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Podemos y el subidón del toreo

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Podemos y el subidón del toreo

Manuel Tarín se quita la montera ante Podemos. Foto / Pablo Lorenzana.

Manuel Tarín se quita la montera ante Podemos. Foto / Pablo Lorenzana.

Manuel Tarín, el dentista indignado, se alegra del éxito de Podemos y no le hace ascos a un buen encierro de toros, en una entrevista que es la segunda parte de la publicada ayer en nuestra web.

Diego Díaz / Historiador.

A pesar de sus ideas libertarias simpatiza con Podemos.

Sí. Creo que el Estado y el capitalismo deben desaparecer algún día pero pienso que Podemos puede llegar ahora a mucha gente a la que las ideas libertarias le pueden parecer por el momento muy radicales, muy alejadas. Veo a Podemos como un escalón más y conozco a gente sincera que está ahí y que me infunde confianza. Pero como la gente piense que votando se arregla todo y se va para casa volveremos a ver lo que pasó con el PSOE en 1982. Esto es algo que repito siempre en todos los foros donde participo y que me habrás escuchado muchas veces: no podemos delegar. Si Podemos gana y la gente no está presionando en la calle lo que se consiga será muy irrelevante. La gente tiene que mentalizarse de que la papeleta o la resolvemos nosotros o no nos la va a resolver nadie. Y si en este país nos ponemos serios y tratamos de que haya un verdadero cambio, en condiciones, van a llegar presiones muy fuertes, tanto de dentro como de fuera de España. Probablemente de fuera sobre todo.

Si Podemos gana y mete al dentista en la Seguridad Social, ¿volvería a la sanidad pública?

Si puedo hacer todo lo que hago en mi consulta volvería. Y creo que lo harían más dentistas. Otra cosa es los que tienen grandes clínicas y negocios.

¿Taurino?

Sí. Es algo con lo que me crié. Me pasa como con la procesión de la virgen del pueblo de mi padre. Me emociona aunque sea ateo. Es un rito espectacular. Es algo irracional pero que me gusta desde niño. Sobre todo los encierros y los recortes, el toreo a cuerpo descubierto, sin capote. Hacerlo es el mayor subidón que puede haber. No hay nada igual. La fiereza del animal es impresionante, de hecho tengo por ahí el recuerdo de una cornada. Liberas endorfinas y tu cuerpo experimenta algo que no tiene nombre. Es como esquivar a un tranvía.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 36, ENERO DE 2015

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