamento mediático y político, pero el tiempo dirá si ha nacido un partido con un líder capaz de llevarlo a La Moncloa para transformar España. Porque de eso se trata ni más ni menos y esa es la idea que machaconamente transmitió Pablo Iglesias a los 7.500 afiliados de Podemos en la asamblea fundacional del nuevo partido: “Estamos aquí para ganar, para formar Gobierno (….) no nos podemos equivocar”.

El clima fue moderadamente festivo, sin euforias ni rendido culto a la personalidad de Iglesias, aunque nadie pone en duda su liderazgo, a pesar de la división en dos bloques sobre el modelo organizativo. La iconografía nada tuvo que ver con la de la vieja izquierda y los partidos de masas. No había ni una sola bandera. Los gritos, pocos y repetidos: “Sí se puede”, “El pueblo unido jamás será vencido” y “A por ellos”. Y el perfil de los asistentes nada tiene que ver con el del joven parado y airado por la crisis en el que muchos sitúan a los votantes del partido que hoy comenzó a rodar. Había presencia intergeneracional, pero el perfil tipo es el de una persona entre 40 y 60 años. Viejos rojeras curtidos en mil batallas perdidas, que ahora han recuperado la esperanza.

Pablo Iglesias pidió un aplauso irónico “a los que dicen que estamos divididos” y, arropado por representantes de todas las tendencias de Podemos en el estrado, fue secundado por una cerrada ovación. Pero en ese mismo momento también dejó claro que no piensa ceder en el pulso interno por el control de una organización que hasta hoy no lo era. “El consenso es una forma de censura, aquí no hay miedo a discutir”.

Los dos bloques fundamentales que conviven en Podemos están claros desde mucho antes de las elecciones del 25-M. Uno es el núcleo de profesores y politólogos que encabeza el propio Iglesias, con Juan Carlos Monedero, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre. Es el grupo de La Tuerka. El otro bloque se aglutina en torno al partido Izquierda Anticapitalista, donde abundan los trotskistas y veteranos de la izquierda radical. La convivencia entre las dos corrientes nunca fue fácil y ahora el modelo de organización interna evidencia más claramente las diferencias. Los de La Tuerka apuestan por un modelo clásico, un liderazgo firme y una apuesta política interclasista, que aglutine también a sectores moderados irritados con la casta por la crisis y la corrupción. El grupo alternativo que en el congreso fundacional encabeza el eurodiputado Pablo Echenique, y donde se sitúa el sector de Izquierda Anticapistalista, apuesta por un modelo que supera a los partidos clásicos, con más democracia directa y un triunvirato ejerciendo el poder. Una especie de tercera vía encabezada por Dani Ripa, que intentaba aunar en una a las dos propuestas, no salió adelante.

Juan Carlos Monedero saluda a Pablo Echenique en presencia de Iglesias. Foto / Isabel Permuy.

Juan Carlos Monedero saluda a Pablo Echenique en presencia de Iglesias.
Foto / Isabel Permuy.

La decisión final está ahora en manos de los más de 130.000 afiliados a través de Internet, a partir de la próxima semana. Recordando a aquella estrategia de Felipe González con la renuncia al marxismo a finales de los años setenta, Pablo Iglesias amenaza con excluirse de un proyecto que no sea el suyo. Tiene todas las de ganar. Opiniones tan relevantes como la de Santiago Alba Rico así lo indican. El filósofo, al que se sitúa en posiciones próximas a Izquierda Anticapitalista, manifestaba a esta revista al inicio de la gran asamblea que apoyaba a Iglesias, porque “el objetivo es ganar las elecciones”. También alertaba contra los peligros del “exceso de democracia”, una lección que aprendieron muchos de sus protagonistas del 15-M.

Si los pronósticos se cumplen y los de La Tuerka ganan la primera batalla del primer congreso, dentro de unos años podríamos evocar esta veraniega mañana del velazqueño otoño madrileño en el Palacio de Vistalegre como ahora hacemos con el Congreso del PSOE de Suresnes que acaba de cumplir 40 años. Allí nació un partido que protagonizó la historia reciente de España con un líder joven que llegó a La Moncloa. La ilusión que desataron el PSOE y Felipe González acabó en decepción bien pronto y en corrupción, también moral, poco más tarde.

Como con el 15-M, Podemos tiene en el socialismo que se confundió con la derecha y en el fraude del felipismo grandes lecciones sobre los errores que no se deben cometer en política, donde se está para ganar, pero también para convencer.

Pablo Iglesias apuesta tan fuerte que ya advierte de que en breve se puede acabar la fiesta, lo que para algunos será sano realismo y para otros realmente inquietante. Al final de su discurso alertó sobre lo difícil que es gobernar. “Hay que tomar decisiones difíciles que no son agradables”.

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