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El Indus: una historia de Gijón a través de su fútbol de barrio

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El Indus: una historia de Gijón a través de su fútbol de barrio

Luis Felipe Capellín (Cangas de Onis, 1951) recoge en su último documental la historia del Gijón Industrial, que cumple 50 años, y analiza el sentimiento que genera este club modesto que supera los 800 abonados.

Luis Felipe Capellín, director de ‘El Indus: un equipo de barrio’

Rondaba el año 1968 cuando dos equipos de barrio, el Pelayo de Jove y el Calzada F.C., pasaban por uno de sus peores momentos económicos y deportivos, peleando en regional por su supervivencia. La fusión de ambos, un año más tarde, en 1969, bajo el nombre de Gijón Industrial (o el Indus) fue la solución a sus problemas y el surgimiento de algo más que un equipo de fútbol. Pero para comprender su importancia en el barrio de La Calzada, dice su director, es necesario entender la evolución que sufrió durante aquellos años.

La brutal transformación de las ciudades a partir de mediados del siglo XX se hizo notar en la zona oeste de Gijón. La implantación de UNINSA, conocida ahora como Arcelor, producto de la fusión de Santa Bárbara, Fábrica de Mieres y Duro Felguera, trajo consigo la llegada de miles de familias. «Eso hizo cambiar sustancialmente el número de habitantes de la zona y la configuración de los barrios«, explica Capellín.

Barrios como Moreda no existían. Otros como La Calzada, Veriña o Portuarios sufrieron un profundo cambio. «Con la desaparición centros de trabajo como la fábrica de Moreda, con miles de trabajadores, los astilleros y alrededores se produjo una incremento en el número de habitantes», explica el director gijonés. A día de hoy, la zona oeste de Gijón sería la cuarta ciudad de Asturias. Y con ello aparecen cosas por entonces impensables, como las grandes superficies que poco a poco acabaría con las tiendas de barrio. «De aquellos tiempos una de las pocas cosas que permanecen es el Indus«, dice Luis Felipe.

Aspectos, todos ellos, que recoge en su último documental, ‘El Indus: un equipo de barrio’, y que son necesarios para comprender la implicación y reciprocidad que se da entre el barrio y el equipo de fútbol. «Ahora mismo tienen a 340 críos federados, si echas la vista atrás en estos 50 años han pasado  por el club miles de niños«, explica Capellín.

Ahora el Indus juega en el campo del Santa Cruz, construido en 1946, lo que lo convierte en el segundo más antigo de la ciudad por detrás de El Molinón. Un campo que pertenecía al Pelayo y hasta hace dos años era de arena y habitualmente se embarraba. «Desde que se hizo uno de hierba sintética muchos de los jugadores que se habían ido están volviendo», comenta Capellín. También se mantiene El Frontón, que era el campo del Calzada, donde  hoy en día entrenan algunos equipos.

El Gijón Industrial conserva esa esencia de fútbol de la que, según el director, poco queda hoy en día. «El fútbol era un deporte guapo e interesante, pero nos lo robaron, se transformó en un negocio y ahora está en manos de los más poderosos«, lamenta Capellín, que cree que ha perdido «la razón de ser primera de los equipos que era el futbol de barrio, de la gente de la calle». Con los años un deporte tan barato de practicar, para el que apenas hacía falta una pelota, paso a ser un el mayor de los negocios. «Jugábamos incluso con una pelota hecha con lo que fuera, con trapos, como dice la canción de Leonardo Flavio», añade.

Esa es la clave del sentimiento que hay hacia el equipo, según Luis Felipe. «Es imposible decir que mantiene el cien por cien de esas características de equipo de barrio, pero aún mantiene muchos elementos», explica. Y todos ellos se reflejan en esta película que refleja 23 testimonios de figuras claves en la historia del club, como su presidente, el socio número 1 o su primer capitán, el Chato, además de padres, entrenadores y jugadores.

Para Capellín uno de los momentos más entrañables del documental son las charlas que los entrenadores dan a los jugadores antes del partido. «Uno les dice que tienen que ser honrados con el deporte, con el compañero, correr, ayudar… otro que si el árbitro se equivoca no pasa nada…». Esos son, para él, lo valores más básicos del deporte.

Estreno por todo lo alto

Las 265 plazas del Ateneo Obrero de la Calzada se quedaron cortas. Para asistir al estreno, el primer equipo aplazó el entrenamiento y, por seguridad, hubo que prohibir el acceso. «Ya estamos programando nuevos pases, seguramente en Navidad, aprovechando el parón para que los críos más pequeños puedan ir a verlo», explica Capellín.

Un éxito del que no obtendrá ningún beneficio tras ceder los derechos del documental al club. «Hago las cosas porque creo en ellas, no cobro nada, no quiero nada, ellos que hagan lo que quieran con ello», concluye Luis Felipe Capellín.

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