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Atlántica XXII

Aitor Esteban empuña la pistola

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Aitor Esteban empuña la pistola

Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, pistola en mano y con la ikurriña el pasado sábado en Grullos (Asturias). Foto  / Eloy Alonso.

Aitor Esteban, portavoz del PNV en el Congreso, pistola en mano y con la ikurriña el pasado sábado en Grullos (Asturias). Foto / Eloy Alonso.

Por Xuan Cándano. Obsesionada con la ofensiva secesionista catalana, la derecha española ya no mira para Euskadi y eso explica la escasa atención que prestó a la impresionante fotografía de Eloy Alonso, uno de los mejores fotoperiodistas nacionales y un maestro en el tema de la memoria histórica, en la que se ve al portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, empuñando una pistola disfrazado de gudari. La foto fue sacada el pasado fin de semana en Grullos (Asturias) durante las II Jornadas de Recreación Histórica en las que se representa, con total fidelidad, la cruenta batalla entre franquistas y republicanos que tuvo lugar en el frente del río Nalón en 1937.

Aitor Esteban se disfrazó de gudari de un batallón nacionalista vasco y entre los asistentes, animando a gritos a los combatientes, se encontraba también el ex presidente del Parlamento vasco, José María Atutxa.

Los medios asturianos ignoraron o minimizaron la recreación de la batalla, pero sorprende más que también lo haya hecho la caverna mediática madrileña, que tenía con la foto de Aitor Esteban, con gesto iracundo, la pistola en la mano derecha y la ikurriña en la izquierda, una munición excelente en su implacable ofensiva antinacionalista (periférica).

Quienes sí se escandalizaron, aunque apenas se oyeran sus protestas, fueron muchos republicanos asturianos, descendientes de los combatientes antifascistas o activistas de los colectivos de la Memoria Histórica, porque la imagen del portavoz peneuvista, aunque un tanto infantil, ha reabierto las heridas nunca cerradas de las divisiones internas en el Frente Norte durante la Guerra Civil.

Todos tienen sus razones. Los gudaris, que fueron muy reticentes a venir a combatir a Asturias y en algunos casos se negaron, sufrieron una verdadera carnicería en las batallas del Nalón que pretendían acabar con la resistencia nacional de Oviedo, un error estratégico del mando republicano de consecuencias desastrosas para el Frente Norte. Cayeron cientos de soldados vascos, gudaris o soldados de batallones de izquierdas o anarquistas. Solo en una de las más sangrientas jornadas sus bajas llegaron a 600. Entre sus héroes caídos en Asturias los nacionalistas vascos cuentan con dos figuras emblemáticas: Cándido Saseta, comandante del Euzko Gudarostea o Ejército nacionalista vasco, y José María Korta, el jefe de sus famosos capellanes. Los vascos reprochaban a los asturianos haber sido dejados a su suerte y en ocasiones encerrados en verdaderas ratoneras mortales.

Pero en el frente vasco, donde hubo masiva presencia de expediciones de batallones republicanos asturianos desde el inicio de la guerra, también se oyeron parecidos reproches, pero en sentido contrario. Pero sobre todo la herida histórica que no cicatriza para los asturianos más de 70 años después es la del Pacto de Santoña, por el que los gudaris se rindieron a los italianos traicionando a los republicanos al conquistar los nacionales el territorio del País Vasco. Aquella rendición precipitó la caída del Frente Norte, porque hizo imposible la resistencia en Asturias. Aunque también los milicianos republicanos asturianos fueron traicionados por los suyos y abandonados a su suerte por los dirigentes del Gobierno de Asturias y León, que huyeron en barco de forma precipitada desde los puertos de Avilés y Gijón.

Lo cierto es que, sea una provocación, una muestra de inmadurez, la expresión de la memoria histérica, que no histórica, o un merecido y sentido homenaje a sus muertos, la pistola al viento de Aitor Esteban poco va a ayudar a la exhumación de decenas de restos de gudaris caídos en Asturias que pretenden las instituciones vascas controladas por los nacionalistas, tanto del PNV como de Bildu. El objetivo se centra en el pueblo de Areces, en el concejo de Las Regueras, donde ya ha habido varios actos de homenaje organizados por Bildu, porque en el llamado “pradón de los vascos” están enterrados sobre todo soldados de batallones de ANV, el partido con el que nació la izquierda abertzale. El Gobierno asturiano, a través de su director general de Seguridad, el socialista José Luis Villaverde, autor de varios trabajos históricos sobre la Guerra Civil, nunca ha disimulado sus reticencias a autorizar las exhumaciones. La pistola del portavoz peneuvista captada por la foto de Eloy Alonso apunta en la misma dirección.

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