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Atlántica XXII

Laboral Centro de Arte, la agonía de un gigante

Cultures

Laboral Centro de Arte, la agonía de un gigante

El Archivo de Artistas Asturianos, entre frascos de lejía.

El Archivo de Artistas Asturianos, entre frascos de lejía.

Patricia del Gallo / Periodista.

Lo que en su día fue un espacio diáfano, de casi 1.000 metros cuadrados, es ahora una sala panelada con varios estudios, de los que solo uno está ocupado. “No podemos manejar espacios tan grandes, que nos superan, así que se han hecho parches, para hacernos con él”. Nos lo cuenta un trabajador de Laboral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón durante una visita. Solo una de las salas contiene algo, una exposición. El resto están vacías.

Pero no solo eso. Las fotografías que llegan a esta revista nos muestran el deterioro y abandono en que han caído unas instalaciones de 14.000 metros cuadrados inauguradas en 2007. En uno de los pasillos de la zona privada, un cubo recoge las goteras del techo. No es el único que hay en el edificio. Pero la peor parte está en los laboratorios y el centro de producción, auténtico corazón de Laboral. En la Mediateca Archivo, que en su día pretendía albergar a “cerca de 200 artistas en activo desde 1950 hasta la actualidad, y que siempre está en proceso de crecimiento”, según dice la web, el espacio destinado a los creadores asturianos lo ocupan varios botes, entre ellos uno de lejía. El resto de estantes están vacíos.

Muchos de los libros que se adquirieron en época de bonanza para ocuparlos se almacenan en una sala anexa que se inunda. La mayoría “seguro que están ya inservibles”, cuentan los trabajadores. La web anuncia que la “Mediateca está fuera de servicio por problemas técnicos: disculpen las molestias”. Lleva un par de años cerrada por la humedad, que también ha empezado a hacer mella por las paredes de la sala de proyectos, de 2.000 metros cuadrados, que hace meses que no se abre.

Técnicos despedidos que figuraban de limpiadores

Las humedades se comen las instalaciones por falta de mantenimiento.

Las humedades se comen las instalaciones por falta de mantenimiento.

Pero el centro también se desmorona en lo laboral. El pasado 1 de abril cesaron 7 de las 16 personas que trabajaban en él. Aunque la plantilla nunca fue muy grande, ahora ha alcanzado la mínima expresión, 9 trabajadores. Ese deterioro ha sido lento, como las goteras que caen al cubo.

A lo largo de los últimos años a los ahora “cesados” se les fueron modificando las condiciones. Primero algunos estuvieron contratados por las empresas Lacera e ISS como trabajadores de limpieza, aunque en realidad alguno, como Alfredo Aracil, figuraba en el staff del centro como responsable de proyectos. Situación similar a la del coordinador de Audiovisuales Sergio Redruello o a la de Diego Ugalde, a los que, como autónomos, se les obligaba a fichar, tenían tarjeta de seguridad para acceder a todas las zonas reservadas del edificio, correo corporativo y trabajo a tiempo completo, además de ocupar cargos de responsabilidad, según consta en la denuncia que tienen presentada en el juzgado. Todos ellos finalizaron su relación con Laboral y aseguran que les deben dinero.

Los afectados denuncian que se cubrían puestos estructurales con trabajadores autónomos, como si de trabajadores laborales se tratase, y que su marcha pondrá en riesgo los proyectos. Reconocen que entraron sin ningún proceso de selección pero creen que sería bueno haberlo hecho hace años, cuando fueron contratados, y “no darse cuenta ahora”. No quieren salir a título individual en este reportaje por miedo a represalias y por encontrarse un proceso judicial abierto.

Un proceso que contradice la única versión oficial dada hasta el momento. El consejero de Educación, Genaro Alonso, aseguraba en el Parlamento, tras saltar a la luz la situación laboral y en respuesta a una pregunta de Podemos, que “las bajas (de esos trabajadores) no ponen en riesgo el plan de actividades”. Alonso negó la mayor: “La relación de los autónomos es puramente mercantil. No se ha producido ninguna ilegalidad”. Y echó balones fuera: “El modelo de gestión le corresponde a la Fundación Laboral Centro de Arte”, pese a que Vicente Domínguez, viceconsejero de Cultura, preside el Patronato. Domínguez se ha negado a responder a esta revista para dar su versión sobre lo que está sucediendo, que otras fuentes achacan al intento de conquista del centro de arte por parte de Recrea, la sociedad de gestión cultural del Principado.

Muchos recuerdan aquellos comienzos cuando Rosina Gómez-Baeza, la primera directora del equipamiento gijonés, regresó a Asturias procedente de Arco, de la mano de Jorge Fernández León, el ideólogo cultural del entonces presidente, Vicente Álvarez Areces, con su equipo y grandes ambiciones. El presupuesto rondaba entonces los 3,8 millones de euros (ahora son poco más de 2). Era la época de enormes y costosas exposiciones.

Grandonismo, ocurrencias y disparates

De aquellos años de “grandonismo” se acuerda bien el crítico de arte y comisario Fernando Castro Flórez, un amante de Asturias y de los artistas asturianos, a los que, asegura, Laboral “dejó totalmente de lado”. No olvida aquellas inauguraciones a las que se invitaba a la prensa y crítica de Madrid (entre las que se encontraba), viaje y estancia incluida, y aquellas espichas posteriores en las se combinaba la cocina de vanguardia y la fabada. Un completo con el que, dice, “se ganaban buenas críticas”. A los críticos de arte asturianos, en cambio, se tardó año y medio en convocarlos a las inauguraciones. También recuerda que, “cuando nos íbamos los críticos y la prensa, en aquel edificio no quedaba nadie. Era un erial, puesto, eso sí, en plan fashion, pero sin visitantes”.

Laboral y lo que se hacía entonces en ella era para Castro una mezcla de “ocurrencia” y de “disparate”. “¿Cómo nadie pensó que en lugar de hacer un centro de arte moderno del que Asturias carecía, más humilde en metros cuadrados, se podía hacer un centro inmenso dedicado únicamente al arte tecnológico? Era algo descabellado. Una quimera”. Laboral, asegura, “se llevaba tanto dinero que al final desnudaron cientos de proyectos culturales y a decenas de artistas asturianos, que seguían sin fondos ni un lugar en el que poder exponer”.

Los 14.000 metros cuadrados del complejo resultan inmanejables.

Los 14.000 metros cuadrados del complejo resultan inmanejables.

Uno de esos artistas asturianos que rozó solo la posibilidad de usar Laboral fue Adolfo Manzano. Lo suyo ha sido otro gran despropósito de la dirección. Su obra A los héroes que fuimos, un enorme caballo de madera realizado con motivo de la exposición Extensiones/Anclajes de 2007, fue adquirida en 2014 por el equipamiento gijonés a propuesta del entonces director Oscar Abril Ascaso. La idea era que fuera el emblema y la imagen del centro y ubicarla en el exterior. Algo así como el Puppy del Museo Guggenheim de Bilbao. El acuerdo estaba firmado pero a Abril Ascaso lo echaron y ahora su pieza está almacenada esperando que alguien le busque lugar. A día de hoy, nadie le ha dado al artista una explicación.

Es de los que piensa que no se podía construir un centro de esa magnitud pensando solo en las nuevas tecnologías: “¿Y el resto del arte?”. También recuerda aquellos primeros años de Laboral en los que “se primó la cultura del espectáculo, con grandes puestas en escena. Se buscaba solamente lo lúdico y aparente”. Su paso por el equipamiento gijonés fue participar en aquella primera exposición y en un taller infantil. Otro hecho que demuestra el desastre de gestión que parecía haber era la forma en que se contrataba. “Tras impartir el taller y ver que no cobraba pregunté y me dijeron que no había firmado ningún contrato. ¡Increíble! ¿No se habían dado cuenta?”. Aquel mismo día, enviaron a su casa a un motorista con un contrato y el dinero de algo que había hecho hacía meses. “Se hicieron cosas absurdas”, asegura. La sala donde impartió aquel taller, conocida como La Nave, tiene unos enormes ventanales con cristales pequeños, de unos 30 centímetros. El día antes, Aute había dado un concierto que comenzó a las seis de la tarde. Por ello la dirección había decidido pintar aquel centenar de piezas de cristal de negro para que no entrara la luz. “Meses estuvieron los operarios rascando pintura”, aseguran los que trabajaron allí entonces, e incluso a día de hoy son visibles los restos de aquel desaguisado. “¿No hubiera sido más sencillo tapar aquella especie de vidriera con telas negras?”, dice Manzano.

La programación se ha hecho menos ambiciosa. Pero hay quien dice que no se ha ido a peor. Los hasta hace unos días trabajadores creen que era “una necesidad”. “En los últimos años, como ya no había tanto dinero, se aprovechó el talento y los recursos humanos. Se realizaron exposiciones más pequeñas, se potenció la producción de artistas locales o nacionales, talleres para niños, programas educativos… Es un acercamiento al público asturiano, que al fin y al cabo es quien lo paga y quien lo debe disfrutar”, aseguran. Aquella proyección internacional se ha vuelto un intento de conexión con el entorno. Reconocen que costará, por ese recelo suscitado desde los inicios entre los artistas asturianos, a los que se invitaba a Laboral con cierto paternalismo.

El abandono de Laboral Centro de Arte es evidente.

El abandono de Laboral Centro de Arte es evidente.

Cinco directores en nueve años

Más de treinta personas, entre ellos los artistas Blanca Prendes, Paco Nadie o Pablo Und Destruktion, han emitido una declaración apoyando al personal de Laboral y rechazando la “falta de compromiso institucional” con el centro. Pero reconocen que, paradójicamente, vive en otros aspectos “sus horas más fructíferas”. En cuanto a las relaciones internacionales, dicen que “muchos esfuerzos comienzan a dar sus  frutos”. Se inicia una nueva etapa en la que “la posibilidad de explorar otras oportunidades fuera de los límites del Estado español es por primera vez real, facilitando, al fin, la salida al campo internacional de los proyectos creativos, tan necesaria en el caso del arte asturiano, por ser esta una de sus carencias endémicas”. Este grupo de gestores y artistas considera que Laboral se ha convertido en la “herramienta que sirve de base tecnológica sobre la que impulsar y desarrollar proyectos artísticos”.

Ángel Antonio Rodríguez, crítico de El Comercio y delegado en Asturias del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), cree que hay que defender lo que queda. “No podemos derribarlo ahora”, aunque reconoce que “se hicieron cosas muy mal al principio”. Se optó por un modelo muy “arriesgado”. “Un centro tan específico como se planteó no existía ni siquiera en nuestro país. El problema es que hicieron un centro así sin contar con la gente del entorno. Los políticos que lo defendieron y los que gestionaron Laboral siempre estuvieron encerrados en sí mismos, no supieron comunicar lo que había ni a Gijón, que considera esa zona demasiado alejada de la ciudad, ni al resto de Asturias”.

Aquello, “tal y como estaba concebido, no podía cuajar”, dice Rodríguez. “Apostar por nuevas tecnologías es dedicarse a un número muy pequeño de artistas”. Lo cierto es que la producción supone en la actualidad en torno al 90% de la actividad del centro. Pero no genera dinero. La mayoría de los artistas llegan con los recursos contados y a veces las becas que logran apenas dan para cubrir gastos. El Principado pone el 80% del presupuesto. El resto los patronos. Solo de gastos de agua, luz e Internet (la calefacción y el aire acondicionado son prácticamente inexistentes) el gigante de Laboral se lleva anualmente unos 400.000 euros.

A todo ello se suma que Laboral estuvo más de un año y hasta el pasado 15 de abril sin director artístico. En el último concurso (el anterior se declaró desierto) se pidió en el perfil “tener conocimiento de la realidad artística y patrimonial de Asturias”. La alemana Karin Ohlenschläger fue finalmente la elegida para dirigir el futuro de un equipamiento que conoce, ya que participó en el pasado en algunas actividades, pero aún no ha tenido tiempo de dar muestras de su conocimiento de lo que se hace en Asturias. Lo que sí ha demostrado es que le gusta el riesgo al convertirse en la quinta directora del centro en menos de una década, ya que, como dice el crítico Fernando Castro Flórez, “para querer dirigir algo así, hay que ser un poco kamikaze”.

A la presentación de la nueva directora algunos trabajadores acudieron con camisetas en las que se podía leer: “Precariedad Laboral”. El enfado del viceconsejero de Cultura fue evidente, hasta el punto de que ordenó a la gerente del centro, Lucía García, que prohibiese a los trabajadores de Laboral asistir en adelante a las ruedas de prensa o que, en caso contrario, se les descuenten esas horas de su salario.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 44, MAYO DE 2016

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