
Oscar Abril Ascaso, Ana González y Adolfo Manzano en la presentación del nuevo director de actividades de Laboral, en marzo de 2014. Detrás, el caballito del escultor.
Foto: LABoral / S. Redruello.
Ni siquiera le dio tiempo a colocar fuera el caballito de Adolfo Manzano, que quiso que fuera el símbolo de la nueva etapa que comenzaba y que muchos asociaron al caballo de Troya con el que los artistas asturianos conquistarían por fin la fortaleza inexpugnable de Laboral Centro de Arte. El despido del barcelonés Oscar Abril Ascaso como director de actividades sin que se cumpliera un año de su nombramiento suscita muchos interrogantes y un cruce de acusaciones y reproches mutuos, en los que algunos han querido ver razones políticas.
Luis Feás Costilla / Periodista y crítico de arte.
Según la breve nota oficial emitida por el centro de arte el mismo día del despido, el 16 de febrero, el motivo de una decisión tan drástica sería simplemente “la falta de confianza mutua”, aunque luego la presidenta del Patronato, Ana González, consejera de Educación y Cultura del Principado de Asturias, se encargaría de deslizar motivos más serios, como que su trabajo no garantizaba el cumplimento de la programación anual aprobada. Abril Ascaso, por su parte, negó en un comunicado que su cese se debiera a razones profesionales, dando a entender que existían otras causas, aunque reconocía que él mismo no llegaba a comprenderlas del todo.
En su comunicado, el ya ex director de actividades recordaba que su labor profesional al incorporarse al Centro Arte y Creación Industrial el 6 de marzo del año pasado consistió en la ejecución del programa de actividades proyectado para el año 2014 por su antecesor en el puesto, Benjamin Weil, mientras él iba trabajando en la confección del programa de actividades correspondiente a 2015, que tras algunas reticencias fue aprobado por la Junta Directiva del Patronato en diciembre. “Es, pues, a lo largo de este año 2015 donde cabría ver y evaluar el resultado de mi labor profesional, propiamente dicha. No ahora”.
Posteriormente se supo que había recibido varios toques de atención previos, que se le acusaba de indisciplina y que la notificación de su “no continuidad” le fue entregada en realidad una semana antes de ser efectiva, por lo que puso el caso en manos de una abogada, que recurrió por despido improcedente. Por su parte, la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo de España (ADACE) hizo público un comunicado en el que expresaba su “rechazo” a “una decisión que genera incomprensión y desconcierto en la principal institución de arte contemporáneo del Principado de Asturias”. “Destituir a un director a menos de un año de su nombramiento, sin posibilidad de que ni quiera inicie su programa y pueda valorarse su trabajo, es la forma menos indicada de proceder en la gestión de un proyecto cultural”, dice el comunicado, que considera que el argumento aducido por el Patronato “demuestra que no se ha comprendido la autonomía imprescindible para que un director pueda ejercer sus funciones”.
De bruces con la burocracia
A su llegada al centro de arte en marzo de 2014, Oscar Abril Ascaso hizo, junto a otras propuestas más genéricas, una muy concreta: colocar frente a la entrada principal el monumento ecuestre de madera, en forma de caballo balancín, titulado A los héroes que fuimos, que el escultor Adolfo Manzano concibió en 2007 para la colectiva inaugural Extensiones/Anclajes, que llevó a los artistas asturianos lo más lejos posible de Laboral y se convirtió a su pesar en el emblema de la compleja relación dentro/afuera que caracteriza el contacto del coloso gijonés con su territorio inmediato.
Abril Ascaso no consiguió cumplir su promesa y tampoco ver materializada la principal apuesta del programa de actividades que le fue aprobado en diciembre, un congreso internacional que mezcla arte, ciencia y tecnología en coproducción con la Universitat Oberta de Cataluña y la Fundación Telefónica de Madrid y en el que van a participar numerosas artistas de la performance y del pensamiento post-feminista en Asturias. El acercamiento de Laboral al contexto artístico e intelectual asturiano fue sin duda lo más meritorio del director destituido, que llegó a estudiar la llingua, es declarado iberista y se entendió bien con el sector más alternativo de la cultura joven asturiana. Entre sus defectos, quizá, un utópico idealismo que se dio de bruces con la burocracia y las inercias de un centro de arte que lleva funcionando desde 2007. Como Syriza con la Comisión Europea.

Oscar Abril Ascaso, junto al artista Ánxel Nava, en la manifestación en Oviedo contra el cierre de La Madreña la pasada primavera. Su apoyo a los movimientos sociales era explícito. Foto / Pablo Lorenzana.
Los pies en la tierra
Se podría decir que el proyecto de Laboral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón nunca ha tenido los pies en la tierra, desde que salió de la cabeza de Jorge Fernández León, el ideólogo cultural del ex presidente asturiano Vicente Álvarez Areces. Luego fue abducido por el equipo importado de su primera directora, Rosina Gómez Baeza, y se nombró a dos comisarios-jefe extranjeros, el primero de los cuales, el austriaco Eric Berger, ni siquiera hablaba español ni conocía el contexto artístico nacional: tampoco duró más de un año. Laboral nació, como muchos de los nuevos centros de arte anteriores a la crisis, por encima de sus posibilidades, consiguiendo un reconocimiento general a base de mucho gasto de promoción que más de uno consideró despilfarro, con sueldos excesivos de sus directivos y precariedad laboral en el resto de sus empleados.
Fue la apuesta excesiva de una política cultural trasnochada, planteada de arriba abajo, que con presupuestos recortados se tambalea y contra la que se alineó desde un primer momento Oscar Abril Ascaso, vinculado al Movimiento 15-M, que nada más llegar prestó su apoyo personal a La Madreña, el centro social ocupado y autogestionado de Oviedo. Aunque hay quien ha querido encontrar en esta adscripción la causa de su despido, basta con recordar que varias de las personas que trabajan en Laboral mantienen públicamente las mismas simpatías por la revuelta indignada y participaron activamente en las manifestaciones de 2011, aunque no cuestionen lo institucional. Y es cierto que Ana González no se ha mostrado, como presidenta también de su Patronato, tan controladora y vigilante del nuevo director del Centro Niemeyer de Avilés, Carlos Cuadros, más vinculado al PSOE y cuya actividad está asimismo brillando por su ausencia, pero ninguna fuente cercana consultada menciona la represalia política como motivo real de la destitución de Abril Ascaso. No obstante, si el perfil exigido a los aspirantes no es el adecuado, la responsabilidad es también de quien comete el error de nombrarlos.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 37, MARZO DE 2015
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