
Islandeses en dificultades económicas
Marcos M. Merino/Periodista.El ejemplo islandés presenta un curioso contraste con la evolución de esta crisis de la codicia financiera que padecemos. En apenas siete meses pasó de lucir el premio de Naciones Unidas al país con más calidad de vida del planeta a convertirse en la víctima del mayor saqueo bancario de esta despiadada crisis que está arruinando a millones de familias en el mundo.
Fue tan severo el impacto que unos meses después Islandia volvió a apelar al contraste con la única rebelión popular de un país rico contra la responsabilidad de su sistema financiero. La mayoría de la población se unió durante semanas
para exigir la verdad sobre el gran casino financiero que habían montado los bancos con la complicidad de sus gobernantes. Crearon un Foro de participación ciudadana que pronto presentó sus primeras exigencias: investigaciones sobre el comportamiento de los banqueros, responsabilidades penales a los culpables de la crisis, reforma constitucional con cláusulas anti-especulación abusiva, cancelación de hipotecas, etc. Los políticos se comprometieron a poner en marcha las medidas y el foro ciudadano empezó a debatir las reformas. La justicia también ordenó las primeras investigaciones contra los responsables más conocidos de la quiebra de la economía islandesa.
Empezó a construirse la historia sobre el sorprendente coraje de la sociedad de un pequeño país de apenas 300.000 habitantes que había mostrado al mundo otra forma de hacer las cosas. El abandono mediático en España del milagro islandés engrandeció todavía más las expectativas sobre la rebelión de una pequeña isla ártica. Hace meses que circulan decenas de miles de correos electrónicos resaltando los éxitos silenciados de las revueltas islandesas contra los especuladores. Tres años después el país ha tomado un camino opuesto a las recetas del FMI de más impuestos y menos gastos a cambio de ayudas para endeudarte todavía más. La presión popular ha obligado a sus gobernantes a defender el Estado de Bienestar por encima de todo. La economía islandesa ha creado riqueza en 2011 y va a volver a hacerlo este año.
Pero las responsabilidades por arruinar la economía del país siguen enmarañadas en los malabarismos políticos. La reforma constitucional está paralizada, ningún banquero ha sido juzgado, las hipotecas no han sido canceladas, la deuda del país sigue siendo alarmante, seis de cada diez familias islandesas está en dificultades económicas, etc. El retardo político incluso está logrando fragmentar la presión popular contra los responsables. Ni siquiera ya hay consenso sobre el castigo ejemplar a los responsables de la crisis.
Una lección de desgaste contra la esperanza de un cambio ilusionante que propone abordar ahora atlanticaxxii.org. Una reflexión que titulamos: “Islandia, la revolución congelada” que incluye una entrevista a dos de los activistas más significativos de la rebelión islandesa, un artículo con su punto de vista y el recuerdo de varias propuestas periodísticas sobre la crisis política-ética que nos azota.
Otros artículos de la serie «Islandia: la revolución congelada»:
Gunnar Sigurdsson y ‘Gandri’ Skúlason: «Si no cambiamos el sistema financiero los políticos seguirán siendo inútiles»
La rebelión islandesa: de la euforia a la decepción
El rapto de lo público
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