
El doctor Luis Calandre Ibáñez, abuelo de la autora del artículo.
Por Cristina Calandre Hoenigsfeld. “La casa matriz, la escuela de niños en la calle Martínez Campos, era el núcleo fundamental de la secta, habrá de sufrir la suerte de los bienes de todos aquellos que han servido al Frente Popular y a la Revolución marxista. Como en los días gloriosos imperiales, podría arrasarse la edificación, sembrar de sal el solar y poner un cartel que recordase a las generaciones futuras la traición de los dueños de aquella casa para con la Patria inmortal…”.
Este infame panfleto lo escribe Ángel González Palencia en el libro La herencia de la Institución Libre de Enseñanza. Una poderosa fuerza secreta, publicado en San Sebastián por la Editorial Española, en 1940.
Pues mientras que los franquistas recalcitrantes no se atrevieron a “arrasar” el recinto histórico de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) en el paseo del General Martínez Campos en los cuarenta años de franquismo, sí lo hicieron los “pseudoinstitucionistas” de la Transición, que se cargaron su legado y la Residencia de Estudiantes (Junta para la Ampliación de Estudios). Desde 1986, cuando recuperaron los nombres de dichas instituciones y su edificios, fueron creando una red de clientelismo y complicidades, para, utilizando su nombre y su prestigio, ir inventando una historia a su conveniencia, olvidando todo lo que tuviera que ver con el compromiso de los institucionistas, como mi abuelo, el eminente doctor Luis Calandre Ibáñez, y su implicación en el Frente Popular (formado por republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas) para la defensa de la legalidad de la II República.
Desde el año 2006, en que empecé a recuperar la figura de mi abuelo, y hasta hoy, no he parado de intentar desenmascarar a ese grupo de personas e instituciones que intentan darnos “gato por liebre” y parece que lo han conseguido con bastante éxito. Podemos citar entre ellos a José García Velasco, Mercedes Cabrera Calvo Sotelo, Alicia Gómez Navarro Navarrete, Carlos Wert, las hermanas García Lorca, Jerónimo Junquera, Sánchez Ron, Elvira Ontañón, etc. Algunos de ellos pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), institución tradicionalmente controlada por el Opus Dei y con gran responsabilidad en toda esta trama destructiva.
Primero fue la rehabilitación de la Residencia de Estudiantes, desde que en 1989 se redactara el Plan de Ordenación de la Colina de los Chopos por el equipo de arquitectura de Jerónimo Junquera-Pérez Pita. Posteriormente, y desde 1990 hasta 2001, hacen la rehabilitación de los edificios y jardines de la Residencia, cometiendo toda clase de delitos urbanísticos, como la destrucción del refugio antiaéreo que está debajo, construido por la II República durante la Guerra de España en 1937, y a pesar de tener la máxima protección como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1978. Dicho refugio fue para el Hospital de Carabineros que se situó en la Residencia, dirigido por mi abuelo, el doctor Calandre, y que llevó a cabo la curación del 99% de los enfermos de una epidemia de malaria desatada en los frentes de Madrid. Además, en octubre de 1938, y debido a lo bien que cuidaba de los edificios de la Residencia, el doctor Calandre fue nombrado por el Gobierno legítimo de la República subdelegado en Madrid de la Junta para la Ampliación de Estudios.

La Residencia de Estudiantes convertida en Hospital de Carabineros en una fotografía de época.
Toda esta importantísima historia fue ocultada desde el principio por los gestores del legado institucionista, que se aplicaron en inventar y transmitir una historia falsa de la Residencia, haciendo hincapié en poetas y artistas como Federico García Lorca y no en los importantísimos científicos (Negrín, Calandre, Pío del Río, etc.), pues desde el principio se instaló la Fundación García Lorca en los edificios de la Residencia, para ir diseñando dicha estrategia.
Y encima tuvieron la desfachatez de presentarse y ganar el galardón “Sello Patrimonio Europeo” en 2007, cuando lo que habían hecho realmente era destruir el patrimonio europeo.
Luego fue la destrucción del recinto histórico de la ILE en General Martínez Campos en 2008, a pesar de una oposición social que creó un blog en Internet pero no fue suficientemente apoyada por instituciones y medios de comunicación.
Todo esto lo he ido pacientemente investigando y finalmente denunciando, por diferentes medios, como mi libro El doctor Calandre. De la JAE al exilio interior o comunicaciones a congresos, y también a través de más de cien artículos que están en Internet.
Pero, claro, sin el apoyo de los grandes medios de comunicación, que sistemáticamente han ninguneado mi labor de denuncia, haciéndome el vacío. Afortunadamente, en enero de este año 2013, y tras tres años de investigación, el Tribunal de Cuentas hizo un informe demoledor de fiscalización de la Fundación que rige la Residencia (por cierto, presidida desde 1999 por Felipe de Borbón), en el que no sale muy bien parada. Esperemos que no quede todo solo en denuncias y se pase a exigir responsabilidades a los culpables de haber destruido el patrimonio y la historia de la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia de Estudiantes y la Junta para la Ampliación de Estudios.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 27, JULIO DE 2013.
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