En vista de la aceptación que ha tenido la salida a la calle de Atlántica XXII, los promotores de la revista se plantean mejorar el producto con paciencia, profesionalizando su redacción y rebajando su periodicidad. Estas iniciativas, a medio y largo plazo, se plantearon en la presentación en Llanera del número cuatro de la revista, en un acto que contó con una nutrida concurrencia y finalizó con un vivo debate.
En la intervención inicial, el catedrático del IES de Llanera y uno de los fundadores de la revista, Benigno Delmiro, se refirió a su salida como una idea «quijotesca» saldada con éxito. «Xuan Cándano es un Quijote y yo también lo soy», dijo recordando el largo parto de la publicación.
Delmiro destacó que en los cuatro números que han salido a la calle se tratan 120 temas distintos por parte de decenas de autores. Se mostró especialmente satisfecho por el tratamiento que se concede a la educación y la defensa de la revista de la escuela pública. También hizo un repaso a la situación política en la que nace Atlántica XXII y constató con ironía que «en Asturias sólo hay dos políticos: Vicente Alvarez Areces y José Luis Iglesias Riopedre».
El director de la revista, Xuan Cándano, empezó su intervención diciendo que era un síntoma de la vitalidad y la buena acogida de la revista la organización del acto en Llanera por parte de un grupo de lectores y suscriptores, una iniciativa que se repite número a número. Hay una lista de espera de peticiones de presentación. Este número cuatro también se presentará en El Entrego y hay otras presentaciones previstas para otros en Mieres, Villaviciosa y Riosa o Morcín. Incluso se han recibido invitaciones para acudir a Lisboa y Madrid.
Para Cándano la aparición de la publicación no es una casualidad, sino que representa la continuidad de una tradición de pensamiento crítico que en Asturias se remonta al siglo XVIII. Calificó la llegada al mercado de Atlántica XXII de un «ensayo exitoso» e hizo públicos los deseos de sus promotores de dar pasos con paciencia para profesionalizar a su redacción y rebajar la periodicidad convirtiéndola en mensual, objetivos éstos establecidos para un medio y largo plazo.
Cándano explicó la crisis que en su opinión padece la profesión periodística con una aseveración: «hace tiempo que, no ya los periodistas críticos, sino simplemente los periodistas sobramos en las redacciones».
Tras las palabras del director se inició un largo, vivo y a veces pasional debate entre los asistentes y los dos promotores de la revista. En una intervención se cuestionó la existencia de un verdadero sistema democrático en España y se apuntó a la responsabilidad que en ello tiene la educación. «No se educa para la democracia», dijo la mujer que mantuvo esa tesis. Un asistente recalcó en cambio que existe un sistema de libertades, aunque en otras intervenciones se aseveró que no se ejercen.
En varias intervenciones lectores de la revista mostraron su satisfacción por la aparición de una publicación «donde se pueden leer artículos e informaciones que no aparecen en ningún sitio». También se debatió sobre el papel de internet en la información y un asistente elogió a la revista diciendo que bajo sus informaciones se reconocía una tarea de investigación. Cándano dijo que las autoexigencias de calidad son altas, pero con limitaciones por falta de profesionales liberados. «Tenemos muchas más ideas que capacidad para plasmarlas en la revista». «Pero todo se andará», apostilló recordando los planes de futuro de la empresa editora, formada por un grupo de ciudadanos sin ánimo de lucro.
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