La huerta de la esquina muestra espacios urbanos destinados al cultivo por todo el mundo, y resume los beneficios para el medio ambiente y para los propios hortelanos
Un espacio de cultivo para autoconsumo en las huertas de La Meca, en Mareo (Gijón). Y el talento para grabar y contar todo lo que puede aportar a las ciudades y quienes las habitan la agricultura urbana. Esos son los dos grandes pilares que sujetan el proyecto La huerta de la esquina,un documental que persigue que la ciudadanía tome conciencia de los problemas relacionados con la salud pública, la integración social o la contaminación.
“La mayor parte de mi carrera profesional ha estado vinculada a la producción de documentales”, cuenta Manuel Mateo Rodenas, que comparte la dirección de La huerta de la esquina con la educadora ambiental Estefanía Bravo. Resalta que la semilla del proyecto se la trajeron de Vancouver (Canadá), donde “vimos la gran cantidad de huertas urbanas que estaban esparcidas por toda la ciudad, y que ayudaban a cubrir necesidades sociales relacionadas con la salud de las personas y las comunidades”.
“A mí, personalmente, empezar a trabajar la huerta me ayudó a salir de una situación difícil en mi vida provocada por el desempleo y problemas de salud”, reconoce Manuel Mateo Rodenas, que señala también la experiencia en la agricultura que Estefanía Bravo heredó de su familia como parte fundamental de un documental al que ha puesto ritmo el compositor Fernando Oyágüez y en el que la ilustradora Bitxo se ha encargado del diseño gráfico.
Entre todos, han construido una historia para acercarse a personas “interesadas en temas relacionados con la salud, la ecológía, la sostenibilidad, la soberanía alimentaria, el medioambiente y los derechos humanos”. Y también, destaca el director de la obra, para llegar a quienes “viven en las ciudades y sufren de una manera o de otra, la falta de conexión con la naturaleza”.
En el proceso de rodaje y producción, además, el equipo de La huerta de la esquina se percató de que “las ciudades asturianas aún tienen que aprender mucho sobre horticultura urbana”. Por eso reivindican la puesta en marcha cursos como los que se ofrecen en lugares como Vigo, por ejemplo, y que sirven para dar formación en las distintas huertas escuela repartidas por la ciudad.
Estos talleres “nos parecen imprescindibles”, resalta Manuel Mateo Rodenas, que apunta que se promueven valores “de cuidado del medioambiente, salud e integración social”. Unas enseñanzas que el equipo de La Huerta de la esquina quiere impulsar incluyendo el documental como material de apoyo en los programas de educación de escuelas, instituciones, asociaciones y colectivos. Y sembrar así el respeto por el medio ambiente y el gusto por la agricultura, que además de verduras produce también muchos beneficios para quienes la practican.
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