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Atlántica XXII

Yo iba al mitin de Cañete…

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Yo iba al mitin de Cañete…

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Conocido por los mandos policiales más por mi faceta de activista y agitador social que por la de enviado especial de ATLÁNTICA XXII, este mediodía un grupo de antidisturbios y responsables del PP local me impidieron asistir al mitin del candidato popular en Oviedo, un acto sencillo e íntimo que se desarrolló en la plaza del pescado de Trascorrales, entre aplausos de fans, fuertes medidas de seguridad y gritos indignados de la PAH.

Diego Díaz / Enviado especial.

El candidato Cañete, agasajado con un "culete" en Oviedo. Foto / Pablo Lorenzana.

El candidato Cañete, agasajado con un «culete» en Oviedo. Foto / Pablo Lorenzana.

«Hacéis bien en sospechar, pero te prometo que hoy no vengo en calidad de alborotador», le decía este mediodía a un dirigente del PP ovetense, suplicándole que me dejase pasar al último acto de Miguel Arias Cañete en Asturias. Nada. No hubo manera de convencerles ni a él ni a los policías de que iba en «son de paz». Mi compañero, el fotógrafo Pablo Lorenzana, pudo en cambio acceder al acto, pero yo, desprovisto de carnet de prensa, me tuve que quedar fuera de la plaza del pescado. Un fuerte dispositivo policial rodeaba el lugar del mitin e impedía el acceso al conocido popularmente como «fartódromo» a  algo más de medio centenar de activistas de la PAH que vociferaban contra el PP en las inmediaciones, con gritos como «Violencia es no llegar a fin de mes», «Ni casas sin gente, ni gente sin casas», «Fartones», «Que el próximo parado sea un diputado» o «No son suicidios, son asesinatos», en referencia a las personas que se han quitado en España la vida ante la inminencia de un desahucio. Mientras fuera los activistas clamaban contra la política antisocial del PP, del interior de la plaza me llegaban algunos estímulos sonoros: aplausos y la sintonía del PP, que según su compositor representa «al hombre que está trabajando por su cuenta, sin esperar nada de nadie». También algo así como una psicofonía, cuyo emisor no acerté a descifrar: «En la España de Zapatero…». 

Ovación final, más sintonía del PP a todo trapo, se abren las puertas y el  público, con sonrisa de satisfacción, comienza a salir. Un señor que se presenta como de derechas y del PP, y que apoya «a los chavales que están en General Elorza» (en referencia al CSOA La Madreña, amenazado de desalojo), me dice que muy bien, que Cañete «es un cachondo», y que los periodistas no entienden su sentido del humor, que es un bromista nato. La plana mayor del PP asturiano se despide del campechano millonario, coleccionista de automóviles clásicos  y futuro eurodiputado, y Gabino de Lorenzo, delegado del Gobierno en Asturias, solemne, pone cara de decir «Miguel, para lo que quieras aquí me tienes», mientras en la misma puerta el candidato se monta en un coche que parece llevarlo hacia hacia lo desconocido.

Protesta de la PAH. Foto: Pablo Lorenzana.

Protesta de la PAH. Foto: Pablo Lorenzana.

Celebrado en un recinto  íntimo, como si Cañete fuera una superestrella del rock que quisiera mostrarnos en esta gira su lado más poético y personal, lejos de estadios y multitudes,  sin apenas publicidad, en horario ideal para jubilados y cargos públicos, las 13 horas, el presunto «acto central» del PP en Asturias en estas europeas  viene a demostrar lo que ya sospechábamos, que el partido de Rajoy apuesta por una campaña «minimalista», más pensada para cubrir expediente que para electrizar a las masas, sobre todo después del último patinazo machista «made in Cañete». Si en una ciudad como Oviedo, gobernada desde hace más de dos décadas por el PP, no se han animado a montar un mitin un poco potente, ¿dónde van a hacerlo?

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