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Atlántica XXII

Compañeru, dame cable

Caso Villa

Compañeru, dame cable

Examen para un plan de empleo en el IES Bernaldo de Quirós de Mieres. En las cuencas el paro juvenil es enorme. Foto / Fernando Geijo.

Examen para un plan de empleo en el IES Bernaldo de Quirós de Mieres. En las cuencas el paro juvenil es enorme. Foto / Fernando Geijo.

Y a ti, ¿quién te metió aquí? Esa pregunta recurrente, tramposa, casi retórica, ha acabado por conquistar el imaginario de toda una generación en Asturias. Una tierra en la que se asume como inevitable la necesidad de un padrino, no ya para triunfar profesionalmente, sino incluso para conseguir un trabajo con el que sobrevivir. Cuenta el tópico que los nacidos en las décadas de los setenta y ochenta en las cuencas mineras asturianas, los hijos de la reconversión industrial fallida, conocen mejor que nadie la dinámica imperante: subvención hueca sujeta a prebendas, paternalismo sindical de carné que marca el caché laboral, políticas de empleo al servicio de los correligionarios. Es uno de los pilares en el ‘revisionismo’ de la reindustrialización asturiana.

Carlos Mier / Periodista.

Año 2004. Polígono Industrial de Sovilla, en Mieres. Omar y Ramón, veinteañeros en paro, concluyen una paradójica jornada laboral. Están cansados y les duele un poco la espalda. Han estado más o menos de pie ocho horas, la mayor parte de ellas barriendo. Llevan mes y medio en fábrica, a lo que hay que sumar los tres meses de formación teórica. El final aún queda lejos, pero hay que aguantar. Los tres euros que cobran al día tampoco ayudan demasiado. El objetivo a corto plazo, conseguir un trabajo. A largo, estabilidad laboral en la industria del vidrio. Pero aún están en el principio. Al cursillo para entrar a trabajar en Rioglass Astur todavía le quedan unas cuantas semanas. Los dos aspirantes se suben en el coche de Luis y emprenden el viaje de regreso al valle vecino, el del Nalón. En el trayecto, algo de radio y largos ratos de silencios justificados. En un momento dado, una pregunta afilada corta el aire: “Oye, Omar, y a ti, ¿quién te metió aquí?”.

2008. Fábrica de STR España, en el Parque Tecnológico de Asturias, en Llanera. Luis Esteban, jefe de turno y uno de los profesionales que fundaron la delegación asturiana de la empresa estadounidense de componentes de paneles solares, al calor del sol de los fondos mineros, pregunta por qué no ha acudido a su puesto de trabajo uno de los empleados de su línea. “Está nevando”, es la respuesta. Luis Esteban observa cómo trabajan otros dos operarios que viven en zonas mucho más montañosas y se resigna. No va a pasar absolutamente nada. La producción y la rentabilidad nunca han sido una preocupación en una empresa con más de 200 empleados cuando, según el criterio de Luis Esteban, con la mitad sería más que suficiente para sacar adelante el trabajo. Pero lo peor aún estaba por llegar. Cuando se terminó el chollo, llegaron los ERE.

2011. El geriátrico del Montepío ultima su puesta a punto y todo parece ir viento en popa. ¿Para todo el mundo? No, obviamente. Ana María, auxiliar de clínica, acude al despacho de la por entonces directora del centro a pedir explicaciones. Ha hecho un curso de formación con compromiso de contratación y no la han escogido. De 26 se quedaban fuera 4. Quiere ver la nota de su examen, pero no es posible. Con cara de circunstancias, la directora le confiesa que ha sacado la puntuación máxima. Ha sido descartada con una calificación perfecta y con una cualificación adecuada al puesto. Casualmente, algunos de los elegidos responden a los siguientes perfiles: mujer de alcalde, hija de secretario general, sobrina de sindicalista e incluso cuñado del chofer de presidente. Ana María comprende en ese momento que ha perdido tiempo y dinero.

Tres situaciones que podrían ser representativas de una situación generalizada, alejadas en tiempo, espacio y forma pero unidas por intrincados cables invisibles. Tirando de estos hilos de la madeja, ATLÁNTICA XXII ha llegado al mismo generador. Una empresa quizás no muy conocida pero que, según todas las opiniones recabadas, jugó un papel fundamental en el entramado de intereses inconfesables creados en torno a los fondos mineros: Hunosa Cabe (Centro de Asesoramiento y Búsqueda de Empleo de Asturias).

Esta sociedad, cerrada en 2012 y participada por Hunosa en un 49%, se encargó, desde su creación en 1998, de ser la receptora de los currículos y de realizar los procesos de selección de empleados en las compañías que contaban con algún tipo de apoyo económico de la hullera pública y de Sadim, su órgano de diversificación económica. Pero, ¿quién era el propietario del otro 51%? La respuesta es GF Consultores, una empresa presidida por una persona a la que todas las fuentes consultadas para la realización de este reportaje -algunas han declinado que su nombre quede reflejado- coinciden en señalar como la piedra angular de la contratación en la reconversión asturiana: Arcadio Álvarez, empresario con más de veinte años de experiencia en el ámbito de la consultoría laboral. En el registro mercantil aparece también ligado a Funerarias Reunidas como consejero e incluso a Alas Aluminium como apoderado entre 2009 y 2011.

La guinda del pastel, las subvenciones. Aparte de participaciones de Hunosa y sus acólitas, GF Consultores tuvo un papel fundamental como “asesor externo” en los recursos humanos de todas las grandes empresas creadas en torno al riego indiscriminado de fondos mineros. Algunas creadas solo y exclusivamente por obra y gracia del chorro de dinero público. Casi todas ya disueltas o en graves problemas. Pero vamos por partes.

Trabajadores de Rioglass manifestándose en defensa de su trabajo. Foto / Fernando Geijo.

Trabajadores de Rioglass manifestándose en defensa de su trabajo. Foto / Fernando Geijo.

Formación: Y a mí, ¿me enchufaría alguien?

De vuelta al coche de Ramón (nombre ficticio) y a su pregunta incómoda. Omar Suárez, natural de Langreo, no sabe muy bien qué responder. Encontró la oferta en el periódico -aún se utilizaba el bolígrafo y aún había empleos que rodear en tinta-, vio que reunía las condiciones -un módulo de mantenimiento industrial y experiencia en el sector- y se decidió a realizar el cursillo, atraído por el compromiso de contratación en Rioglass Astur de un porcentaje alto de los inscritos. Como no podía ser de otra manera, acudió a las oficinas de GF Consultores, en Oviedo, y dejó su currículum. Al poco tiempo le llamaron y comenzó el curso de formación. Una primera parte teórica y una segunda parte en fábrica, trabajando y aprendiendo sobre el terreno. Pero a Omar le bastó un día para darse cuenta de que allí había algo raro. “En la presentación, el primer día de clase, me di cuenta de que, a pesar de no ser yo un lumbrera, era de los pocos académicamente preparados para el puesto; prácticamente un 90% de la gente tenía nula o escasa preparación. Había personas que, con todo el respeto del mundo, habían trabajado tres meses en la carnicería de su tío. Y en la oferta se requería experiencia”.

-Pues no lo sé, a mí no me enchufó nadie -respondió Omar.

-Eso es imposible -replicó Ramón-, aquí todos tenemos un padrino, alguien que te haya metido.

-¿Enchufe para un cursillo?

-Sí -continuó Ramón-, hay una lista en la que vas subiendo o bajando según la conexión que tengas. Lo tienen todo apuntado. Contactos en el SOMA, en CCOO, en el PSOE, hasta en otros partidos. Hay gente que trata de conseguir un enchufe de una categoría más alta para poder subir en la lista y pasar el corte. Es imposible que no tengas una cuña.

En ese momento, Omar comprendió que iba a ser difícil entrar. Existiera o no esa lista, no tenía ningún enchufe, al menos que él supiera. “Entré en una especie de locura, en la que incluso pensé que tenía un padrino secreto, que no me había dicho nada pero que velaba por mí. Pregunté en casa y me dijeron que no habían llamado a nadie, que era imposible”. Omar acabó el cursillo y, como era de esperar, fue descartado. Opina que no escogieron ni a los más preparados, ni a los más trabajadores, pero, incluso años después y con trabajo estable, cierta resignación sigue tiñendo sus palabras. “Era joven y no sabía cómo iba la movida. Después de estos años de reconversión, te vas dando cuenta de cómo funciona todo. Ha sido escandaloso el enchufismo sindical y político. Por lo menos en las cuencas y en las empresas con dinero público, no sé si en el resto de Asturias será igual, pero aquí fue y es algo alucinante. Y se asume. Alas Aluminium, Venturo XXI, Rioglass… todas”.

En cuanto al papel de GF Consultores, Omar lo tiene claro: “Si preguntas a cualquier trabajador que haya entrado en una empresa con fondos mineros en los últimos diez años, cualquiera te podrá decir quién es Arcadio”. Lo hemos hecho. Hemos consultado a más de una decena de trabajadores de seis empresas abiertas al amparo de las subvenciones del carbón y todos han respondido afirmativamente. A alguno incluso se le ha escapado una sonrisa pícara.

Arcadio Álvarez, presidente de GF Consultores. Foto / Fernando Rodríguez.

Arcadio Álvarez, presidente de GF Consultores. Foto / Fernando Rodríguez.

Selección: cortijo residencial del Montepío

La siguiente parada en esta historia nos lleva a la conversación incómoda en uno de los despachos de un geriátrico en Felechosa (Aller): la residencia de mayores del Montepío de la Minería, construida con un aporte de casi 32 millones de euros de fondos mineros, cuya construcción está siendo investigada por la Fiscalía Anticorrupción como una de las aristas fundamentales en el Caso Villa. Allí, Ana (de nuevo un nombre irreal) conversa con la directora. Quiere ver su examen. Con experiencia para el puesto y con el título de auxiliar de clínica, no entiende cómo puede ser una de las cuatro descartadas -de 26-, sobre todo al conocer que ha sacado la puntuación máxima en el examen. 500 puntos. “Había puestos para auxiliar y para camarero”, relata Ana, “y acabó entrando gente de auxiliar que se presentaba para camarero. Es muy ilustrativo que casualmente quedáramos fuera cuatro personas que sí éramos auxiliares de enfermería”.

Ana recuerda parte de elenco de escogidos. “Todo el mundo se conocía. Hacían bromas como si fueran amigos de toda la vida. Había un clima que te hacía pensar que ya estaba todo el pescado vendido”. Y parece ser que al menos algún pez sí estaba muy a gusto en la red. “Al final acabaron entrando los que más o menos tenían vinculación sindical o política, con casos muy flagrantes: la mujer del alcalde de Aller, del PSOE, David Moreno; la hija del ex secretario general  de ese mismo partido en ese mismo concejo, Atilano Castillo; la sobrina del sindicalista de CCOO, Juan Carlos Álvarez Liébana, y el caso que más miga tiene, el cuñado del chofer del entonces presidente del Montepío, José Antonio Postigo”. No en vano, el omnipotente líder depuesto de la mutualidad minera ya había colocado allí a su hija, Patricia Postigo; y a su primo, Carlos Vertedor Postigo, y a la entonces compañera sentimental, Dorina Bischer, en el hotel del Montepío en Roquetas de Mar (Almería). Por no hablar del mandato como director en el macrogeriátrico minero del hijo de José Ángel Fernández Villa, Rolando Fernández, destituido por el sustituto de Postigo, Juan José González Pulgar.

Con todo esto, y con su enfado a cuestas, Ana asegura que fue a ver al presidente de GF Consultores, Arcadio Álvarez, obviamente encargado del proceso de selección a través de CABE. “Arcadio se esforzó mucho por dorarme la píldora, decirme que conocía mi caso y ofrecerme una atención laboral en el futuro, incluso en alguna de sus empresas, algo que decliné porque no me fiaba de él”. También fue a ver directamente al mismísimo Postigo: “El secretario me dijo que no estaba, pero yo vi cómo asomaba la cabeza cuando me iba. Además, cobardes”. Ana recuerda la experiencia, hace ya más de tres años, como algo muy doloroso: “Perdí tiempo y dinero”, sentencia.

El trabajo: STR España, empresa somática

“Si en STR necesitábamos a tres trabajadores en un almacén por turno, imagínate ahora el almacén de la Coca-Cola. Si hacían falta dos jefes por turno en una empresa de 200 trabajadores, piensa ahora los jefes de turno que se necesitarían para atender Arcelor”. Habla Luis Esteban González, ex trabajador, ex jefe de turno y uno de los componentes del primer equipo que se encargó de poner en marcha STR España en el Parque Tecnológico de Asturias, en Llanera, a comienzos de siglo. Un proyecto de capital estadounidense, nuevo y fecundo a golpe de fondos mineros que creció y creció hasta que se hizo insostenible, al menos para mantener “una plantilla artificialmente hinchada”, según González. La crisis y la caída de pedidos en el mercado europeo de la energía solar tampoco ayudaron, y en sucesivos ERE de extinción la multinacional americana acabó por reducir su plantilla en un 60% en 2013. Ahora quedan 71 trabajadores. Luis Esteban ya no está entre ellos.

Conocidos son los casos de ‘estandartes’ de la reconversión minera como Alas Aluminium o Venturo XXI, ya extintas, y en las que la endogamia político-sindical campó por sus dominios -en el caso de Alas Aluminium incluso con cupos sindicales pactados para el SOMA y CCOO, como reveló esta revista en su número 21-, pero casos de empresas menos conocidas como STR también sirven para ilustrar la situación. La historia es la de siempre. “Parecía que las dinámicas asumidas como positivas en la empresa privada, como la rentabilidad, la planificación o el control de la producción para no acumular stock no tenían la más mínima importancia”, señala González. “Empezamos con una plantilla más o menos controlada a base de las necesidades de producción, pero a partir de un momento la cosa se descontroló. La empresa empezó a hacer cosas extrañas, dobló jefes de turno, aumentó líneas de producción, contrató a muchísima gente, compró unas instalaciones adyacentes y la cadena de mando se pobló de jefes”.

STRE está en Llanera, pero su plantilla es de las cuencas mineras. Foto / Iván Martínez.

STRE está en Llanera, pero su plantilla es de las cuencas mineras. Foto / Iván Martínez.

STR España llegó a tener 212 trabajadores en los años ‘buenos’. Al frente de los recursos humanos, otra vez, Arcadio Álvarez y GF Consultores. “Arcadio tenía un poder yo diría que inusitado para ser consultor externo de recursos humanos. Nunca acabé de tener claro su papel en STR”, asegura González, que tenía trato personal con la jefatura.

Uno de los momentos más ilustrativos de la importancia de Arcadio Álvarez y GF Consultores en STR, de la que sigue siendo asesor, fue la compra, en 2008, de la nave de Autotex por parte de STR. La empresa americana fabricante de airbags instalada con fondos mineros duró exactamente cinco años activa, los mismos que se necesitan para no tener que devolver la subvención por la cláusula de mantenimiento de empleo. Cerró en 2006 y 207 trabajadores se fueron a la calle. Al acto de compra, con una inversión de 6,6 millones de euros y foto de prensa incluida, acudieron el consejero de Industria, Graciano Torre, el director de STR, Bernardo Álvarez Plaza, y, sí, Arcadio Álvarez.

“En los años que estuve allí, pocas veces recuerdo que se pusiera una oferta pública en el periódico. Los currículos ya venían impuestos desde arriba”, recuerda González. “Cuando llegaron los ERE, la gente empezó a posicionarse. STR está completamente tomada por el SOMA, y los que habíamos sido críticos con la manera de proceder de la empresa sabíamos que teníamos los días contados. Yo, que no estaba sindicado, era el rebelde. Es el mundo al revés”. Primero vino la bajada de categoría y, finalmente, el despido. “Si tan mal trabajador era, podían haberlo pensado antes de mantenerme casi 10 años de jefe”.

De la ‘quema’ se salvaron algunos. “Sé que más de uno dirá que es casualidad, pero yo estuve allí dentro muchos años y sé cómo trabaja la gente. Mi caso es especial porque yo ocupaba un puesto de mando pero, por ejemplo, no se vio afectado ni por los ERE de suspensión ni por los de extinción un sobrino de José Antonio Postigo, de nombre Benjamín. También andaba por allí Javier Ronderos, hijo del tesorero del SOMA, Aquilino Ronderos, y el sobrino del secretario general del PSOE en Mieres y dirigente del SOMA, Balbino Dosantos. Al final, la gente que se quedó tenía más o menos relación con el SOMA o con el PSOE. Incluso había un trabajador que decía que era primo de Villa. No sé en qué grado. Ese también sigue trabajando”.

Como dato destacable, ATLÁNTICA XXII ha tenido acceso a una lista de los trabajadores que continúan trabajando en STR. En producción, de las 40 personas que han mantenido el empleo en la factoría de Llanera, 29 son oriundos de las cuencas. Los cuatro supervisores de turno también son de las cuencas.

Futuro: ‘revisionismo’ y ‘omertá’

Hacer este reportaje hace unos años sin duda habría entrañado muchos más problemas, pero el Caso Villa parece haber actuado como un catalizador idóneo en el inicio de lo que se antoja como un acto de revisionismo colectivo para valorar las sombras de una reconversión industrial a todas luces fallida. Sin caer en la tentación de poner en duda el profesionalismo de toda una generación de trabajadores, ni mucho menos la limpieza de la totalidad de los procesos de selección de personal realizados en las empresas, comienzan a ver la luz muestras de que la endogamia político-sindical está entre las causas del fracaso de la reindustrialización tras el ‘crack’ carbonero.

Sin embargo, la elaboración de este reportaje evidencia que aún hay reticencias a hablar abiertamente, o al menos a hacerlo sin miedo a que ello pase factura. De todas las fuentes consultadas, que han sido muchas y muy variadas, solo dos, Omar Suárez y Luis Esteban González, han accedido de buen grado a que su nombre aparezca. Algunas han contado su historia con la condición de aparecer bajo seudónimo y otras ni tan siquiera han querido aparecer. Esta revista también se ha puesto en contacto con la empresa GF Consultores y con Arcadio Álvarez, que ha preferido no realizar ninguna declaración.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 36, ENERO DE 2015

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