Cultures
Con el Centro Niemeyer, luz y taquígrafos
El Centro Niemeyer parece que quiere remontar de nuevo el vuelo internacional. Se han anulado las reformas estatutarias que servían para privatizar el centro y asegurar un cargo vitalicio a Álvarez Areces.
El Centro Niemeyer de Avilés parece que quiere remontar de nuevo el vuelo internacional, tras la bronca intervención de Foro Asturias, justificada por la mala utilización de los dineros públicos, con mucho boato, gastos incontrolados y sueldos excesivos de sus directivos, que dejan una deuda de 1,6 millones de euros, de los que 1,1 son a proveedores. Las medidas adoptadas por el actual Gobierno socialista van efectivamente por el buen camino: se han anulado las últimas reformas estatutarias, que servían para privatizar el centro y asegurar un cargo vitalicio al ex presidente socialista del Principado Vicente Álvarez Areces y eran el origen de la enconada disputa con el partido de Álvarez-Cascos, y la Fundación Niemeyer ha recuperado la gestión y el centro su marca.
El nuevo Patronato, con mayoría pública, confirmó el despido del anterior equipo gestor -sobre el que permanecía abierto un expediente de regulación de empleo-, ratificó el cese de Natalio Grueso como director general tras la marcha de éste a Madrid y despidió al secretario de la Fundación, José Luis Rebollo. Sin embargo, se siguen aplazando la rendición de cuentas y la notificación de las conclusiones de la auditoría externa, se mantiene la incertidumbre sobre el concurso de acreedores y todo parece indicar que el cargo de máximo responsable no saldrá a concurso público internacional a finales de año tal y como se había anunciado, al encomendarse al productor musical Manolo Díaz, anterior presidente del Patronato, la confección de la próxima programación del Centro Niemeyer al frente de un equipo de seis o siete «expertos», cuyos nombres y sistema de elección todavía no han sido desvelados.
La vuelta al oscurantismo podría producir situaciones como la de la exposición inaugural, a cargo del cineasta Carlos Saura, que supuso la cantidad desmesurada de 473.000 euros con unos sobrecostes del 50%, según las cuentas publicadas en exclusiva por esta revista en un artículo de su número de marzo de 2012 que enlazamos a continuación.
¿Quién paga los recibos de Luz?
La cúpula del Centro Niemeyer se inauguró hace un año con la exposición Luz, de Carlos Saura, pero todo son sombras en las cuentas del centro cultural avilesino. Son los únicos gastos que se conocen, de 473.000 euros, y el desglose de las facturas demuestra un despilfarro y una desmesura de verdadero escándalo. La productora Zebra –de la que un hijo de Saura, Antonio, es socio fundador– fue la gran beneficiada.
Por Jaime Santos. Periodista. A los ciudadanos de Avilés les gustará saber que la mitad de lo que costó la exposición Luz del director de cine Carlos Saura en el Centro Niemeyer se recuperó en la taquilla. Según datos de la Fundación que dirige Natalio Grueso, se vendieron 40.000 entradas, que a un precio de entre 5 y 7 euros, jubilados incluidos, consiguieron recaudar unos 200.000 euros. Lo que tal vez no les haga tanta gracia a los avilesinos es comprobar que otros 273.000 euros se perdieron de manera absolutamente injustificable, porque con las facturas de Luz se podría hacer otra gran exposición sobre cómo es posible despilfarrar el dinero público con total impunidad.
Que Luz había costado 473.000 euros lo anunció en la Junta General el consejero de Cultura Emilio Marcos Vallaure, a quien la cantidad le parece inaudita, él que dirigió el Museo de Bellas Artes de Asturias. En aquella comparecencia –en la que el consejero esgrimió dos facturas, de 15.253 y 88.500 euros por el mismo concepto: dirección y coordinación de contenidos–, Emilio Marcos fue criticado por su desmesura dialéctica. Pero más desmesura demuestran las 35 facturas de Luz, a las que pudo acceder esta revista. Son las únicas que presentó ante la Consejería la Fundación Niemeyer. Y lo hizo porque está obligada a presentar al menos una parte de los gastos para acceder a las subvenciones del Principado, que sumaban 3 millones de euros.
Para quien realmente se hizo la luz con la exposición inaugural del Niemeyer fue para la productora madrileña Zebra, del asturiano José Velasco, la gran beneficiada económicamente. Asociada a la asturiana Proima, Zebra se transformó en Asturias en Zebrastur para trabajar para la RTPA desde su inicio. Socio fundador de Zebra es Antonio Saura, hijo de Carlos, productor de cine y responsable de la coordinación de Luz y de atender a los medios en la inauguración de la exposición.
Precios inflados y alquileres absurdos
De las 35 facturas, la más cuantiosa, de 88.500 euros, fue cobrada por Zebra, pero no fue la única. El comisario de la exposición, Asier Mensuro, cobró 10.253 euros, una tarifa razonable para un profesional contrastado; pero a esa factura hay que sumar otra de 5.000 euros exactos emitida por Zebra y abonada a favor del propio Mensuro. Dicho plus podría ser debido a la imprevisión y las prisas que marcaron el desarrollo de esta exposición. Lo cierto es que la dirección y coordinación de los contenidos de Luz costó 103.753 euros, diez veces más de lo que se suele facturar por este concepto en una exposición de similares características.
Zebra también pasó otra factura de 58.904 euros por la producción y realización de imágenes. Una serie de 17 audiovisuales cortos consistentes en grafismo lineal, imágenes en movimiento y escenas grabadas con niños en el entorno de Avilés. Aunque desde Zebra se defiende que para estos trabajos se empleó a muchos profesionales asturianos, lo cierto es que el trabajo de realización, grabación y montaje recayó principalmente sobre la propia plantilla de Zebrastur. Varios profesionales del gremio audiovisual consultados estiman que el precio de estos videos está «inflado». Tampoco resulta fácil comprender los 8.919 euros que se adjuntan en esta misma factura en concepto de gastos y viajes, teniendo en cuenta que la producción audiovisual se realizó íntegramente en Asturias. Estos gastos fueron pagados en su mayoría a favor de la empresa Muchoviajes, que también está vinculada a Zebra a través de José Velasco.
A estos 148.000 euros facturados por Zebra a cargo de la Fundación hay que sumar otros 71.000 en alquiler de pantallas y proyectores a su empresa asociada Proima, con sede en Oviedo. Por el alquiler de un proyector cuyo precio de mercado es de 300 euros la Fundación Niemeyer pagó 1.000 en concepto de alquiler por menos de cinco meses. Otros equipos mucho más caros, como un gran proyector cuyo precio de compra es de 70.000 euros, fue alquilado por 30.000, lo que permitió a Zebra-Proima amortizar el 50 % de este equipo en un solo contrato. Con estas cantidades, el Niemeyer, que inauguraba sus instalaciones, podría haber adquirido muchos de los proyectores y pantallas que se suponen esenciales en un centro cultural de sus características.
ATLÁNTICA XXII se puso en contacto con Zebra Producciones para recabar información sobre los motivos de este aparente sobrecoste, pero la empresa evitó dar detalles sobre estas facturas argumentando una cláusula de confidencialidad incluida en su contrato con el Niemeyer.
Desde Zebra sí defienden que sus tarifas son «más que razonables teniendo en cuenta los precios de exposiciones mucho más caras», llegando a poner como ejemplo muestras en el Museo Reina Sofía o la última exposición del Prado «en la se gastó solo en transportes más de 600.000 euros»; una referencia ésta al coste del traslado de una las colecciones pictóricas más importantes del mundo, la del Hermitage, desde San Petesburgo a Madrid. «Y son razonables –continúan desde Zebra– porque Luz de Carlos Saura situó al Niemeyer de Avilés en España y en el mundo». Los transportes de la exposición Luz, sin embargo, apenas superan los 10.000 euros, ya que la mayoría de material expositivo fue confeccionado in situ o facturado por empresas contratadas. En ningún caso se incluyeron originales, negativos ni otros materiales altamente delicados, salvo una colección de cámaras antiguas cuyo transporte costó menos de mil euros.
Improvisaciones y disparates
En la facturación de Luz no falta el misterio, como corresponde a una muestra que poco tuvo que ver con una exposición artística al uso y que incluía juegos de luces, proyecciones, efectos visuales y gráficos sugerentes que proponían una experiencia sensorial que fue visitada por miles de espectadores.
Hay una factura de 55.000 euros en concepto de honorarios a profesionales emitida por una empresa radicada en Pozuelo de Alarcón que figura como productora cinematográfica. La empresa carece de página web y su nombre no aparece asociado a ninguna producción en los buscadores de Internet. Esta revista no consiguió contactar con ella.
Sin embargo no figura el nombre de José Luis López- Linares, un director de documentales nominado al Goya por El pollo, el pez y el cangrejo real, un film producido por Antonio Saura y Zebra Producciones. López-Linares, que en 2005 dirigió Retrato de Carlos Saura de Zebra Producciones, se encargó de la iluminación de la exposición Luz. Sus honorarios no aparecen especificados en ninguna factura.
Las empresas encargadas de la fabricación e instalación de elementos expositivos, Intervento y la responsable de la promoción gráfica, Think Diseño y Comunicación, ambas con sede en Asturias, coinciden en señalar que se aprobaron sus presupuestos un mes y medio antes de la inauguración, cuando lo normal en este tipo de exposiciones es trabajar con varios meses o incluso años de antelación.
Las continuas ocurrencias de última hora y la necesidad de hacer cambios contribuyeron a disparar un presupuesto que alcanzó cifras de récord. Las empresas encargadas de materializar una exposición que estaba «en la cabeza» de su creador tuvieron que trabajar a una velocidad infernal. Una de las personas implicadas en los trabajos relacionados con la exposición, y que prefiere mantener el anonimato para no perjudicar a su empresa, llegó a calcular que ante los «disparates» que se estaban cometiendo en improvisaciones, trabajos repetidos y ocurrencias, «la exposición alcanzaría los 300.000 euros». Se quedó corto.
Desde Intervento, una empresa madrileña que recientemente ha abierto una delegación en Asturias, defienden que su presupuesto, 98.000 euros, fue varias veces ajustado antes de ser aprobado. Sobre ellos recayó el grueso del trabajo, la confección de las instalaciones, gráficas y oficios (construcciones expositivas) y la adaptación a un espacio completamente curvo, la cúpula del Niemeyer, hecho que dificulta y encarece cualquier actuación. La Fundación Niemeyer debe a Intervento 18.000 de los 98.000 euros presupuestados, pero no es el único pufo que dejó el equipo de Natalio Grueso, que sigue al frente de la Fundación, pese a los ataques del Gobierno de Foro Asturias, a la espera de que se despeje la situación política con las elecciones en el Principado. Desde la Fundación Niemeyer vienen argumentado que esta exposición será rentable cuando se exporte a otros centros culturales. Se habló de Berlín, de Brasil y de otras ciudades de España, pero ningún contrato ha sido cerrado en todos sus términos para exponer Luz fuera de Avilés. Y en las actuales circunstancias parece poco probable que esto ocurra: nadie quiere pagar otra vez semejante factura de Luz.
Pufos, fabadas y Brad Pitt
Es hora punta en Casa Gerardo y Pedro Morán tiene que levantar la voz por encima del ruido de potas y cacharros. «La gente de Avilés tién que preguntase por qué Brad Pitt vino a Avilés y no a Lugo. Este mundo del arte conózcolo yo muy bien. Yo mantengo a 16 families y no tengo ni chófer ni aviones esperándome. ¡Eso no ye gratis!».
Pedro Morán, el propietario de Casa Gerardo y artífice de que la fabada asturiana tenga estrella Michelín, anunció el pasado verano que su empresa Gastronomía Morán abandonaba el restaurante del Centro Niemeyer, frustrando así el proyecto «Bistró», que iba a traer a Avilés a los mejores cocineros del reino. En un intento por abordar la polémica sin perjudicar a la institución, Pedro Morán declaró que abandonaba el proyecto «por falta de afinidad con la dirección del Niemeyer: nos vamos de donde no nos quieren».
Algunos ciudadanos de Avilés, que en los últimos meses habían visto pasear por la ciudad a Brad Pitt, Woody Allen, Kevin Spacey, Jessica Lange, y también a José Mari Arzak, no entendían bien por qué Morán se apeaba de tan glamuroso entorno. Aquellos días en los que Avilés parecía un bulevar de Hollywood, las noches también fueron intensas. Comidas, cenas y sobremesas al más alto nivel en las que lo divino se mezclaba con lo humano. Noches mágicas de geniales ocurrencias que al día siguiente podían tomar forma gracias a la agenda y a la chequera de Natalio Grueso.
Gastronomía Morán ha reclamado a la Fundación Niemeyer mediante un contencioso una deuda superior a 30.000 euros, principalmente en comidas no abonadas. Delicatessen Antonio, encargado de la tienda del Niemeyer, también sufre impagos por parte de la Fundación.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 19, MARZO DE 2012

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