
El grupo Alberto & García al completo en su local de ensayo. Foto / Irma Collín.
Carlos Barral / Poeta y promotor cultural.
Muchas veces la fortuna se escurre entre las grietas, otras tantas la mejor veta se cobra algunas vidas pero, en ocasiones, se alcanza si se aplican buenas dosis de pericia y perseverancia. Lo sabe Alberto García Fernández (La Felguera, 1987), licenciado en Musicología y Máster en Música por la Universidad de Kingston, líder del grupo Alberto & García y compositor de todas las letras y músicas de la formación, que confiesa: “Yo soy de equipo, para todo. Funcionamos como banda aunque las canciones las firme yo”.
Alberto & García lleva circulando como grupo algo más de una década. En 2005 estuvieron a un tris de publicar su primer disco, Taxi Lisboa, pero no pudo ser; posteriormente, en 2012, un par de años después de haber editado el EP Exiliados, Alberto y otro componente del actual septeto emigraron a Londres para estudiar y, de paso, colaborar con Diciembre Dance Group, compañía con la que recorrieron buena parte de Europa.
Pero no fue hasta el año pasado cuando, compitiendo con otro medio millar de artistas, ganaron La reMovida (I Concurso de Nuevos Valores de la Música que promueve RNE), cuyo premio consiste en la grabación de un cedé para la multinacional Sony. La canción con la que se llevaron el gato al agua se llama Carbón y diamantes y ha sido la pieza con la que, después de tantos avatares, han encontrado la veta.
Lo primero que resalta en Ley de gravedad, título de su primer larga duración (Sony, 2014), es la calidad de sonido, la nitidez con que se expresan cada uno de los instrumentos (son infinidad), la depurada producción, pero, sobre todo, la categoría de unas canciones labradas como por orfebre: temas de par en par hasta once, con preponderancia de los medios tiempos.
La elección de grabar en los estudios en el Puerto de Santa María de Paco Loco (ex componente de Los Locos, uno de los productores más singulares de este país) confluyó desde ambas orillas, la suya y la de la compañía discográfica. El propio Alberto García confirma que acometieron la grabación del disco tocando al alimón durante apenas 15 días y lo cierto es que se percibe un calor y energía especiales.
“No he hecho más que envainármela”
La calidad de su directo provoca unánimes elogios. “Tenemos un buen directo porque llevamos mucho tiempo ensayando”. Al cuestionarle si las mieles son más dulces paladeando desde la perspectiva, Alberto dice: “Te enseña a valorar las cosas de otra manera. Nos sentimos muy al principio de todo. Con 18 años nos fichó una discográfica de Madrid pero el disco no salió, la empresa cerró y, fue una lección rotunda, quizá por eso acabamos como monjes…”.
Toca hablar de Sony: “El funcionamiento es casi de independiente. No tratamos con un ente, hablamos con personas mayormente jóvenes y apasionadas de la música. Ya se me pasó la conspiranoia al respecto de la compañía y, la verdad, no he hecho más que envainármela porque nos dejaron hacer con total libertad”.
Ley de gravedad podría enmarcarse en lo que la crítica ha bautizado como música americana (folk de Estados Unidos), aunque suena también a rock, a pop e incluso destila elementos inspirados en el folclore suramericano (véase Chacarera, uno de los cortes más musculosos del disco).
Lo que pudiera ser una jugarreta propia de la globalización, una impostura, no se observa en este caso puesto que el álbum se muestra honesto y personal. En lo musical predominan los instrumentos de cuerda, proponiendo una coherencia estética que se manifiesta en cada surco y que progresa hasta alcanzar grados de mayor voltaje que, en ocasiones, desparraman. Ecos de Dylan, Wilco, The Wood Brothers (según confiesan), e incluso de Quique González, se expresan en lo instrumental lo mismo que en el cuidado de los textos (notables): unas letras mayormente intimistas con resonancias literarias y buenas dosis de lirismo sin caer en la pedantería. Deshaciendo lecturas planas, entre las referencias de cabecera Alberto apunta a The Beatles, Atahualpa, Mercedes Sosa pero, también, el punk y el ruidismo.

El primer larga duración de Alberto & García se titula ‘Ley de gravedad’. Foto / Irma Collín.
Cartujos musicales
¿Ganar La reMovida ha sido tanta movida? “No esperábamos ganarlo. ¡Disponer de medios cuando nosotros éramos un poco cartujos musicales incluso aquí en Asturias! Estamos muy contentos aprendiendo de qué va esto por dentro”. Confiesa que le encantaría poder vivir de la música y, al respecto, dispara con sorna: “Comentábamos el guitarrista y yo que debemos de ser los artistas más pobres de la historia de Sony”.
La voz de Alberto García destaca por intransferible: está educada, gasta carisma y acaba por endilgársete no sabes muy bien si por causa de su cadencia, de su timbre o de qué. Cuando se le consulta sobre los procesos creativos dice que “todo es susceptible de ser inspirador. No soy un atormentado ni tampoco necesito estar de tripi; desde una peli hasta un verso me estimulan. Compongo letra y música a la vez. Tengo un pequeño estudio en casa y también uso el móvil, por ejemplo de noche. Eso sí, suelo ser bastante cruel haciendo la criba”.
No elude preguntas sobre la crítica especializada, la acogida que ha tenido el álbum y si editar con una multinacional resulta penalizador para algunos medios: “Lo creo, lo sé y te da rabia y pena sobre todo a nivel local porque seguimos siendo los mismos. A veces lees cosas tan halagadoras que se pasan y apenas hemos tenido críticas negativas. Sobre todo atendemos las de la gente que nos conoce, las de la familia, que suelen ser muy duras…”.
Paradójico y revelador resulta que apenas se les pinche en Radio 3 cuando, precisamente, han ganado un concurso que promueve RNE o que algunos medios especializados no hayan hecho la debida justicia a un gran disco como es Ley de gravedad.
Sus aspiraciones más inmediatas pasan por “mantenerse y crecer, crecer y mantenerse. Aprender. Vivimos para ello plenamente pero si pudiéramos vivir de ello…”.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 38, MAYO DE 2015
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