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ALSA apunta al negocio de Uber
En Asturias sobran 57 licencias VTC, los turismos con chófer, cuyos vehículos empiezan a marcarse con matrículas azules para controlar el intrusismo. Los taxistas recelan de la empresa de la familia Cosmen, que acumula buena parte de estos permisos en nuestra comunidad autónoma

Una protesta de los taxistas en Oviedo. Foto de Pablo Lorenzana
Artículo publicado en el número 60 de nuestra edición de papel (enero de 2019)
Javier Fernández | Periodista
@JaviFdezDiaz
La convivencia existe desde hace décadas, pero en los últimos años las relaciones se han tensado hasta el extremo de estallar en protestas y movilizaciones. La llegada de plataformas digitales como Uber o Cabify, que se han asentado en los teléfonos móviles de los clientes, han enfrentado a los taxistas, a las citadas empresas y los propietarios particulares de licencias de Vehículo Turismo con Conductor (VTC).
Estos últimos se han dedicado tradicionalmente al desplazamiento de viajeros, pero deben hacerlo siempre saliendo desde su base, con un itinerario determinado y sabiendo de antemano a la persona o personas que van a trasladar. Las aplicaciones móviles que han distorsionado el mercado, sin embargo, permiten a los chóferes privados recibir encargos de forma constante y enlazarlos sin pasar por su centro de operaciones y sin elaborar una ruta antes de realizar cada servicio. La situación supone un cambio de modelo que les ha permitido competir directamente con los taxistas hasta el punto de provocar un conflicto en toda España que en Asturias tiene dos trincheras principales: el aeropuerto y los Premios Princesa.
En el caso de la terminal asturiana, han sido dos señales verticales, las que marcan el espacio reservado para las VTC, las que han puesto en pie de guerra a los taxistas de los concejos del entorno. Sin andarse por las ramas, piden que se eliminen esas paradas alegando que los chóferes de vehículos privados «no pueden hacer esperas». Al facilitárselas, entienden, se favorece la competencia desleal con los taxistas, que son quienes están autorizados a recoger a los viajeros que se bajan del avión y se disponen a hacer un viaje en coche sin haberlo contratado previamente. «Legalmente los VTC no pueden tener parada, solo una base de la que deben salir con la ruta marcada y ya contratados por la persona –o personas– a la que van a recoger», apunta Manuel Ángel Martínez, presidente de la Agrupación Sindical del Taxi del Aeropuerto de Asturias (ASTANA), asociación que agrupa a varios taxistas que trabajan en la terminal. Resaltan que los vehículos privados que se alquilan con chófer no necesitan de paradas específicas y reclaman que se retiren esas plazas para evitar el instrusismo. «Hay dos señales en dos lugares distintos. Una en un espacio que comparten con nosotros y otra en un sitio exclusivo para ellos», detallan los taxistas.
Pero la postura de las empresas de vehículos con conductor es radicalmente contraria. Defienden que mientras las VTC cuentan con cuatro plazas, que necesitan porque «somos un servicio que actuamos bajo demanda», los taxistas tienen 24. «No nos consideramos competencia del taxi. De hecho, nunca he visto un vehículo de los nuestros en sus paradas», opina Jesús Lucio García, presidente de la Asociación de Empresario de Alquiler de Vehículos con y sin Conductor (ASEMCO). Añade también que en el aeropuerto sus servicios principales están relacionados con familias que alquilan monovolúmenes y empresarios que contratan traslados. En algunos casos, disponen del coche durante toda su estancia en la comunidad. «Nosotros somos contrarios a trabajar en los entornos urbanos, que es lo que han hecho muchos de quienes han acaparado licencias VTC para trabajar con las plataformas digitales, muchos de ellos taxistas», recalca Jesús Lucio García.
Rechaza, del mismo modo, que aplicaciones como Uber y Cabify vayan a llegar a Asturias en un futuro próximo debido a que su ámbito principal de actuación son las ciudades de más de un millón de habitantes. Y vaticina que el futuro del sector lo decidirá el público al decantarse, en un rango de precios muy similar, por los vehículos turismo con conductor o los taxis.
MATRÍCULAS AZULES
Otro de los lugares en los que el conflicto entre taxi y VTC se aprecia de una forma más evidente es en la gala de los Premios Princesa. Quienes acuden al evento lo hacen generalmente en vehículos privados que, sospechan los taxistas, han contratado de la misma forma en la que se subirían a un taxi y sin cumplir con los necesarios trámites previos. Incurriendo, por tanto, en uso irregular de este tipo de servicio.
Desde el sector llevan tiempo reclamando herramientas contra lo que consideran otra forma de intrusismo. Sus exigencias fueron escuchadas el verano pasado con la llegada de las matrículas azules que, a lo largo del próximo año, deben llevar de forma obligatoria tanto taxis como VTC. Ya han entrado en circulación y están llamadas a evitar el intrusismo en eventos multitudinarios como los propios Premios Princesa, definiendo de forma explícita los vehículos y permitiendo a las autoridades controlar que se hace un uso correcto tanto del taxi como del VTC. Este distintivo permitirá a la Policía ejercer una vigilancia más efectiva y limitar también uno de los factores que más daño hacen a los taxistas: las paradas durante la circulación que realizan las VTC saltándose las normas que las obligan a salir desde su base con un itinerario prefijado. Los conductores privados no pueden recoger a viajeros que levantan la mano desde la acera sin haber estipulado su ruta previamente y, al hacerlo, ganan un buen número de clientes que los taxistas sienten como propios.
En el conflicto también juega un papel fundamental el desembolso inicial para echar a rodar el negocio. Conseguir una licencia para conducir un VTC puede ser hasta 30 veces más barato que una de taxi. Aunque ya se empieza a especular con este tipo de permisos y los precios comienzan a dispararse –en diversas webs de artículos de segunda mano, como milanuncios.com, se ofertan por hasta 30.000 euros en Asturias–, este es también uno de los aspectos que lastran la competencia entre unos y otros.
Con todo, las grandes ciudades de España han vivido en el último año movilizaciones, como las del pasado agosto en Madrid y Barcelona, que han obligado a reaccionar al Gobierno central. La respuesta llegó con un decreto ley que ha otorgado a las comunidades autónomas y los ayuntamientos competencias para regular la situación. En Asturias, no obstante, aún se están diseñando las medidas y aún no se ha definido la forma concreta en la que se aplicará la nueva normativa.
Una licencia para un VTC puede ser hasta 30 veces más barata que la de un taxi
De todos modos, los taxistas indican que la situación está muy lejos de los problemas que han sufrido en Madrid o Barcelona. Pero el sector se mantiene alerta. «La forma de ponerle freno a la expansión del VTC es a través de una normativa que permita limitar su progreso», indica Manuel Arnaldo, presidente de la Asociación de Empresario de Taxi del Principado de Asturias (Asotaxi), que celebra la reacción del ejecutivo. Y destaca que el sector seguirá vigilante tras los logros obtenidos con las protestas: «Si hay algún indicio de problema, pegaremos otro bocinazo».
Pero no todo son diferencias con el resto de España. En Asturias, como en la mayor parte del país, tampoco se cumple el ratio de 1/30 que marca la ley –incumplido durante años– y que ratificó en junio el Tribunal Supremo para limitar los vehículos turismo con conductor en circulación. En concreto hay 104 licencias de VTC, que deben hacer al menos el 80% de sus desplazamientos dentro de la región, y 1.397 de taxi. Esto deja una relación de 1/14, lo que significa que, según la normativa vigente, sobran unas 57 licencias VTC. Sin embargo, no pueden eliminarse ya que el dictado del Supremo no tiene carácter retroactivo y los permisos ya estaban concedidos cuando se pronunció. Sí que sirve, no obstante, para frenar la concesión de nuevas licencias, que solo podrían expedirse si el número de taxis creciese lo suficiente como para permitir que las nuevas VTC no superasen el ratio 1/30. Una situación bastante improbable, ya que el número de taxis va ligado a la población y no parece que Asturias vaya a aumentar su número de habitantes en los próximos años.
TODOS MIRANDO A ALSA
Esta última circunstancia da fortaleza a los agentes que acumulan un mayor número de licencias VTC, pues se benefician de los límites a nuevos permisos y se afianzan en este mercado. En Asturias, uno de esos actores es Alsa, la matriz del grupo empresarial de la familia Cosmen. Además de los autobuses, Alsa posee licencia como operador ferroviario desde 2013 y ya ha entrado del negocio del tren con la ruta turística que une Madrid y El Escorial.
Una entrada en el sector que combinó con la habilitación, este mismo verano, de un centro de formación de personal ferroviario. Una serie de pasos que tienen como destino 2020, el año en el que Renfe dejará atrás su monopolio y el tren se abrirá a la competencia. Los taxistas sospechan que en su afán de expansión la multinacional del transporte quiera copar también el de automóvil. Recelan de la empresa de origen asturiano porque controla unas «40 o 50 licencias» de VTC, según los datos que maneja Asotaxi. Es decir, en torno a la mitad de las que funcionan en el territorio regional. El temor crece si se tiene en cuenta la implantación que tiene la empresa en lugares como las estaciones de autobuses, donde controla la mayor parte del tráfico, o en el aeropuerto, hacia donde tiene líneas directas desde Oviedo, Gijón y Avilés. Y aunque los taxistas desconocen el uso que tiene pensado dar Alsa a sus licencias VTC, otros agentes del sector apuntan que podría emplearlas para crear una plataforma de viajes compartidos similar a la popular Blablacar, en la que un conductor ofrece las plazas vacías de su coche a cambio de repartir con sus compañeros de travesía gastos como la gasolina.
Pero la empresa de autobuses, que rechazó detallar a esta revista el número de permisos en su poder, niega de forma tajante cualquier interés de entrar en el negocio del taxi. «Como operador integral de servicios de movilidad, Alsa está presente en sector de alquiler de turismo con conductor desde hace 20 años. Es por tanto titular de licencias VTC en varias comunidades autónomas, entre ellas Asturias», indican desde el departamento de comunicación de la empresa.
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