
La Guardia Civil ha tenido que intervenir en el Chao Samartín para permitir el trabajo de los arqueólogos de la Consejería de Cultura. Foto / Salvador Rodríguez.
Los bárbaros arrasaron la civilización romana. Parece que no han desaparecido. En un concejo de Asturias limítrofe con Galicia, Grandas de Salime, el alcalde socialista Eustaquio Revilla se ha convertido en el mayor enemigo del Chao Samartín, un castro que es el más importante yacimiento para despejar las muchas dudas que aún perviven sobre la romanización en el Noroeste de la Península Ibérica. Ha cerrado las puertas del castro a los arqueólogos de la Consejería de Cultura, que han tenido que acceder custodiados por la Guardia Civil. El Gobierno asturiano y el PSOE se han plegado al alcalde y han aparcado los ambiciosos proyectos previstos para el Chao Samartín.
La “guerra del Chao” enfrenta a los socialistas
Xuan Cándano / Periodista. El último temporal provocó destrozos en el Chao Samartín, el castro de Grandas de Salime, pero ha originado otro vendaval político aún más grave que enfrenta al Ayuntamiento con el Principado. Ambos Gobiernos son del PSOE y el enfrentamiento se ha convertido en una batalla sin cuartel en los tribunales, que tiene como principales protagonistas al alcalde Eustaquio Revilla y al director de Patrimonio de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, Adolfo Rodríguez Asensio.
El conflicto viene de muy atrás porque Revilla no admite en el Chao la presencia de Ángel Villa, el arqueólogo que lo excava y lo investiga desde hace muchos años con grandes éxitos que han revolucionado el conocimiento de la romanización en Asturias. Villa es además arqueólogo de la Consejería.
Pero todo se precipitó cuando Villa pretendió comprobar los destrozos del temporal en el castro y el alcalde no se lo permitió, un incidente que ya había tenido precedentes. El Principado tuvo que pedir amparo a David Ordóñez, juez del Juzgado Contencioso-Administrativo 4 de Oviedo, y Villa accedió al castro custodiado por la Guardia Civil. Se iniciaba ahí una sucesión interminable de denuncias cruzadas por ambas partes, que continuaban al cierre de esta revista. El Principado denunció ante su propia inspección al alcalde por algunos destrozos en el castro, supuestamente por mal tratamiento de algunos materiales tras una visita de Eustaquio Revilla y del arqueólogo municipal que contrató, Francisco Cuesta, que había sustituido durante el Gobierno de Vicente Álvarez Areces al cesado Pepe el Ferreiro en el Museo Etnográfico de Grandas. También le abrió un expediente sancionador y llevó el caso ante el fiscal por supuesto atentado al patrimonio.
Por su parte Revilla puso una denuncia penal al Principado por supuestas irregularidades en las obras del Chao del pasado verano, aludiendo a fragmentaciones de contratos supuestamente ilegales. Y mantiene otro litigio por la competencia sobre las obras del castro, en las que exige permiso municipal.
Ángel Villa y su equipo pueden acceder al Chao gracias a una prórroga de un mes que concedió el juez en el auto.
Revilla busca el apoyo en este conflicto de la Federación Socialista Asturiana, que no interviene. El amparo del partido, aunque sea con su silencio, viene siendo clave para un alcalde que gana elecciones por mayoría absoluta. La “guerra del Chao” pilla en situación comprometida al presidente asturiano Javier Fernández, que también es secretario general de la FSA y al que esta interferencia entre Gobierno y partido incomoda especialmente.
En esta legislatura la batalla la tiene ganada el alcalde, que ya ha conseguido frenar los planes del Gobierno para el yacimiento más importante de Asturias. Aunque esto le pueda salir caro a la cultura asturiana y a las arcas del Ayuntamiento de Grandas. No llega a 2.000 vecinos, pero tiene un arqueólogo municipal que cobra 46.000 euros y los pleitos de su alcalde los lleva uno de los bufetes más caros de la Autonomía, el de Raúl Bocanegra.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 31, MARZO DE 2014
You must be logged in to post a comment Login