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Atlántica XXII

Habría que investigar la desinversión en investigación

Afondando

Habría que investigar la desinversión en investigación

Manifestación de jóvenes investigadores en Oviedo. Foto / Mario Rojas.

Manifestación de jóvenes investigadores en Oviedo. Foto / Mario Rojas.

Si el futuro de un país depende de la investigación, el de Asturias no parece muy halagüeño. A los recortes y las críticas de partidos y sindicatos a la escasa atención que le otorgaba el Principado en los presupuestos que el Gobierno acabó retirando, hay que añadir la situación del Instituto Tecnológico de Materiales de Asturias (ITMA), donde ha habido despidos. Los afectados dicen que en su gestión prima la ingeniería financiera.

Elena Plaza / Periodista.

El ITMA nació en 1990 como asociación de empresas para, al cabo de unos años, convertirse en Fundación, integrarse en la red de Centros Tecnológicos del Principado y contar con el reconocimiento del Ministerio de Ciencia e Innovación como Centro de Innovación y Tecnología (CIT). Ubicado en el Parque Tecnológico de Llanera, en 2005 abrió una segunda sede en el Parque Empresarial Principado de Asturias (PEPA) de Avilés. Como Fundación cuenta con un Patronato, presidido casi desde sus inicios por Arcelor, y en el que están representados sus proveedores del sector del metal, empresas competidoras entre sí, así como DuPont, Hunosa, la Universidad de Oviedo, el IDEPA y el Gobierno del Principado en las figuras de los directores generales de Innovación e Industria.

Su campo de acción dentro de la I+D se centra en la siderurgia, materiales refractarios y cerámicos, electrónica, nanotecnología, ingeniería y fotónica, además de prestar una serie de servicios tecnológicos como metrología, ingeniería, análisis químicos e integridad estructural. Su plantilla está compuesta tanto por licenciados como por personal técnico y, como requisito para ser reconocido como CIT, debe contar con un porcentaje de doctores del 7% en el primer año, del 13% a los cinco y del 20% a los 10 años. En la actualidad cuenta con 111 trabajadores, aunque los últimos datos publicados son de 2013, cuando su plantilla la formaban 95 trabajadores, de los que 16 eran doctores, 32 titulados superiores y 32 auxiliares de laboratorio. Completaban la plantilla 6 titulados medios y 9 auxiliares administrativos. En cuanto a sus resultados económicos, han disminuido, pasando de los 701.891 euros de excedente positivo en 2011 a los 13.831 euros de 2013.

Despidos

Tras un año sin director general, en octubre de 2012 Íñigo Felgueroso, director de otro de los centros tecnológicos del Principado, Prodintec, es nombrado para este cargo, compartiendo ambos desde entonces. A su llegada mostraba su intención de que el ITMA “liderara la investigación de vanguardia”, aunque en la actualidad se muestra confuso sobre el espacio que los centros tecnológicos deben ocupar. Esta confusión se debate entre generar conocimiento (hacer I+D) o prestar servicios tecnológicos (que no siempre es apoyo a la Innovación) a empresas, en este caso preferentemente a Arcelor. De ahí que la estrategia y el futuro del ITMA parecen estar en el aire, sobre todo a la vista de los despidos que se vienen produciendo en los últimos tiempos, de investigadores fundamentalmente, mientras que los nuevos contratados son auxiliares de laboratorio, talleres y administración.

A principios de esta década comienzan a producirse cierres de áreas, como salud o seguridad y defensa, reestructuraciones de otras y despidos. En el último año se ha cerrado el departamento de óptica (sin competencia a nivel nacional por sus trabajos en holografía), ven peligrar su futuro electrónica y fotónica y han sido despedidos tres investigadores y un informático, mientras que una cuarta investigadora llegó a un acuerdo de resolución del contrato tras presentar una demanda por acoso laboral. Se trata, además, de la mejor investigadora joven de Europa, Nuria Campos, por sus trabajos en grafeno, considerado uno de los materiales del futuro.

Las altas que han tenido lugar en 2015 son once, de las que ocho son auxiliares, un comercial, una técnica económico-financiera y un titulado superior para electrónica. La plantilla pasó de los 115 trabajadores de 2011 a los 95 ya comentados de 2013. De los dos últimos años no hay datos oficiales publicados y tanto desde el ITMA como desde la Consejería de Empleo no respondieron a la solicitud de información de ATLÁNTICA XXII. Tampoco sus responsables accedieron a ser entrevistados.

La sede el ITMA en Avilés, con la chimenea de Arcelor al fondo. Foto / Sergio López.

La sede el ITMA en Avilés, con la chimenea de Arcelor al fondo. Foto / Sergio López.

Ingeniería financiera

Los despidos han sido justificados por “falta de rentabilidad”, aunque en buena medida corresponden a criterios financieros debidos en parte al cambio de la política retributiva, al servicio de una ingeniería financiera en la que los fondos y subvenciones recibidos para proyectos son destinados a una “bolsa común” en lugar de al grupo que capta esos recursos, así no hay constancia de si son para I+D+i o para servicios tecnológicos. De hecho los salarios de los trabajadores, costes indirectos incluidos, se incluyen en los proyectos de I+D no subcontratados a razón del tiempo destinado a ese proyecto (si es del 100%, su salario completo es pagado por esa subvención, no por el ITMA).

Pero la Fundación alega que no es rentable y vincula la productividad a la relación ingresos/empleado en lugar del hacerlo a la de ingresos/gastos, como se recoge en sus estatutos. Esto justifica la falta de rentabilidad de algunos grupos de investigación y su eliminación. El cambio en la política retributiva, además, supone fijar un sueldo variable según unos objetivos tachados de parciales y oscuros por el Comité de Empresa, que no tiene acceso a esa y a otras informaciones básicas, incluida la gestión económica. Pero esto no evitó que se filtraran los sueldos de algunos directores con incrementos de hasta el 27%, mientras que departamentos como fotónica carecían de objetivos.

Encuestas

Tampoco se valora en el ITMA el rendimiento científico, como el retorno económico en proyectos europeos, la colaboración con grupos de investigación punteros en el resto del mundo, la generación de conocimiento y su posterior explotación (de hecho disolvieron las oficinas de proyectos europeos y de transferencia tecnológica) y carece de objetivos científicos, a diferencia de otros centros. No se tienen en cuenta la solicitud de patentes (4 en el caso de fotónica), las contribuciones en congresos o las publicaciones científicas en revistas de alto impacto.

Según los propios extrabajadores, antes de ser despedidos todos han sufrido las mismas pautas de acoso, descalificaciones, aislamiento, bloqueo de acceso a cuentas de correo y equipos informáticos, eliminación de competencias… Es un secreto a voces que el gran impacto mediático de las investigaciones en óptica provocó el malestar de la dirección y el posterior veto a cualquier tipo de difusión de sus actividades. Esto ha derivado en demandas judiciales, sanciones de Inspección de Trabajo y mediación por parte del Principado, cuyo consejero de Economía, Francisco Blanco, se ha posicionado con la dirección del ITMA, respaldando públicamente los despidos.

El ambiente general de desmotivación fue transmitido por el Comité de Empresa a la dirección, que lo niega, amparándose en una encuesta realizada de forma nominativa entre los trabajadores. En respuesta, el Comité realizó una nueva encuesta anónima en la que participaron 66 personas de 100 y en la que Felgueroso recibe un 2,5/10 y la directora financiera, Ana Camporro, un 2,3. La tensión laboral provocó también una crisis interna en el Comité, con la dimisión de cuatro de sus nueve miembros.

Evolucionar para involucionar

La situación actual que se vive en el ITMA ha llegado incluso al Parlamento asturiano. Una situación calificada por el consejero de Economía, Francisco Blanco, como “conflicto interno provocado por el malestar de un grupo de trabajadores que no comparten la visión de la gerencia”. Aunque el ITMA exhibe éxitos de áreas cerradas, como óptica, o en proceso de desmantelamiento, como fotónica, que es un área que reporta un tercio del conjunto de todos los centros tecnológicos de Asturias. “Ambas, además, son las que consiguen una mayor colaboración con empresas”, como señalaba el diputado de IU Gaspar Llamazares en una interpelación parlamentaria, en la que apuntaba “a la desinversión en investigación aplicada”.

La Fundación ITMA, como centro tecnológico, nace por voluntad política para apoyar al tejido empresarial asturiano. Las empresas que conforman su Patronato están en él por miedo a quedar excluidas de un posible reparto de fondos y de otros beneficios, señalaron algunas fuentes a esta revista. De hecho no hacen ningún tipo de aportación económica y su asistencia a las reuniones es testimonial, de modo que el liderazgo lo tienen aquellas escasas empresas interesadas en captar financiación pública a través del ITMA. Empresas que cuentan con sus propios centros de I+D+i, como Arcelor.

Los centros de I+D lo que hacen es generar conocimiento, pero existe una gran confusión entre lo que es Investigación y Desarrollo y lo que es Innovación. Además, al frente de los centros tecnológicos han estado personas de corte político, más o menos competentes en gestión,  pero sin la capacidad y experiencia dinamizadora e innovadora necesarias, con un reparto de cargos de responsabilidad en virtud a relaciones y parentescos, y con una visión cortoplacista y economicista más propia de una empresa que de un centro de investigación. En el organigrama del ITMA, que pivota sobre un Comité Ejecutivo, la dirección financiera tiene una gran influencia.

Aunque existen numerosos estudios que cuestionan la utilización de manera exclusiva de criterios financieros en la dirección de empresas y centros donde las actividades de I+D+i son críticas (el riesgo aquí es algo inherente), no suelen encajar con el perfil conservador de directores financieros como los de ITMA, más pendientes de la cuenta de resultados y de la facturación por prestación de servicios que del desarrollo de arriesgados proyectos de investigación.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 42, ENERO DE 2016

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