El ilustrador cubano Rafael Borroto vive desde hace 3 años en Oviedo y se mantiene con una mísera pensión, el salario social que cobra su pareja. Apoyado en el valor de sus viñetas, escaparate de su talento, lucha para avanzar en un camino lleno de dificultades que les ha llevado a vivir en el albergue Cano Mata

Rafael Borroto / Foto de Pablo Lorenzana
“Yo no vivo de nada”. El último libro ilustrado que consiguió editar empieza a quedar atrás, convertido ya un recuerdo que se aleja. En su curriculum se abren paso el cuidado de ancianos y otros trabajos que van saliendo. Pequeñas oportunidades que aprovecha para mantenerse en la carrera que ha emprendido para tratar de volver a vivir de su ingenio y su talento para el dibujo. Rafael Borroto (Morón, Cuba, 1947) convierte con facilidad sus pensamientos en viñetas, habla por los codos y gesticula con energía. “Con la jubilación que quedó de mis país me da para unas diez coca colas al mes”, comenta mientras traduce toda su vida a palabras encoge los hombros con resignación.
Sufre escasez de medios desde que se estableció en 2015 en Asturias, a donde llegó desde su tierra natal. Apuros económicos que, sin embargo, no ha logrado recortar el optimismo y buen humor del ilustrador, que se graduó en Dibujo Comercial, Artístico y Publicitario en 1964, logró el título de técnico en Fisiopatología Bovina 6 años después y completó su formación en 1984 al licenciarse en Literatura y Español. “Me siento muy bien no padezco de nada”, relata Rafael Borroto con normalidad anteponiendo la salud a cualquier otro aspecto de la vida mientras recita una formación que no se corresponde con las dificultades que afronta para trabajar.
Frente a sus ojos descansa una de sus clásicas viñetas, en las que se combinan medio ambiente, humor y crítica social. Se trata de una parodia del Arca de Noé en la que los animales, subidos sobre la embarcación, esperan a que un humano cargue una pareja televisiones. “La gente vive pendiente de la pantalla”, critica el ilustrador, que dibujó las líneas a las que mira hace cinco años, cuando aún estaba en Cuba. “Hoy hubiera puesto móviles”, actualiza mientras sigue pasando láminas.

Viñeta de Rafael Borroto.
Llegó a Asturias para saldar una deuda emocional y familiar de su segunda esposa, con la que lleva 35 años casado y que tiene raíces asturianas. Su suegro se pasó la vida soñando con conocer Nava, desde donde su padre inició la aventura camino de América. Y fueron el ilustrador y su mujer los que consiguieron convertir ese sueño en realidad. “La gente a la que fuimos a ver en Nava estaba en el cementerio, no vinimos a que nos sacaran de problemas”, cuenta el dibujante, que se quedó sin fondos una vez realizado el viaje y vive en un piso de alquiler con su compañera sentimental, profesora de 58 años que cobra 426 euros del salario social.
Los dos miembros de la pareja buscan empleo sin descanso y están ubicados en Oviedo, en la calle Silla del Rey, en un piso que refleja sus dificultades económicas. El inmueble, además, está lejos de los hijos de Rafael Borroto (entre los dos matrimonios cuatro, que le han dado cinco nietos) que viven en Canarias, Cuba y Canadá. Pero se las arregla como puede sin ellos.
Al llegar a Asturias y tras agotar sus recursos el dibujante vivió dos meses y medio en el Albergue de Transeúntes y Casa de Acogida Cano Mata Vigil, “hasta que mi mujer empezó a cobrar la ayuda”. Un tiempo complicado en el que la creación artística no quedó atrás. Como no tenía otros materiales, Rafael Borroto realizó una serie de trabajos con recortes de diversos papeles y cartones, en los que dejó de lado el humor para reflejar con lo que iba cayendo en sus manos la dureza del entorno en el que sobreviven las personas sin hogar.
Y lo hizo con la misma pasión con la que en años anteriores logró notables éxitos en América y en Europa. Como el que cosechó con las entregas que realizó a la revista de la Asociación de Mujeres Medioambientalistas de Parma, en Italia. Cinco portadas más viñetas interiores que “me sirvieron para ayudar a toda la familia durante dos años”.

Viñeta de Rafael Borroto.
De su categoría profesional, del mismo modo, también dan buena cuenta los años de experiencia acumulados en el Diario Invasor y en decenas de exposiciones de dibujos y presentaciones de libros. Entre las láminas que atesora del dossier que Rafael Borroto guarda como curriculum gráfico hay también recortes de prensa que demuestran que está muy integrado en Oviedo, donde ha expuesto su obra en bares como El Olivar y librerías como La libre Paisaneta. E incluso presentó su último libro de ilustraciones a los alumnos del instituto Alfonso II.
Y mientras va pasando las hojas, el artista remueve también recuerdos. Su larga trayectoria profesional comenzó inspirada por las mariposas que bordaba en los manteles su madre, a la que perdió cuando tenía trece años. Su familia ganadera, sus estudios en fisiología bovina y los más de 20 años que colaboró con el Centro de Investigación del Ecosistema Costero de Cayo Coco pusieron la pasión por el medio ambiente. La vida fue variando la moraleja y los mensajes de cada historia enmarcada en viñetas. Y la sonrisa que le da energía puso el resto.
“El humor ha sido muy importante para mí, en mi forma de afrontar la vida. Es una arma de construcción masiva”, dice el cubano. Y repite esta última frase moviendo la mano arriba y abajo para marcar el ritmo de sus palabras, con los ojos muy abiertos: «Es un arma de construcción masiva». Como tratando de sembrar un mensaje que considera vital: “Ayuda muchísimo en la vida”.
“El humor ha sido muy importante para mí, en mi forma de afrontar la vida. Es una arma de construcción masiva”

Viñeta de Rafael Borroto.
Para salir adelante, Rafael Borroto está dispuesto seguir haciendo todo tipo de trabajos. Pero le encantaría dibujarse una vida mejor. Seguir creando y vivir de nuevo de su talento. Porque pese a que se define como “cubano 100%” y tiene en el país americano sus orígenes y sus hijos, no tiene intención de volver.
“Mi esposa tenía el compromiso familiar de volver a España”, indica para recordar a continuación que ese fue el motivo que le trajo a Asturias. Para quedarse aduce que “en Cuba las personas mayores estamos muy limitadas, aquí hay otra calidad de vida”. De esta forma, aguantará mientras pueda, con la esperanza de prosperar. Sumando dibujos y páginas a la ingente obra de su vida. Una historia que le ha traído a Oviedo, donde aún deja una moraleja con cada trazo. Recordando la importancia de respetar y cuidar el medio ambiente y apoyar a quienes los están pasando mal. Pero sobre todo, reivindicando la capacidad del humor para transmitir mensajes y hacerse fuerte en los momentos difíciles.

Viñeta de Rafael Borroto.
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