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Japón vuelve a la energía nuclear

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Japón vuelve a la energía nuclear

Tras el accidente de Fukushima se anunciaron medidas antinucleares que ahora se olvidan.

Tras el accidente de Fukushima se anunciaron medidas antinucleares que ahora se olvidan.

Rita Álvarez Tudela / Periodista (Kioto, Japón). Cuando han pasado tres años del desastre de Fukushima, que puso en jaque los más avanzados sistemas de seguridad en la planta nuclear japonesa y que dejó en entredicho los planes en torno a esta energía en muchos países del mundo, el Gobierno de Shinzo Abe aprueba ahora seguir utilizando la fisión atómica para generar electricidad.

En el recuerdo queda ya la tarde del 11 de marzo de 2011, cuando un terremoto de 9 grados en la escala Richter en la costa noreste japonesa desató un tsunami, provocando el fallo del sistema de enfriado en la planta nuclear de Fukushima, y se declaraba, por primera vez en la historia, la emergencia nuclear en uno de los países hasta esa fecha más seguros del mundo.

Olas de hasta 15 metros penetraron sin oposición en Fukushima provocando una serie de fallos tecnológicos, que culminaron con la pérdida completa de control sobre los reactores. Se pasó de evacuar a apenas 3.000 vecinos en un radio de 3 kilómetros alrededor del reactor a ampliarlo a 45.000 personas en 10 kilómetros.

En total, unos 140.000 residentes en un perímetro de 20 kilómetros alrededor de la planta tuvieron que ser evacuados por temor a la radiación procedente de la planta nuclear de Fukushima, diseñada por la compañía estadounidense General Electric, que llevaba operando desde 1971.

En algunas zonas de la central llegaron a darse niveles hasta 1.000 veces por encima de lo normal y, en las horas más críticas, se contempló la posibilidad de que se produjese la fusión del núcleo. Un mes después, no había duda, se declaró por segunda vez en la historia el nivel 7 de la Escala Internacional Nuclear y de Sucesos Radiológicos (INES, por sus siglas en inglés).

La gravedad del accidente fue equiparada por los expertos a la explosión ocurrida en la planta atómica de Chernobil en 1986, cuando un reactor de la central nuclear explotó durante unas tareas rutinarias de comprobación de las turbinas en caso de fallo y se declaró ese nivel por primera vez.

Tras Fukushima, Japón se convirtió en el primer país en apostar por eliminar las nucleares para 2030. La decisión valiente y pionera de Tokio fue seguida por los políticos de otros países, que veían en sus calles cómo la población pedía un cierre de las plantas nucleares y un aumento de la seguridad para evitar más disgustos innecesarios.

Ese fue el caso de Alemania, que anunció planes para abandonar completamente la energía nuclear dentro de once años, así como el cierre inmediato de ocho centrales nucleares y el de otras nueve antes del año 2022.

“Como la primera gran nación industrializada, podemos alcanzar tal transformación hacia las energías eficientes y renovables, con todas las oportunidades que eso trae para las exportaciones, el desarrollo de nuevas tecnologías y de trabajo”, decía la canciller alemana, Angela Merkel, hace ahora ya tres años.

Rectificación sin apoyo popular

Pero ahora Tokio da un paso atrás y ha decidido reactivar los proyectos que permanecían detenidos, contemplando incluso la posibilidad de construir nuevos reactores si el suministro energético no fuese estable para la economía del país. Una decisión que podría ser tomada como referente y tendencia, provocando un efecto dominó en otros países.

En estos últimos tres años, se calcula que la industria atómica nipona ha sufrido unas pérdidas de casi 50.000 millones de euros. Y, para el Gobierno actual, la energía nuclear es “una fuente importante” para generar energía eléctrica de manera estable. No hay que olvidar que Japón tiene una dependencia energética del exterior del 90%.

“El plan deja claro que vamos a reducir la dependencia de la energía nuclear a través de una variedad de medidas”, dijo el ministro de Industria japonés, Toshimitsu Motegi, pero sin concretar qué porcentaje sería dedicado a las renovables y cuál a la nuclear.

En planes anteriores, el objetivo de Japón estaba fijado para que las fuentes de energía renovables llegasen a contribuir con un 13,5 % de la generación total de energía en 2020 y alrededor del 20% en 2030.  En 2012 fue de alrededor del 10%.

También en marzo, el Parlamento japonés aprobó dos tratados nucleares con Turquía y Emiratos Árabes Unidos para permitir que el país comience a exportar su tecnología nuclear y equipamiento relacionado a ambos países. El acuerdo había sido inicialmente realizado por el primer ministro, Shinzo Abe, durante su visita a los dos países el pasado mes de mayo, pero las deliberaciones parlamentarias fracasaron debido a que el sentimiento antinuclear se encontraba al alza.

Pero no hay que olvidar que, en total, Japón cuenta con tratados nucleares con 11 países y está planeando firmar otros similares con Brasil y la India. Pero esta vuelta a lo nuclear no goza de apoyo unánime en Japón, si bien finalmente el primer ministro, Shinzo Abe, convenció a los miembros de su Partido Democrático Liberal, así como a su aliado de coalición, el partido Nuevo Komeito, que en un principio se opone a la energía atómica, pero que en esta ocasión ha aceptado el borrador final del plan.

Muchos japonenes no han podido regresar aún a sus hogares.

Muchos japonenes no han podido regresar aún a sus hogares.

Una encuesta reciente del periódico japonés Asahi muestra que casi el 80% de los encuestados apoya una salida gradual de la energía atómica. Y, en la misma línea, miles de personas se manifestaron en contra de la energía nuclear cerca de la sede parlamentaria en Tokio, mientras que Greenpeace emitió una fuerte condena del plan.

Aprender de la catástrofe

El responsable de Clima y Energía de Greenpeace en Japón, Hisayo Takada, se refirió al Nuevo Plan Básico de Energía como lo más cercano a un “plan básico de apoyo empresarial” para las empresas de servicios públicos y de la industria nuclear.

Para este activista es “totalmente inaceptable seguir usando un método de generación de electricidad tan peligroso durante otros 20 años. El Gobierno y los políticos deberían aprender de la catástrofe nuclear de Fukushima y hacer realidad el futuro sin nucleares que muchos ciudadanos quieren”, explicó Hisayo.

Takada pide objetivos claros: “Es un problema que no hay objetivos numéricos específicos en el plan para el aumento de la energía renovable. La reducción de costes y la innovación de energía limpia sostenible están progresando día a día. Si el Gobierno es serio acerca de la ampliación del uso de las energías renovables, ya que se repite muchas veces, se debe predicar con el ejemplo para crear una visión clara del futuro, incluyendo metas numéricas”.

Otra de las campañas que intentan hacer desde Greenpeace es que los administradores y proveedores de las centrales nucleares tengan responsabilidad civil. “A raíz del accidente de Japón se ha visto que la compañía General Electrics y Tokyo Electric Power no tienen ninguna responsabilidad civil en caso de accidente y eso ocurre a nivel internacional”, explicó Rosa Montón, responsable de la Campaña Nuclear de Greenpeace.

Divorcios nucleares

Quizá los grandes olvidados del desastre de Fukushima son las 100.000 personas que siguen viviendo en casas temporales y que no pueden volver a sus hogares. Uno de los fenómenos que han surgido son los genpatsu rikon o divorcio nuclear, es decir, parejas que se han separado por no llegar a un consenso sobre el estilo de vida a seguir tras el accidente nuclear. Para algunos ha supuesto una separación formal con niños de por medio; para otros, vivir separados pese a que quieren continuar con su matrimonio.

Según denuncia un informe de Greenpeace, en la mayoría de los casos las madres dejan en la prefectura de Fukushima a sus maridos, que se quedan por motivos laborales o porque no creen que la radiación sea perjudicial, y ellas prefieren irse a un lugar más seguro en el que sus hijos puedan crecer sanos.

En el caso de la señora Saito, el problema empezó por las continuas discusiones con su marido, sobre si sus hijos podían jugar al aire libre, unido a la obsesión por lavar sus ropas para evitar el riesgo de radiación. La preocupación se convirtió en una carga psicológica insoportable y acabó traduciéndose en divorcio tan solo un año más tarde. Ahora vive con sus hijos en las montañas de Nagano, a casi 400 kilómetros al suroeste de la ciudad de Fukushima. “Sentí que no tenía otra opción si quería protegerlos”, dice ella. “Ha sido muy duro”, admite. “Toda nuestra familia está en Fukushima. Los niños ven a sus abuelos con suerte dos veces al año”.

Una manifestación antinuclear después de la catástrofe de Fukushima.

Una manifestación antinuclear después de la catástrofe de Fukushima.

Reservas de plutonio japonesas

Otro aspecto que preocupa a nivel internacional, y en especial a la vecina China, son las reservas de plutonio y de uranio que tiene Tokio, si bien, en la última cumbre de seguridad nuclear en La Haya, Japón fue uno de los 35 países participantes que se comprometió a fortalecer las medidas de seguridad a través de  autoevaluaciones y evaluaciones externas.

En ella, tanto China como Corea del Sur expresaron su preocupación por la entrega de Japón a Estados Unidos más de 315 kilos de plutonio y uranio altamente enriquecido capaces de ser usados con fines militares. “El uranio altamente enriquecido es un problema que podría generar riesgos de seguridad y de proliferación nuclear”, dijo  la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunyin, quien añadió que se deben abordar las dudas de la comunidad internacional. “¿Tiene Japón uranio altamente enriquecido de grado para producir armas? ¿Cuánto almacena Japón?”, preguntó Hua, destacando que China pide a Japón que adopte una actitud responsable y dé sus respuestas al mundo.

Mientras, en la octava reunión de la Iniciativa para el Desarme y la No Proliferación (NPDI), celebrada en 2014 en la ciudad japonesa de Hiroshima, en la que participaron los ministros de Exteriores de 12 países, se pidió a las grandes potencias más esfuerzos para reducir su arsenal atómico. Así, el ministro de Exteriores japonés, Fumio Kishida, afirmó que su país “liderará los esfuerzos internacionales para el desarme desde el profundo conocimiento de las consecuencias humanitarias que tiene el uso de armas nucleares”.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 32, MAYO DE 2014

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