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«Bella Ciao», viejas canciones para los problemas de siempre

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«Bella Ciao», viejas canciones para los problemas de siempre

Bella Ciao en una imagen reciente, tras su reaparición. Foto / Riccardo Schwamenth.

Bella Ciao en una imagen reciente, tras su reaparición. Foto / Riccardo Schwamenth.

Steven Forti / Historiador e investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidade Nova de Lisboa.

En junio de 1964, en el “Festival dei Due Mondi”, un importante encuentro de música y danza que se organizaba en la ciudad umbra de Spoleto, se estrenó un espectáculo que marcó indudablemente la música, la canción y la cultura italianas. El título, “Bella Ciao”, representaba ya de por sí un golpe a la cultura burguesa y oficial, con ese guiño explícito a la canción que se transformó en el símbolo de la memoria de la Resistencia contra el nazifascismo en la Italia de 1943-1945. La primera mitad de los años sesenta fueron una coyuntura importante y delicada para Italia. Tras el intento fallido del Gobierno Tambroni de pactar con el postfascista Movimento Sociale Italiano en 1960, la Democracia Cristiana se abrió a pactos con los socialistas: inició la etapa del centro-izquierda. La memoria de la guerra partisana, silenciada y hasta censurada en los años cincuenta, encontraba finalmente alguna grieta por dónde volver a aparecer. Este fue también el caso de “Bella Ciao”.

Impulsado por Nanni Ricordi, director artístico del Festival e importante productor discográfico que apostó fuertemente por la canción de autor en la Italia de aquellos años, y escrito por dos musicólogos de la talla de Roberto Leydi y Filippo Crivelli –ambos una especie de Alan Lomax italianos–, “Bella Ciao” fue el primero de los grandes espectáculos del Nuovo Canzoniere Italiano que se proponía dar a conocer el patrimonio de la canción popular recogida en trabajos de investigación durante la década anterior. Como recuerda el cantautor y escritor Alessio Lega, “fue la primera vez que una versión no ablandada de las canciones populares, cantadas con criterios no comerciales por intérpretes alejados de los tópicos de la época, llegaba a un célebre escenario teatral. Canciones de trabajo, de lucha, de reivindicación política, pero también sencillas canciones de amor eran parte de un programa que no se dirigía a los especialistas o a las fiestas políticas”.

Denuncias y amenazas

El resultado fue sencillamente un shock. Un público compuesto en gran parte por la alta burguesía rechazó abiertamente el espectáculo y explotó cuando Michele L. Straniero, fundador de Cantacronache, interpretó O Gorizia tu sei maledetta, una de las más conocidas canciones antimilitaristas italianas que recuerda la muerte de muchos jóvenes en las inútiles ofensivas para conquistar la ciudad de Gorizia durante la Gran Guerra. Y que dice también: “Traditori signori ufficiali / che la guerra l’avete voluta, / scannatori di carne venduta / e rovina della gioventù” [“Traidores señores oficiales / que la guerra habéis querido, / degolladores de carne vendida / y ruina de la juventud]. Fueron sobre todo estos versos los que desataron la rabia de algunos militares presentes: Straniero fue denunciado por vilipendio a las fuerzas armadas y en las réplicas del espectáculo grupos de extrema derecha amenazaron a los artistas de “Bella Ciao” y a punto estuvieron de hacer estallar una bomba. Con la distancia de los años, Roberto Leydi recordaba que “lo que había determinado el resentimiento del público de Spoleto no había sido Gorizia y los oficiales traidores. ¡Todo el espectáculo les desagradaba! Todo el espectáculo no estaba bien. Molestaba también cuando se cantaban canciones de amor”.

Bella Ciao cuando debutó, en 1964.

Bella Ciao cuando debutó, en 1964.

Y, efectivamente, en “Bella Ciao” había canciones que mostraban los sufrimientos y la fuerza de las clases populares: la creatividad y la vida cotidiana de los de abajo que no habían encontrado espacio en la cultura oficial se mostraban por primera vez. Este era el escándalo. Canciones como La Lega sobre las luchas de los jornaleros en los campos de principios de siglo, cuando nacieron las primeras organizaciones de los trabajadores del campo –las Leghe contadine–, o como Addio a Lugano, escrita por el anarquista Pietro Gori en 1895, canción que relata la expulsión de Suiza de los libertarios italianos. O como Amore mio non piangere, dulce y trágico ejemplo de la vida de las escardadoras (mondine) en los campos de arroz, que era interpretada por una misma escardadora, Giovanna Daffini. O como Povere filandere, sobre el durísimo trabajo de las obreras del textil, y Porta Romana, un canto milanés sobre el hampa y la cárcel. Y muchas otras, que habían estado recogidas en todas las regiones italianas y que unos artistas comprometidos, sinceros y entregados como Giovanna Marini, Giovanna Daffini, Caterina Bueno, Ivan Della Mea, Michele L. Straniero, Sandra Mantovani y el Gruppo di Piadena interpretaban en los diferentes dialectos.

Democracia desde abajo

Después de varias réplicas, en medio de polémicas y amenazas, en 1965 se editó el LP Le canzoni di Bella Ciao, producido por los Dischi del Sole, otra experiencia clave en la Italia de aquello años por lo que concierne la cultura popular. En los años siguientes se escribieron y se representaron otros espectáculos que marcaron la época que empezó con el 68 de los estudiantes y el otoño caliente de los obreros, pero jamás se puso otra vez en escena “Bella Ciao”. Ahí se quedó, como un “mito fundacional” y como un fantasma que aparecía de vez en cuando en la mente de cantautores y apasionados de la cultura popular. Nadie se atrevía a ponerlo en escena o no encontraba la fuerza, los compañeros y los apoyos para intentar esta aventura.

Fue a principios de 2014 cuando Franco Fabbri, apreciado musicólogo e histórico líder de los Stormy Six, grupo de folk-rock italiano de los sesenta-setenta, pensó en poner en escena “Bella Ciao” para los cincuenta años del estreno en el festival de Spoleto. Y así fue: el 11 de junio de 2014 un grupo de cantautores y músicos comprometidos desde siempre con la canción popular (Lucilla Galeazzi, Elena Ledda, Ginevra di Marco, Alessio Lega, Andrea Salvadori, Gigi Biolcati), dirigidos por Riccardo Tesi, volvieron a dar vida a estas canciones en el escenario del teatro de la Camera del Lavoro de Milán. Y a partir de ahí no han parado de tocar en todas las latitudes de la península italiana. ¿Cómo puede un espectáculo que tiene más de medio siglo tener éxito hoy en día? Lo explica con extrema sencillez Riccardo Tesi. Las canciones de “Bella Ciao”, afirma el director de esta nueva versión del espectáculo, “hoy no solo conservan toda su fuerza expresiva, sino que han adquirido una nueva urgencia en el mundo globalizado por sus valores libertarios, pacifistas y cívicos. ‘Bella Ciao’ es una lección de democracia que nace desde abajo”.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 39, JULIO DE 2015

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