Atlántica XXII
Medidas contra la Asturias que desaparece
Comunicaciones, infraestructuras, sanidad, educación, empleo e industria agroalimentaria fueron algunos de los asuntos que los cabezas de lista del Occidente de Asturias abordaron ayer en el transcurso del debate electoral sobre “Cómo combatir el despoblamiento y el clientelismo» que se celebró en la capilla de los Dolores de Grao, organizado por ATLÁNTICA XXII y moderado por su director, Xuan Cándano.
Al acto asistieron los candidatos de Ciudadanos (José María Losas), Podemos (Andrés Ron Vilanova), UPyD (María Basanta), Equo (Enrique Fernández Menéndez) y Foro Asturias (Juan Ramón Campo). Faltaron los del PP, a pesar de que su número uno, Matías Rodríguez Feito, incluso aparecía en los carteles, y del PSOE e Izquierda Unida, que rechazaron con diversas excusas la invitación que se cursó a sus candidatas, Elsa Pérez y Aurora Valdés.
Las encuestas señalan un apretado resultado electoral en la circunscripción del Occidente, que podría decidir los seis escaños en juego por muy pocos votos. En las anteriores elecciones autonómicas los resultados en esa circunscripción decidieron la formación del Gobierno en favor del PSOE.
José María Losas, de Ciudadanos, hizo un repaso de las razones del envejecimiento del Occidente de Asturias, en el que, recordó, hay más de 600 pueblos abandonados, “verdaderos esqueletos de piedra”, y protestó, como taxista de profesión que es, por el estado de las carreteras de esa zona, “estrechas y con mal firme”. Se mostró partidario de mantener los hospitales de Jarrio y Cangas del Narcea tal como están, “sin que pierdan calidad por criterios económicos”, y recordó que, “a mayor envejecimiento, más necesidad asistencial”. “En el Occidente queremos ciudadanos y ciudadanas con los mismos derechos, sin clientelismos basados en los favores políticos”, aseguró, señalando que el alcalde de uno de los pueblos de los Oscos donde él vive ha utilizado el empleo de la depuradora local para mantenerse en el poder.
Por su parte, el médico Andrés Ron, número uno de Podemos por el Occidente, lamentó la desertización del medio rural asturiano, que supone “la desaparición de la Asturias que conocemos”, y protestó por treinta años de decadencia que no han servido para “un cambio de rumbo en las políticas”. Propuso una corrección por medio de recursos públicos que discriminen positivamente, algo que si no se produce es porque “no hay voluntad política”. “Los partidos solo favorecen su red clientelar”, aseguró, que busca “mantener su cuota de poder” y “delegar en los caciques locales”. Se produce de esta manera una “identificación entre Administración y partido gobernante” que hace que en algunos Ayuntamientos haya miedo a expresarse políticamente, porque significarse entraña el riesgo de perder el empleo público.
Subrayó que si el Occidente todavía subsiste es gracias “a los trabajadores que se resisten a abandonar su tierra”, en un escenario que calificó de “dramático”. Aun así, no quiso concluir sin una visión optimista, porque “si recuperamos nuestros recursos podremos ponerlos al servicio de la gente”. Y esgrimió una medida de peso contra el caciquismo: la limitación de mandatos, con un máximo de ocho años en el poder.
La candidata de UPyD, María Basanta, se mostró convencida de que la mejor manera de repoblar el Occidente asturiano es “mejorar la tasa de desempleo”. “Si se aprovecha todo el potencial del medio rural, se podría fijar la población a largo plazo”, aseguró, al tiempo que proponía “un pacto institucional por el sector primario”, que incluyera una apuesta por la industria agroalimentaria, con sellos de calidad bien definidos, y un turismo del medio natural con buenas telecomunicaciones, porque “no puede ser que los hoteles rurales del Occidente no tengan buena cobertura de Internet”.
Sobre el clientelismo, dijo que la palabra mágica es “trasparencia”. “Necesitamos que los ciudadanos puedan ejercer como un elemento fiscalizador más, pues tienen derecho a conocer los contratos, las subvenciones y los convenios de sus Ayuntamientos”, que “deben estar a la vista de todos”. “El dinero con el que se paga es el nuestro, y tenemos derecho a saber en qué se gasta”, afirmó, para acabar asegurando que “a más trasparencia, menos clientelismo”.
Enrique Fernández Menéndez, de Equo, comenzó diciendo que “la equidad no significa lo mismo que la igualdad”, porque “a una población pequeña no se le puede conceder una autovía”. A continuación analizó con agudeza las razones del despoblamiento del medio rural occidental, que “no son solo materiales, sino también psicológicas, sociológicas e incluso históricas”. Puso como ejemplo el empleo casi exclusivamente masculinizado, que obliga a las mujeres modernas a querer salir de sus aldeas, o el trabajo de pastor, que ya casi no existe “porque con la vida que llevan no se pueden casar”. Renegó de medidas intensivas como la explotación a cielo abierto de Tormaleo, que “ha dejado un paisaje devastado”, y señaló que en aquellos lugares donde no hay tradición de Ayuntamiento “no hay hábito de debate”.
Fernández recordó que “las buenas carreteras también sirven para que la gente se vaya” y aseguró que “la solución está en el trabajo autóctono de toda la vida”. “Ya no se cultiva, ya no hay huertas, y existe un desprecio por la arquitectura popular”, señaló, subrayando con nostalgia que “antes de los planes de urbanismo había sentido común”. “Los políticos se acomodaron a la situación”, afirmó, para a continuación plantear las soluciones de Equo: en lo que respecta a empleo, conseguir que sean “sostenibles, dignos y basados en la equidad”, y en cuanto a comunicaciones “mantener las que ya se tienen, más que construir otras nuevas”.
Finalmente, intervino el candidato de Foro Asturias, Juan Ramón Campo, quien comenzó criticando “el exceso de normativa y de protección medioambiental”. También se opuso a la fusión de áreas sanitarias y a la dificultad para acceder a la educación reglada. En cuanto a la pesca, lamentó que no se respeten los convenios internacionales y criticó la inexistencia de planes forestales, que sirvan “para unificar la propiedad y aprovechar los montes”. Consideró que la apertura de tantos parques eólicos “es un premio de consolación” y consideró inaudito que se deje caer el Monasterio de Cornellana mientras se levanta la Casa del Lobo de Boal, a la que calificó de “pegote de hormigón”.
Se mostró partidario de facilitar el acceso al crédito a los empresarios rurales en vez de fomentar las subvenciones y aseguró que “es importante que nuestros representantes políticos vivan lo mismo que nosotros y se arropen con la misma manta, que suden y tengan callos como los demás”. Asimismo defendió la “solidaridad” y la “discriminación positiva” hacia las comarcas asturianas más aisladas, porque “quiero que a mi abuela de noventa años la puedan operar de cadera aunque no sea rentable”. También se pronunció a favor del aumento de las circunscripciones electorales, porque “si no, aquí no viene nadie”, y en contra de lo que denominó “despotismo rural ilustrado”.
En el debate posterior se convino en la necesidad de no votar a los alcaldes corruptos, garantizar el cumplimiento de las iniciativas parlamentarias, facilitar la participación en los 32 concejos del Occidente de Asturias y fomentar el conocimiento ciudadano, así como la pesca artesanal sostenible.
Tras las intervenciones se abrió un turno de preguntas entre el público en el que se incidió sobre la necesidad de acabar de una vez por todas con el clientelismo político y se arrancó a los candidatos un no rotundo a la mina de oro de Salave, las explotaciones a cielo abierto y las minicentrales eléctricas, aunque con matices por parte del de Foro.

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