
Emilio León levanta una alfombra como metáfora frente a la Junta General en Oviedo. Con él están el resto de los candidatos de Somos Asturies, el grupo mayoritario de Podemos en Asturias.
Xuan Cándano / Periodista.
Andalucía y Asturias son los dos graneros de votos del PSOE y por ello las únicas Comunidades Autónomas donde gobierna. Todo indica que tras las elecciones del próximo domingo Susana Díaz seguirá como presidenta, aunque falta comprobar si la crisis del bipartidismo se empieza a manifestar en las urnas en Andalucía, probablemente la Autonomía donde más resista.
Pero en Asturias la dinámica no parece la misma. El Gobierno del Principado también es un feudo socialista, pero el poder del PSOE no es perpetuo desde la restauración democrática como en Andalucía, porque lo tuvieron en fases diferentes dos partidos de la derecha y ninguno de ellos fue el PP, lo que indica el estado calamitoso de los de Rajoy más allá del Pajares.
En los años noventa fue la URAS de Sergio Marqués, una escisión del PP tras la bronca de aquel abogado gijonés ya fallecido con el entonces vicepresidente del Gobierno español Francisco Álvarez-Cascos. Y más recientemente, en 2011, fue el propio Cascos el que accedió al Gobierno con otra escisión de los populares, Foro Asturias. Ambas experiencias fueron efímeras en el Gobierno. URAS es ya pasado. Y el futuro de Foro está en el aire después de que Cascos cediera paso hace unas semanas a una joven diputada de su partido, Cristina Coto, candidata en las autonómicas de mayo.
La demanda de cambio y de regeneración política que llevó a Cascos al Gobierno sigue intacta en Asturias y todos los partidos parecen empeñados de cederle a Podemos ese caramelo electoral. Cascos cometió un enorme error estratégico impropio de su experiencia cuando disolvió la Junta General del Principado y convocó unas elecciones que dieron paso de nuevo a un presidente socialista, Javier Fernández. Sus propuestas de renovación, que calaron por su transversalidad en una sociedad hastiada del inmovilismo y el clientelismo de los socialistas, que gobiernan con el apoyo del PP, carecen ahora de credibilidad. Las encuestas auguran a Foro un fuerte retroceso.
En el PSOE nadie duda de la pérdida de apoyo electoral y los cálculos se hacen en relación a los escaños a perder. Con un líder sin carisma, sin renovación interna y lastrados por casos de corrupción como el Marea y el del exsindicalista José Ángel Fernández Villa, los socialistas podrían perder en mayo su feudo asturiano.
Parecidas nubes negras presagian un nuevo retroceso para el PP, que en Asturias es el tercer partido, con solo diez diputados, que no será fácil que renueve. Su presidenta Mercedes Fernández nunca ganó unas elecciones en su tierra, ni en su ciudad, Gijón, ni en la Autonomía. Tampoco le ayuda la crisis cainita del PP en Gijón, durante años en manos de una gestora y con un reciente congreso invalidado por una sentencia judicial, ni el lastre del Gobierno de Mariano Rajoy, que hace tiempo que resta y no suma para los suyos.
El panorama para IU no es mucho mejor. Asturias es referente histórico, pero no pasa de cinco diputados y su papel siempre fue de muleta de los socialistas, con los que compartió Gobierno en varias ocasiones. En su auxilio llega Gaspar Llamazares, un buen parlamentario, pero con demasiado pasado a sus espaldas como para revitalizar a un partido al que la ola de Podemos está llevando a pique. Y con sus conflictos internos inacabables, cuyo último episodio es la renuncia de ocho candidatos de la lista municipal de Gijón salida de unas recientes primarias.
El diputado de UPyD Ignacio Prendes no tiene otro objetivo que mantener su solitario escaño, tras su enfrentamiento con Rosa Díez y la irrupción de Ciudadanos, aunque el partido de Albert Rivera apenas tiene implantación en Asturias y también exhibe un grave conflicto interno sin haber llegado aún a la Junta General. Está en manos de una gestora tras renunciar a encabezar la candidatura Francisco Gambarte por unos comentarios contra los nacionalistas catalanes en una red social.
Al descrédito de toda la clase política asturiana también ha contribuido esta legislatura que concluye. Las comisiones de investigación puestas en marcha han sido un fracaso y la mayoría finalizaron sin tener siquiera un dictamen que llevar a pleno, la última de ellas la del Caso Villa. Y el Gobierno de Javier Fernández no sacó adelante sus principales propuestas, entre ellas las leyes de buen gobierno y transparencia, tras una tramitación bochornosa y chapucera. También vetó la reforma electoral para acabar con una ley antidemocrática que ahora favorece escandalosamente a los partidos mayoritarios. La regeneración democrática sigue siendo un reto en Asturias.
Con este panorama Podemos parece tener en Asturias más posibilidades de llegar al gobierno que en ninguna otra Comunidad Autónoma española. Fue la Autonomía donde más apoyo electoral cosechó en las europeas del pasado mes de mayo. Tampoco tiene la competencia de los nacionalistas y buena parte de ellos se integraron en sus filas, aunque paradójicamente la histórica demanda de cooficialidad para la lengua asturiana no está de momento en su agenda.
Paso a paso, sin que falten tensiones internas, sobre todo en Gijón y en Cudillero, los jóvenes activistas del partido de Pablo Iglesias han puesto en marcha la organización, han propuesto candidaturas atractivas que debe refrendar la ciudadanía en elecciones primarias y tienen posibilidades de gobernar incluso en Oviedo, el feudo del PP asturiano desde hace dos décadas.
Salvo sorpresa mayúscula en las primarias que se inician hoy y donde compiten cuatro candidatos, su cabeza de lista en las autonómicas será el físico Emilio León, un activista veterano con las ideas claras y la lengua fina. Tiene la misma edad que Pablo Iglesias y también luce coleta, aunque en Asturias los promotores de Podemos guardan una cierta distancia con Madrid.
A su secretario general, Dani Ripa, Iglesias y la cúpula nacional del partido lo fulminaron en la asamblea de Vistalegre por defender una tercera vía entre ese grupo dirigente y el sector crítico de Pablo Echenique. Pero el sector de Ripa, Somos Asturies, se ha hecho con el poder interno en Podemos Asturias y ahora los adversarios con los que competirá el 24 de mayo parecen sus mejores aliados.
Si Pablo Iglesias y los suyos quieren un Gobierno periférico como ensayo para el asalto a los cielos de La Moncloa van a tener que mirar al Norte con atención.
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