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Atlántica XXII

Un viaje a Grecia tres años después del abismo

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Un viaje a Grecia tres años después del abismo

Acrópolis de Atenas en diciembre de 2015. / Fotografía de Álvaro Minguito

Steven Forti | Historiador

@StevenForti

 

Hace tres años toda Europa miraba a Grecia. Con esperanza, con escepticismo o con miedo. Según algunos, el euro se tambaleaba y podía acabar con la Unión Europea. Según otros, podía ser el fin de las políticas de austeridad y una nueva etapa para las izquierdas en el Viejo Continente. Los informativos europeos abrían con noticias sobre la histórica victoria de Syriza en las elecciones de enero de 2015, la pugna sobre la deuda griega entre el entonces ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y la Troika –integrada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional–; el referéndum sobre el acuerdo propuesto por las instituciones europeas con la victoria del no, el seudocorralito del verano, la firma del tercer memorándum con el presidente Alexis Tsipras postrado tras una noche de negociaciones en Bruselas, la convocatoria de elecciones anticipadas en septiembre, la nueva victoria de Syriza… Y después, el silencio. Salvo excepciones, apenas hemos tenido noticias sobre Grecia desde finales de 2015. Hasta ahora, que tras ocho años de intervenciones financieras por parte de la Troika se ha anunciado un «fin del rescate». Hay quien sostiene que en realidad la intervención –aunque menos directa que hasta ahora– seguirá por varias décadas. Así pues, ¿qué ha pasado con el primer Gobierno de la izquierda radical? ¿Qué hizo Tsipras desde que accedió a la jefatura gubernamental? Dentro de un año habrá elecciones generales y antes, en junio, se votará para las europeas. Syriza se juega mucho y los sondeos no le son favorables. Viajamos a Grecia para conocer qué ha ocurrido en este periodo.

GOBERNAR NO ES TENER EL PODER
A unos minutos de Sintagma, la plaza ateniense dominada por el Parlamento helénico y escenario de innumerables protestas, se encuentra la plaza Koumoundourou, donde tiene su sede Syriza. Allí, Tonia Tsitsovits, miembro del comité central del partido, nos explica qué ha quedado del programa de ruptura presentado por Tsipras antes de ir al Gobierno en coalición con la derecha nacionalista de Anel. Su programa preveía la cancelación de gran parte de la deuda pública griega y un nuevo acuerdo europeo, entre otras medidas. «No se han podido realizar tras los acontecimientos dramáticos del verano de 2015 que llevaron a la firma del tercer acuerdo con la Troika», admite. «Sin embargo, hemos hecho todo lo posible en los estrechos márgenes que tenemos, sobre todo para los sectores de la sociedad que más sufren». Tsitsovits recuerda algunas de las medidas que han mejorado las condiciones de vida de las clases populares: los subsidios para los que viven bajo el umbral de la pobreza, las ayudas a los desempleados, el acceso a la sanidad pública para toda la población, la reducción de los recibos de la luz y del agua, la puesta en marcha de programas de formación y laborales, la creación de un nuevo modelo de empresas con fines sociales, la lucha contra la evasión fiscal y la corrupción, la protección de los trabajadores.

La cancelación de gran parte de la deuda pública no pudo realizar tras la firma del tercer acuerdo con la Troika

Mientras alivia el calor que asola la capital griega con un café frío con hielo, reflexiona sobre las próximas elecciones. Las encuestas anuncian una victoria de la derecha de Nueva Democracia (ND). «Es difícil prever lo que pasará. Los medios que difunden los sondeos son poco fiables y la gente recuerda el desastre de los gobiernos anteriores. Syriza ha tenido siempre en contra el viejo sistema, acostumbrado al clientelismo y a la corrupción. Y los medios de comunicación le han declarado la guerra desde el principio». Sus palabras me recuerdan a las que, en el verano de 2015, me dijo durante una entrevista Nikos Syrmalenios, diputado de Syriza. «Es distinto llegar al Gobierno que tener el poder. Para tenerlo se deben conquistar y cambiar los mecanismos del Estado, que pertenecen aún al viejo régimen».

AYUDAR A LOS INVISIBLES

«El Gobierno de Syriza ha mostrado que no puede cambiar los aspectos estructurales de la crisis. Está atado a las directivas de la Troika», dice Hara Kouki, investigadora de los movimientos sociales de la británica Universidad de Durham y miembro del colectivo Open Lab de Atenas. «No creo que la culpa de todo esto la tenga Syriza», añade, sentada en un bar del barrio ateniense de Pangrati. Hasta 2015, explica, este partido había conseguido crear la esperanza de que se podían cambiar las cosas. «Ahora ya no la hay, pero Syriza nos ha mostrado que votando a un partido u otro no se podrán cambiar las cosas. Así que la gente no es que esté decepcionada, más bien se han dado cuenta de que los cambios necesitan otra cultura política que aún tiene que ser construida».

Kouki subraya los pequeños, pero importantes, pasos hechos por el Ejecutivo de Tsipras por los que llama «los invisibles de nuestras ciudades». La investigadora colabora en diferentes clínicas y comedores sociales creados durante los durísimos años de la crisis: «Ahora hay muchas menos personas que necesitan ayuda. Esto significa que hay una parte de la población, los más pobres, que vive mejor». Según Kouki, se ha avanzado también en los derechos sociales con la legalización del matrimonio homosexual y una mayor atención a la comunidad LGTBIQ en un país donde la Iglesia ortodoxa tiene todavía un poder notable. Ante la pregunta sobre cómo gestionó el Gobierno la crisis en 2015 y 2016, cuando centenares de millares de migrantes llegaron a las islas del Egeo, responde: «Hubiese sido mucho peor con las derechas. Syriza ha defendido un discurso favorable a la acogida. De hecho, por fin se está creando una cultura política que es menos racista y machista».

«Hay una parte de la población, los más pobres, que vive mejor» dice una investigadora de la Universidad de Durham

En Tesalónica reside Pavlos Nerantzis, histórico periodista y documentalista griego. «El experimento del Gobierno de Syriza no era para nada fácil. Se sabía desde el princi
pio que los acreedores internacionales utilizarían todos sus medios para derrotar la voluntad política y la dignidad del pueblo griego», sostiene. El que fuera director de un canal de la televisión pública griega en los años 2000, admite que el país está saliendo de los programas de «lágrimas y sangre» impuestos por la Troika, pero lamenta que se haya vendido gran parte del sector público a multinacionales y que la sociedad siga estando muy traumatizada. «El apoyo social que tuvo Syriza se ha transformado en un malestar generalizado que a menudo se expresa en la idea de que todos los políticos son iguales».

El partido liderado por Tsipras «ya no es el arcoíris político y el lugar de elaboración ideológica con diferentes tendencias de antes de 2015», sostiene Nerantzis. Tras la firma del tercer memorándum con la UE muchos sectores han abandonado la formación. «Las relaciones entre el Gobierno y el partido son difíciles: los ministros están dispuesto a asumir un mayor pragmatismo y nuevos compromisos, mientras que los cuadros de Syriza siguen hablando de un proyecto socialista». Su conclusión: «Todas las fuerzas que se han opuesto al capitalismo han tenido que llegar a compromisos cada vez más duros, inventándose todo tipo de excusas para esconder sus derrotas. La izquierda griega no puede sino salir aún más dividida entre los que aceptan una cierta realpolitik y los que siguen resistiendo en defensa de los viejos ideales».

UNA ENSEÑANZA PARA LAS IZQUIERDAS EUROPEAS

Mientras regreso a Atenas repaso los aprendizajes que pueden extraer las izquierdas europeas de la experiencia griega que Tonia Tsitsovits subrayó durante nuestra conversación: «Que las alianzas deben hacerse desde la base social y no desde arriba. Y que sin la solidaridad no tiene sentido existir». Y añadió: «Es cierto, no hemos hecho todo lo que los ciudadanos esperaban porque estábamos solos en Europa, sin aliados. Pero estamos orgullosos de haber sido un dique contra la extrema derecha que, si no hubiésemos estado, habría avanzado mucho más en nuestro país».

Con sus palabras rondándome la cabeza, cojo el metro en la estación ateniense de Larissa y sigo parte del recorrido del viejo eléctrico, construido a mediados del siglo XIX, como aconseja Petros Márkaris en su último libro, Próxima estación, Atenas. Ya en el puerto de Pireo, muchedumbres de turistas esperan embarcarse hacia las islas. El turismo ha crecido hasta los 30 millones de personas en 2017, el triple de la población helénica: aporta aproximadamente el 25 % del PIB del país, más del doble que en España.

El turismo ha crecido hasta los 30 millones de personas en 2017, el triple de la población helénica

El ferry atraca en la isla de Syros, donde reside Teo Romvos, escritor, cineasta y activista libertario que vivió el 68 en París y la caída del Muro de Berlín a pocos metros del checkpoint Charlie, el paso fronterizo berlinés más famoso. Sentados en la azotea de su casa, le comentó el resultado de mis encuentros. Confirma que desde que gobierna Syriza ha habido una mayor sensibilidad hacia algunos temas sociales y hacia el medioambiente. Y añade: «¿Qué se esperaban? ¿Una revolución?»

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