
Reunión de la redacción de Atlántica XXII. Foto / Iván Martínez.
“Buenos días: Soy asiduo de su publicación y aunque me gustaría colaborar económicamente no me es posible. Ayer, después de 30 años como autónomo, me apunté a la lista del paro, ya son tres años sin calefacción. Lo que puedo ofrecer es algún cuadro (enmarcado por mí), no son muy grandes por lo que no me importaría ofrecer más de uno”.
Este texto llegó ayer mismo por correo electrónico a la redacción de ATLÁNTICA XXII. Es sencillamente emotivo, pero no más que otros muchos recibidos desde que se inició la campaña de financiación popular para garantizar la continuidad de la revista. También ha habido llamadas, cartas, textos en redes sociales y contactos personales similares de seguidores de la publicación o de ciudadanos preocupados por la salud democrática de la sociedad, que valoran el papel que en su revitalización juega ATLÁNTICA XXII.
Las muestras de apoyo y los gestos de solidaridad son incontables y muy diferentes. Muchos colaboradores pretendieron no cobrar y ceder el dinero de sus colaboraciones a la campaña, a lo que la revista se negó rotundamente: deberían por contra cobrar más por la calidad de lo que aportan. Hubo hasta quien envió dinero a través de cartas con textos cariñosos y halagadores. Y no paran de llegar propuestas e ideas para frenar las pérdidas económicas de la revista. Alguna se tendrá en cuenta y se llevará a cabo incluso tras la conclusión de la campaña, que está en vigor aún exactamente dos semanas más.
Pese a esta ola de solidaridad y apoyo, lo cierto es que las aportaciones económicas para la campaña van por debajo de las previsiones. Es de entender. La situación económica de la población es muy mala y las peticiones de colaboración a través de este tipo de iniciativas por Internet son continuas. Pero hay otra vía de ingresos que compensa en buena parte las limitaciones de la campaña. Las suscripciones se han disparado desde la salida del último número, con el que se inició la campaña. Es una excelente noticia, porque los suscriptores, que ya eran muchos, son el verdadero pulmón de ATLÁNTICA XXII y su fuente de ingresos más importante.
Pero no renunciamos a que en estos quince días que restan la campaña se anime y la recaudación se acerque a lo previsto para cumplir los objetivos: garantizar la continuidad de la revista a corto plazo, mejorar la web y lograr una redacción estable. El plazo finaliza con la salida del siguiente número. Será el 6 de marzo, pero la campaña se alarga hasta el 9 para garantizar que reciban su ejemplar todos los suscriptores, que viven en todas las Autonomías españolas y en algunos países de Europa y América.
Salvar ATLÁNTICA XXII ahora, despejando las dudas sobre su futuro, podría dar paso a nuevos proyectos y ambiciones a medio plazo. El boicot de muchos anunciantes y de la publicidad institucional vetada por el Gobierno asturiano, que son las causas que explican que una revista con gran éxito de ventas y amplio reconocimiento nacional no sea rentable, podrían desaparecer si la sociedad española consigue el impulso democrático que tanto se defiende desde estas páginas.
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