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Atlántica XXII

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Solos

Maxi RodríguezMAXI RODRÍGUEZ / TEATRO PRECARIO.

(ÉL está sentado frente al ordenador con los auriculares puestos, ELLA llega ojeando la pantalla de su smartphone)

ELLA.-¿Has visto? Qué fuerte, ¿no?

ÉL.-…

ELLA.-El Facebook, en mi muro. Lo de la pareja anciana que fue encontrada llorando en su piso.

ÉL.-¿Qué?

ELLA.-La gente casada es la más aislada. Bueno, a veces.

ÉL.-(Quitándose los cascos) ¿Qué dices?

(Pausa)

ELLA.-(Lee) “Oficiales de la policía italiana entraron a un piso en Roma donde se oían gritos y llantos, y se encontraron a una pareja anciana que estaban juntos llorando”.

ÉL.-Ah. ¿Y?

ELLA.-Coño, le has dado a “Me gusta”, pensé que te había impactado tanto como a mí.

ÉL.-Bueno, lo miré por encima…

ELLA.-Un matrimonio duradero y feliz llorando juntos, sufriendo una soledad devastadora.

ÉL.-Se habían alterado muchísimo por las historias tristes que vieron en las noticias, ¿no?

ELLA.-(Para sí) A pesar de sostener un matrimonio amoroso durante 70 años y todavía tenerse el uno al otro… (Pausa) Sentirse solitario es más fácil de lo que parece.

(ÉL vuelve a ponerse los auriculares, ELLA murmura pensativa)

ELLA.-No hay mayor soledad que la de tener a alguien a tu lado.

ÉL.-¿Qué? (Quitándose los cascos) ¿Hablas conmigo?

ELLA.-La soledad junto a alguien es mucho más dolorosa que la soledad individual.

ÉL.-¿Tú crees?

ELLA.-Estoy convencida.

(Pausa)

ÉL.-Solos estamos todos, ¿no? (Pausa) Solos.

ELLA.-No sé, nos han vendido tanto que la soledad es gente soltera buscando amor en plan Bridget Jones y chorradas así que…

ÉL.-Ya… Perdona, pero… (Vuelve a ponerse los auriculares) Puf. Como no mande ahora estos mensajes me van a matar.

ELLA.-…Nos olvidamos de esas parejas perfectas que, estando tan bien juntos, se van atrofiando en largos silencios y vidas separadas… Juan.

ÉL.-(Quitándose los cascos) ¿Decías algo?

ELLA.-No, nada.

(ELLA sonríe con un punto de amargura, ÉL se separa del teclado. Silencio)

ÉL.-¿Qué coño te pasa?

ELLA.-¿A mí? Nada. ¿Por?

ÉL.-Me miras como si no estuviera aquí. (Pausa) A ver, Marta. Ellos estaban bien. Entre ellos, me refiero.

ELLA.-¿Qué?

ÉL.-Los ancianos, la historia esa de tu Facebook. Estaban juntos y…

ELLA.-Solos.

ÉL.-Ese viral funciona porque los ancianitos, viendo las putas noticias de la tele, perciben el mundo como un lugar duro y hostil, un lugar del que se sienten desconectados.

ELLA.-Solos.

ÉL.-Con una agobiante sensación de rechazo, sí, de no pertenecer, de estar lejos de los demás…

ELLA.-Solos.

ÉL.-Eso también es soledad. Vale. Todo es muy triste, el mundo es una mierda y la naturaleza humana no merece la pena. Genial. Pero, tía, déjame enviar estos mensajes que a mí me pagan por currar y no por sentarme aquí contigo a mirar los virales del Facebook y ponernos a filosofar.

ELLA.-Y entonces, ¿cuándo?

ÉL.-¿Cuándo qué?

ELLA.-¿Cuándo podremos hablar?

ÉL.-Marta, no me jodas. ¿Me has escuchado?

ELLA.-¿Y tú a mí? ¿Me escuchas tú a mí?

(Se aguantan la mirada con un punto de desafío. Pausa. ÉL, crecido, se cruza de brazos)

ÉL.-Genial. Hoy toca soledad. ¿No? ¿Pues sabes qué pienso? Que ese rollito tuyo de soledad es, básicamente, egoísmo y egolatría.

ELLA.-(Indignada) ¿Rollito mío?

ÉL.-Sí, Marta. Esa perversa adicción al sufrimiento, tus crisis existenciales, tus profundas reflexiones… ¡A ti los demás te interesamos una mierda, solo tú y tus neuras sois importantes!

ELLA.-(Aplaude sarcástica) ¡Plas, plas! ¡Bonita manera de proyectar!

ÉL.-¿Quién? ¿Yo? ¿Pero qué me estás contando?

ELLA.-¿Quién no sabe escuchar? ¿Quién es incapaz de salir de sus cosas? ¿Quién muestra una indiferencia absoluta hacia quién le escucha? ¿Quién?

ÉL.-Siempre te arreglas para darle la vuelta a todo y que la culpa la tengamos los demás.

(ÉL retoma su trabajo, ELLA se aproxima cautelosa y le quita los cascos)

ELLA.-¡La pareja perfecta! Manda güevos.

ÉL.-¿Qué?

ELLA.-Eso nos dicen ahí fuera, ¿no? Plena complicidad. ¡Si ellos supieran…! Cada uno en un lado de la casa y pegado a su ordenador. Así duele más, ¿no?

Él.-¿El qué?

ELLA.-Sentir el pinchazo de la soledad cuando estamos en compañía.

ÉL.-(Entrando al trapo) Eres incapaz de concebir la vida sin alguien al lado, Marta.

ELLA.-(Sonrisa triste) Eso es lo malo.

ÉL.-¡Y yo igual! Alguien que apoye mis decisiones, alguien al que expresar cada día mis pensamientos. (Resopla, teatral) Y, sobre todo, alguien que entienda que si tengo que currar, si tengo que redactar y enviar seis mensajes, ¡seis putos mensajes!, me deje trabajar. (Punzante) Así que, ya ves, estoy encantado.

(ELLA se aleja, cabizbaja, en dirección a la cocina)

ELLA.-¿Para cenar calentamos la carne guisada que sobró del otro día?

ÉL.-Como quieras, amor.

ELLA.-Bueno, estaré en mi cuarto. Luego me dices, cielo.

ÉL.-Okey. (Le lanza un beso)

ELLA.-Te quiero.

(Una puerta que se cierra, un teclado que suena. TELÓN)

www.maxirodriguez.es

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