Los socialdemócratas españoles han logrado emular el logro de sus camaradas franceses en una jornada electoral en la que ha cobrado un papel protagonista la irrupción de VOX y la nueva correlación de fuerzas entre los partidos de derechas
Mario José Diego Rodríguez
Sindicalista jubilado
La socialdemocracia consiguió repetir el logro que sus camaradas franceses alcanzaron: hacer creer que la extrema derecha podía gobernar. La diferencia entre lo que pasó en Francia, en su tiempo, es que aquí no se trataba de votar a la derecha para que no gobierne la extrema derecha –cosa que no podía ocurrir, insisto–, aún no estamos ahí, se trataba de votar útil para impedir que se repitiera lo que ocurrió en Andalucía.
Pero lo que ocurrió en las autonómicas de Andalucía no se podía repetir en las generales y no porque esta vez consiguiésemos una fuerte participación. Lo que ocurrió en Andalucía ha sido circunstancial. Aunque el PSOE hubiese podido gobernar, la presencia de Vox en el parlamento andaluz estaba asegurada. Los votos obtenidos por Vox no se debieron a un movimiento del electorado hacia este partido, sino, principalmente, a un trasvase de votantes del PP.
Es ese trasvase a favor de Ciudadanos y de Vox que se ha vuelto a repetir en estas elecciones generales. Lo que se ha repetido como en Andalucía, ha sido un reequilibrio de la correlación de fuerzas en el campo de la derecha. ¿Quiere decir esto que la presencia de la extrema derecha en el parlamento no debe preocuparnos? De ninguna manera, es más, deberíamos empeñarnos en encontrar una solución apropiada, porque de no ser así, no será la papeleta en una urna ni un gobierno de izquierda quienes nos ayudarán para ponerle un freno.
El bloque reaccionario en su conjunto obtuvo 11 millones de votos, los mismos 11 millones de votos obtenidos por el PP en las elecciones generales de 2011, estas cifras confirman que hemos asistido al dicho reequilibrio en el campo de la derecha y no a un auge de la extrema derecha que hubiese supuesto un desplazamiento amplio de una parte del electorado hacia sus tesis. Fenómeno al que hemos asistido, sin embargo y en su tiempo, con la irrupción de Podemos en el paisaje político de nuestro país.
Esto dicho, en el ambiente reaccionario en el que se celebraron estas elecciones y la presencia de la extrema derecha en el Congreso de los diputados, deben llamarnos la atención. Las consecuencias de la crisis económica y social empeoran y, en ningún caso, el ruido generado por estas elecciones debe tapar el saldo de dicha crisis: millones de personas excluidas socialmente, incremento de la precariedad y empobrecimiento general de la clase trabajadora. Como si fuese poco, ya nos están anunciando otra crisis, que en realidad, para nosotros, es la continuidad de la anterior.
Los ERES se sustituyen a otros ERES que afectan a todos los sectores: Banca, Alimentación, Industria o Telecomunicaciones. Banco Santander, Dia, Alcoa, Airbus o Vodafone son algunos de los ejemplos. Los resultados de estas elecciones como los de cualquier otra, solo determinan de qué manera –por las buenas o por las malas– los posesores de los medios de producción nos impondrán su dictadura económica y nos harán pagar la crisis que ellos mismos han generado.
No tenemos nada que festejar o lamentar, dejemos esto a los a los vendedores de ilusiones y nosotros ocupémonos con la preparación de una respuesta contundente a la situación que nos están imponiendo. Sea cual sea quien gobierne, más tarde o más temprano –cuanto más temprano mejor– tendremos que paralizar el país poniéndonos en huelga, ocupando las empresas e invadiendo las calles. Solo así podremos poner un término a la explotación y a la extrema derecha.
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