Los deslizamientos obligan a retirar 25.000 metros cuadrados de ladera en la Variante de Pajares para aligerar la carga que soporta uno de los muros que protegen las vías. Los vecinos de la zona reciben con indignación el enésimo contratiempo

Zona de la ladera en la que ya han comenzado los trabajos para realizar un nuevo vaciamiento.
Redacción
@AtlánticaXXII
Se ha convertido en una de las principales pesadillas de los encargados de sacar adelante la Variante de Pajares. Lejos de terminar, el mal sueño de la ladera de Campomanes sigue acumulando capítulos. El Ministerio de Fomento, responsable de las obras, tendrá que hacer un vaciado en la zona para aligerar la pesada carga que sostienen los muros que protegen el espacio por el que pasarán los trenes. Los vecinos del pueblo calculan que los responsables de los trabajos tendrán que cargar en camiones unos 25.000 metros cuadrados (el equivalente de unos 35 campos de fútbol)para llevárselos a otra parte.
Fuentes del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) confirman la operación, y señalan que en estos momentos se acometen ya las labores previas necesarias para llevar a cabo un vaciado parcial del deslizamiento que sujeta una de las pantallas que cubre el lateral de la vía. Una actuación más. Las labores de estabilización de la ladera han sido, junto a los problemas derivados de las filtraciones de agua a los túneles, el principal quebradero de cabeza de unas obras que arrancaron en 2005. Estaba previsto que finalizasen en 2012, pero han ido alargando su fecha de entrega, que en estos momentos está fijada para 2020.
Es precisamente por eso que la nueva actuación no ha causado sorpresa entre los vecinos de Campomanes. Con el paso de los años han visto cómo se prolongaba una obra de 3.500 millones de euros, dinero suficiente para construir una docena de veces el HUCA, que tuvo un coste de 296 millones. La Variante de Pajares se presenta como una infraestructura clave para el futuro de Asturias y su economía debido a los avances que supondrá en materia de conexiones. Pero los continuos problemas de la obra, llamada a cumplir con la promesa de traer la alta velocidad, hacen muy difícil visualizar su entrada en vigor. Más aún por los indignados vecinos de la zona.
RECLAMACIONES VECINALES
Desde que se crease en 2014, la Asociación de Vecinos de Campomanes viene reclamando los daños que los trabajos generan en una de las localidades que más está sufriendo los inconvenientes que trae consigo una obra de este tamaño y que tiene también repercusión en las vecinas tierras leonesas. “Este problema nos viene castigando desde hace 15 años sin que nadie lo remedie”, lamenta María Dolores Martínez, presidenta de la organización.

María Dolores Martínez al lado de una de las viviendas situadas junto a las obras de la Variante de Pajares.
Su idilio comenzó en 2003, como propietaria de fincas afectadas por las expropiaciones necesarias para hacer las obras. Nueve años después comenzó como líder vecinal su batalla con el Adif, reclamando los desperfectos del tráfico pesado. “Por el pueblo pasaban unos 800 camiones diarios con motivos de las obras, llenaban todo de barro, se subían a las aceras y las destrozaban”, cuenta María Dolores Martínez, que presentó un escrito para solicitar la reparación de estos desperfectos y otros que afectaban a las fachadas.
Los vecinos quedaron muy descontentos con las evasivas del Adif y comenzaron una serie de reclamaciones que se alargaron durante meses e incluyeron encuentros con el administrador ferroviario a los que se acudieron también responsables políticos del concejo de Lena. Tal y como demuestra la documentación que recibieron como respuesta, se apuntó, por ejemplo, que los desperfectos en las aceras pudieron provocarlos camiones de reparto. Esta y otras respuestas llevan a María Dolores Martínez a alegar que la mayor parte de las respuestas se basaron en excusas: “En las reuniones se reconocieron los daños pero se alegó que no había dinero o que había que esperar a que acabasen las obras”.
VIBRACIONES, VERTIDOS Y OTROS PROBLEMAS
Otro de los conflictos lo protagonizó la instalación de protecciones para proteger algunas viviendas de las vibraciones, de las que quedaron excluidas algunas de Campomanes por indicación de un informe técnico. “Aquí hay casas que están a menos de once metros de la zona de obras y están sin protección, cuando el límite está marcado por algunas recomendaciones en los 75 metros. Con las máquinas trabajando tiemblan los radiadores”, denuncia la presidenta de la asociación.
Entre los problemas derivados de las obras se encuentran también los vertidos al río Huerna. Los vecinos han denunciado cuatro y tres se admitieron a trámite. Uno de ellos está pendiente de resolución, y las sanciones impuestas por los otros dos dejaron una sensación de tomadura de pelo en los habitantes del pueblo: 500 y 400 euros, respectivamente. Pero no sólo las aguas que van al río han generado problemas.
Junto a la depuradora de Campomanes se ha dejado tubo que recoge agua de varias canales de la ladera y que vierte de forma directa al camino. De esta forma, los vecinos temen que en momentos de lluvia se pueda inundar el camino y la carretera que pasa junto a él. El Adif, sin embargo, defiende que la actuación cumple con la planificación de la obra: “La salida de la obra de drenaje 43.70 se ha realizado de acuerdo al proyecto vigente, que cuenta con la pertinente comunicación a la Confederación Hidrográfica del Norte”.

Tubo cercano a la depuradora que vierte directamente al camino.
Desde el camino que va a la depuradora y al que vierte el tubo se ve también un espacio en que se encontraba un cebadero que fue expropiado y en el que ya no se puede trabajar por la inestabilidad del terreno. Los vecinos creían que el espacio se utilizaría como vertedero de tierra y lamentan que tenga que abandonarse ahora, después de que un ganadero local renunciase las instalaciones que tenía en la finca.
El Adif expropió un cebadero para hacer un edificio pero abandonará la finca ante la imposibilidad de construir por la inestabilidad del terreno
El Adif, sin embargo, aclara que se estaba acondicionando el lugar para situar allí el edificio técnico, tal y como recogía el proyecto vigente. “Desgraciadamente, la heterogeneidad de los materiales de la zona y su mala calidad geotécnica conducen a comportamientos del terreno que muchas veces no se corresponden con los esperados en los modelos”, lamentan desde el administrador ferroviario, que retirará ahora el material de relleno y realizará un estudio para determinar las medidas necesarias para garantizar la estabilidad de la zona afectada.
Mientras se llevan a cabo estos trabajos inesperados que se van sumando a la ejecución regular de la obra, los vecinos lamentan desperfectos, imprevistos y retrasos. Y desconfían de que los trabajos vayan a acabar en plazo. Además, vistos –y sufridos– todos los problemas que ha impuesto el terreno, temen que las tareas de mantenimiento sean constantes y sospechan que tendrán que convivir para siempre con nuevas obras provocadas cada poco por deslizamientos, filtraciones de agua y otras sorpresas que dejaron de serlo hace años.




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