Atlántica XXII
Periodismo y medios públicos según Patricia Simón
En Asturias Podemos decidió ceder sus dos puestos en el Consejo de Administración de la radiotelevisión pública (RTPA) a dos profesionales independientes, el técnico, trabajador de la empresa y expresidente del comité por la CSI Óscar Vega y la periodista Patricia Simón, que entre otros medios está en la redacción de ATLÁNTICA XXII. El pasado miércoles, el mismo día en el que comparecía en la Junta General Antonio Virgili, reelegido director general de la RTPA por un acuerdo entre el PP, el PSOE e IU, lo hacían también Vega y Simón. La intervención de Patricia Simón, sobre el periodismo actual y los medios públicos, la reproducimos a continuación por su interés informativo.
La responsabilidad de una radiotelevisión transparente y profesional
Patricia Simón / Periodista y vocal del Consejo de Administración de la RTPA.
Empezaré pidiendo disculpas por no iniciar esta intervención de una manera original. Pero soy periodista y precisamente he aceptado esta invitación a participar en el Consejo de Administración de RTPA para defender el derecho a la ciudadanía -a la que me debo como periodista- a una radiotelevisión pública de calidad, independiente, plural y veraz. Y por eso no puedo empezar esta comparecencia más que citando a George Orwell y su reconocida frase: «Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques. Todo lo demás son relaciones públicas».
Y es que aunque a muchos no les interese que recordemos esto hasta la saciedad, el periodismo sigue siendo absolutamente necesario, y no para hacer perder el tiempo a la ciudadanía escuchando las acusaciones cruzadas entre los representantes políticos (a menudo sin ni siquiera contrastar su veracidad desde los medios). Me temo que vivimos tiempos en los que tenemos que reiterar las evidencias, y esta es una de ellas: el periodismo, si no es independiente, veraz, enfocado en los derechos de la ciudadanía y de calidad, no es periodismo, es propaganda. Muchas veces, propaganda de la vacuidad, de la frivolidad, de la superficialidad… En definitiva, de la desinformación.
Si cada vez que los periodistas elaboramos una información nos preguntáramos si estamos respetando el preciado tiempo que una ciudadana va a destinar a informarse a través de nuestras noticias, todos estaremos de acuerdo en que millones de minutos de televisión y radio, así como de páginas de periódicos, jamás habrían sido escritas o locutadas. Y es que estamos hablando de respeto hacia nuestros destinatarios y de responsabilidad hacia nuestra función pública. Precisamente por estos dos pilares nacieron los medios de comunicación públicos: para garantizar el derecho de la ciudadanía a tener acceso a una información independiente, a un entretenimiento de calidad y a una vía de educación que aspire a mejorar los niveles culturales de sus destinatarios. Para lo contrario, ya existe una abundante oferta en los medios comerciales cuyas carencias los medios públicos venían a suplir. Sin embargo, a menudo nos encontramos con que medios públicos y privados compiten por la audiencia a base de trivialidades y chabacanería, partiendo de la falacia miserable de que eso es lo que queremos la ciudadanía, de que eso es todo lo que somos capaces de asimilar.
RTPA cuenta con la profesionalidad y el talento de sus trabajadoras y trabajadores, con un presupuesto de 20 millones de euros sufragados con los impuestos de la ciudadanía, con un sector audiovisual asturiano deseoso de construir un tejido económico que apueste por la innovación; con una ciudadanía que invierte en un ente público que incida en la cohesión territorial, que dé voz a los problemas de la Comunidad Autónoma, a su llingua, a su patrimonio cultural, a su historia… Es decir, a la geografía humana asturiana.

La conflictividad laboral en RTPA es casi continua desde su nacimiento. Trabajadores de la empresa se manifiestan en la calle. Foto / Iván Martínez.
Sin embargo, la realidad es que tenemos una radiotelevisión asfixiada por los problemas laborales, que fomenta la precariedad subcontratando a empresas que, deseosas de abrirse camino en el terreno audiovisual, asumen contratos que no llegan a cubrir costes; de productoras que maltratan a sus trabajadoras y trabajadores, que temen hasta enfermar por miedo a ser despedidos; una televisión que ningunea la llingua en lugar de fortalecerla y normalizarla; una radiotelevisión pública en la que la sociedad civil no cuenta con espacios en los que vea garantizado su derecho al acceso para comunicar como recoge la Ley General Audiovisual de 2010, y que ahora solo cumplen las radios comunitarias como Radio Kras o Radio QK. Una televisión pública que no ha destinado el 6% de sus ingresos, como estipula esa misma ley general audiovisual, a la producción cinematográfica asturiana. Una radiotelevisión carente de debates semanales políticos y de actualidad que garanticen el compromiso de pluralidad para el que nacieron los medios públicos. No hablemos ya de periodismo de investigación, un pilar fundamental de la democracia al que los medios privados no suelen destinar fondos, y que debería ser una de las prioridades de las radiotelevisiones públicas. Bien sé como periodista lo difícil que resulta obtener respuestas por parte del Gobierno y los partidos políticos cuando realizamos este tipo de periodismo, hasta el punto de tener que haber recurrido al Registro Oficial para plantear algunas de las cuestiones que he abordado en mis reportajes. Sanear el acceso a la información que debería ser de dominio público, cumplir con el mandato de transparencia que la ciudadanía les exige, así como visibilizar los obstáculos con los que nos encontramos los periodistas a la hora de informar a la ciudadanía, es también una de las funciones de RTPA. Como lo ha demostrado el modelo público de la BCC.
Si bien es cierto que no hay comunicación sin audiencia, también lo es que la radiotelevisión pública perdería su razón de ser si no aspira a aumentar su audiencia a través de la calidad y los fines para los que las creamos: aspirar a la excelencia, a la innovación, a la calidad, a la rigurosidad. La sociedad asturiana invirtió en unos medios públicos para ver reflejadas sus aspiraciones de mejora, de superación y de fortalecimiento de nuestros pilares democráticos. Contamos con los recursos humanos, materiales y económicos para alcanzarlos. Falta el impulso institucional de querer convertirla en un ente independiente y valiente. Pero para ello es fundamental la aprobación de una nueva ley de la radiotelevisión pública que garantice el apartidismo de la televisión, convirtiendo -para empezar- el Consejo de Administración en una representación de la sociedad civil en lugar de un espacio de representación política integrado por personas que, como nosotros, hemos sido propuestas por los partidos políticos. Por ello, durante mi permanencia en el Consejo de Administración me comprometo a invitar y servir de portavoz de los diferentes movimientos sociales asturianos, así como a practicar la rendición de cuentas de lo que allí se debata y acuerde a través de asambleas públicas y de una web que crearemos para tal fin.
Ante esta situación, coincidiremos en que lo urgente ahora es definir entre todas y todos un modelo de radiotelevisión pública que garantice todo lo expuesto anteriormente, así como el plan estratégico que vamos a seguir para construirla. Lo de los nombres para dirigirla debería venir después. Lo relevante y acuciante es definir el modelo. Las personas que tendrán que llevarlo a cabo es secundario. Necesitamos una radiotelevisión pública que sea un reflejo de la Asturias actual, pero sobre todo, de la Asturias que queremos ser.

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