El ovetense Pedro Olalla (1966) lleva años instalado en Grecia, su gran pasión y el eje principal de su producción como escritor y cineasta. Este embajador del Helenismo, que recibió el título en reconocimiento a su labor en pro de la cultura griega, también ejerce como traductor y profesor. Esta tarde, a las 19.30 horas, presenta en la biblioteca «La Granja» (Campo de San Francisco, Oviedo), el libro De senectute politica: carta sin respuesta a Cicerón (Acantilado). Y el próximo martes se proyecta en el teatro Filarmónica (también a las 19.30 horas) la película Grecia en el aire seguida de coloquio con el autor que será presentado y moderado por el periodista y escritor Félix Población. En ambos casos la organización corre a cargo del Ayuntamiento de Oviedo y la entrada es libre.
-Debido a nuestra herencia cultural, ¿somos todos griegos sin ser conscientes de ello?
-Sinceramente, creo que lo que hace grande a una cultura es su capacidad de evolucionar e inspirar algo nuevo. Y Grecia ha tenido la cultura más inspiradora, la cultura más y mejor cifrada. A lo largo de la historia, ninguna otra ha sido tan revalorada, reinterpretada, rescatada y universalizada como lo ha sido la cultura griega. Ella y su herencia han definido el alma del hombre justo y libre, y nos han señalado bien ese camino. Culturalmente hablando, somos mucho más griegos de lo que imaginamos, incluso hablamos una especie de “griego inconsciente”.
-¿Por qué ha dedicado toda una vida al estudio de Grecia?
-Tal vez, por las razones anteriores. Y, sin duda, porque estudiar en su conjunto la cultura griega no es interesarse por un pueblo o una lengua: es indagar en la aventura del hombre en el mundo como ser pensante en busca de sentido.
-¿Qué es lo que más nos aleja de la Atenas de Pericles, tantos siglos después?
-Probablemente, muchas cosas. Pero, si he de decir una sola, diría que el alejamiento de un ideal que sirvió para definir aquel momento: el ideal de la aristeia, algo que, entonces, fue la combinación del esfuerzo individual por la excelencia y del deseo de realización como persona en el proyecto colectivo de la polis. Dicho de otra forma: el anhelo de ser mejor que uno mismo y de contribuir, a un tiempo, a crear un espacio más justo para la vida con los otros.
-¿Qué herramientas nos brinda el estudio de la historia para entender el presente?
-La historia nos ayuda a entender el presente porque el presente no es sino la consecuencia de unas causas, y en ellas indaga la historia. Pero, además de esta mecánica entre los hechos del pasado y del presente, existe una lección que la historia nos da de forma reiterada y paciente: la humildad.
-¿Qué tal ha envejecido la democracia?
-La democracia sigue siendo un ideal eternamente joven, un proyecto inconcluso, una propuesta radical y revolucionaria. Deontológicamente, nuestras deficientes democracias no están envejecidas, están aún “en pañales”.
-Cuando vuelve por Asturias, ¿cómo la encuentra?
-Probablemente me equivoque, pero a mí me parece un lugar donde apenas cambia nada. Y eso puede ser bueno… o, tal vez, deplorable. Desde niño, en Asturias, crecí con la sospecha de que la verdadera vida estaba en otro sitio, y eso fue lo que me hizo ir a buscarla. Ahora, cuando vuelvo, sigo teniendo la misma sospecha, aunque mi razón trate de convencerme de que es falsa.
En Asturias, crecí con la sospecha de que la verdadera vida estaba en otro sitio, y eso fue lo que me hizo ir a buscarla
-¿Qué pueden esperar quienes aborden De senectute politica: carta sin respuesta a Cicerón?
-Es una reflexión sobre la vejez, lo cual no puede ser otra cosa que una reflexión sobre la vida. Hace dos mil años, esforzándose en hacernos comprender que las dificultades de la vejez no provienen tanto de la edad como del carácter y de la actitud vital de las personas, Cicerón dejó claro que envejecer es, en un alto grado, un desafío personal, y por lo tanto ético; yo, en una larga carta escrita desde nuestro presente, juego a reflexionar con Cicerón sobre si el hecho de que nuestra sociedad esté o no organizada y facultada para posibilitar dicho empeño ético no hace del envejecer, también, un desafío colectivo, y por lo tanto político.
-¿Y quienes acudan al Filarmónica, a ver la película Grecia en el aire?
-Realizarán un recorrido por la Atenas antigua y la actual, reflexionando sobre la democracia desde los escenarios que un día la vieron nacer y que hoy la ven agonizar. Y después hablaremos de Grecia como lección para el presente y el futuro.
Grecia en el aire realiza un recorrido por la Atenas antigua y la actual, reflexionando sobre la democracia desde los escenarios que un día la vieron nacer y que hoy la ven agonizar
-¿Cómo cree que reaccionarían los creadores de la democracia ante el auge de la extrema derecha?
-Los creadores de la democracia apenas llegarían a entender por qué nuestros sistemas de gobierno llevan ese nombre. Podrían entender que alguien defienda el autoritarismo, el clasismo, la desigualdad, los privilegios de la sangre y el poder del dinero, pero nunca podrían aceptar que tales intereses fueran la base de un sistema político. Porque quienes crearon la democracia –y, con ella, el arte de la política– lo hicieron precisamente para intentar que el interés común fuera definido y defendido por el conjunto de los ciudadanos en contra de los intereses de los más poderosos y del egoísmo particular de cada uno.
-¿Y ante la crisis migratoria y las muertes en el Mediterráneo?
-Pensarían que son el resultado de nuestra hybris y de nuestro fracaso como seres políticos.
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