Con casi un 23% de paro y 3 millones de personas en el umbral de la pobreza, no es de extrañar que muchos andaluces decidieran quedarse en casa

Papeletas electorales. Foto / Pablo Lorenzana.
Mario José Diego Rodríguez | Sindicalista jubilado
El resultado de las elecciones andaluzas ilustra perfectamente un principio que comparten naturaleza y política: tanto a la primera como a la segunda, no les gusta el vacío. Si la ocupación por la naturaleza de los espacios vacíos no siempre es maléfica sin embargo en política, la ocupación del espacio vacío, dejado por la clase trabajadora en las calles, por fuerzas antagonistas al servicio de quienes la explotan, no solo puede ser maléfico, sino lo siguiente.
El responsable de dicho vacío dejado por la clase trabajadora en las calles durante estos últimos años, es la ilusión que socialdemócratas y reformistas le han suministrado gota a gota durante años, acreditando la idea de que una vez votado por ellos, su situación cambiaría, sin precisarle que para que eso fuese así, los poderosos tendrían que dar su visto bueno.
ABSTENCIÓN
El balance político, ya no solo del gobierno andaluz sino también de los sucesivos gobiernos centrales socialistas, explica por sí solo los resultados de las elecciones del 2 de diciembre en Andalucía. Con casi 23% de la población andaluza en el paro, tres millones de personas en el umbral de la pobreza y exclusión social, no es de extrañar que casi 2,8 millones de andaluces hayan decidido de quedar en casa, votar blanco o nulo. Es entre esos 2,8 millones que se encuentran la mayoría de los 650.000 votantes que perdió la “izquierda”.
Se puede decir que no fue tanto la derecha y extrema derecha quienes ganaron las elecciones sino la izquierda quien las perdió. Los 395.000 votos de Vox son esencialmente los que perdió el PP, la otra parte de los votos perdidos por dicho partido la heredó Ciudadanos. Me parece evidente que el resultado de esas elecciones es el fruto de una decepción y desafección por parte del electorado de izquierda. En cuanto a la presencia de la extrema derecha en el parlamento andaluz se debe principalmente a un reequilibrio en la correlación de fuerzas de dicha derecha. No obstante, esa presencia es preocupante si tenemos en cuenta el contexto general no solo europeo, sino también estadounidense y brasileño.
Los 395.000 votos de Vox son esencialmente los que perdió el PP, de quien también heredó muchas papeletas Ciudadanos
Hoy en día, tanto las direcciones políticas de los partidos de izquierda como la prensa afín buscan culpables. Al por mayor, no quiero entrar en el detalle porque este cambia a medida que pasa el tiempo, para el PSOE la culpable es Susana Díaz, Teresa Rodríguez para Podemos y para la prensa afín los independentistas. Pero no es todo, para el conjunto de los dirigentes políticos y prensa afín, en el último, o primer, recurso los culpables son los que no fueron a votar o votaron blanco y nulo.
La política del gobierno de Pedro Sánchez, que había prometido acabar con las medidas más nocivas de Rajoy y logró el apoyo de Unidos Podemos, no tienen ninguna responsabilidad. Ni tampoco su papel de patrocinador sufridor defendiendo medidas simbólicas anunciadas con bombo y platillo por él mismo. No, la culpa siempre la tienen los otros.
Esto dicho, por ahora, la clase trabajadora no ha perdido nada en estas elecciones. El poder no lo detentan las instituciones, en este caso el parlamento autonómico, pero tampoco lo detenta el Congreso de los diputados. El poder está en manos de los accionistas de las empresas del Ibex35. Son ellos quienes deciden e imponen su dictadura económica.
El poder está en manos de los accionistas de las empresas del Ibex35. Son ellos quienes deciden e imponen su dictadura económica
No votar o votar blanco y nulo puede parecer eficaz para amedrentar a los políticos que dicen representarnos. Pero reanudar con la lucha política en los polígonos industriales, en cada empresa o factoría, en cada despacho, en las calles, disputando la propiedad de los medios de producción a la burguesía, mediante un partido estructurado, es mucho mejor y más eficiente a la hora, no solo de amedrentar a la burguesía y los políticos a su servicio, sino también para poner un freno definitivo a la extrema derecha.
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