
Un joven pasea en bicicleta por delante de una de las casas que inspiraron al colectivo Assemble. Foto / Rita Álvarez Tudela.
Las casas adosadas en el barrio de Toxteth en el sur de Liverpool estaban a punto de ser demolidas hace unos meses. Así había sido planeado en años anteriores. Sin embargo, un capricho de la historia les dio un giro radical. Llegó un grupo de 16 artistas del colectivo Assemble y vieron en ellas el potencial para plasmar uno de sus proyectos. El resultado ha sido premiado con el Premio Turner de arte contemporáneo, que la británica Tate Gallery otorga anualmente desde 1984.
Rita Álvarez Tudela / Periodista (Liverpool).
La historia de esas viviendas se remonta a comienzos del siglo XIX, cuando fueron construidas para albergar a artesanos. Sin embargo, se vieron muy afectadas por los disturbios de 1981 entre la policía y la comunidad negra que vivía en esa zona, que veía demasiadas injusticias hacia sus jóvenes. La violencia se extendió tomando como espejo las duras protestas en el barrio londinense de Brixton. Eran años en los que Reino Unido vivía una profunda recesión y Toxteth tenía una de las tasas de desempleo más altas del país.
De la violencia al arte
Las huellas de aquellos violentos enfrentamientos entre la multitud enfurecida y la policía hace 35 años siguen siendo palpables ahora en muchas paredes de esas calles. Cientos de vecinos se fueron de la zona, muchas tiendas siguen sin tener sus puertas abiertas y el Ayuntamiento había decidido que mejor demoler las casas a que siguieran cerradas y siendo un foco de problemas.
Eso no evitó que los propietarios de los locales lucharan constantemente contra los planes de demolición y por salvar sus casas. De hecho, durante la última década Liverpool ha protagonizado un profundo lavado de cara, en especial en 2008, cuando se convirtió en Capital Europea de la Cultura y vivió una gran transformación. Entre las últimas acciones, los vecinos plantaron flores en las aceras, pintaron casas vacías, montaron un mercadillo mensual y organizaron un huerto comunitario en el que poder cultivar.
Lo que no imaginaban era la aparición de una visión sostenible para esta área, centrada en remodelar las viviendas, el espacio público y crear nuevos trabajos y oportunidades empresariales. Además, las dos casas que encontraron en peor estado fueron convertidas en un jardín de invierno, acristalando el techo, cuenta Joe Halagan, uno de los miembros del colectivo Assamble. Sin embargo, la prioridad fundamental era celebrar el valor del patrimonio arquitectónico y cultural de la zona, la participación del público y mantener vivo el espíritu de bricolaje para definir las señas de identidad de esas cuatro calles.
“Hay un montón de cosas realmente difíciles sobre la liquidación de activos de una comunidad y la dispersión de la misma, sobre todo después de los disturbios de los años ochenta”, explica Fran Edgerley, una de las integrantes de Assemble. “Hay una señora aquí que ha sido echada de la calle Granby de forma repetida cuatro veces y luego ha tenido que ver las casas vacías y en pie durante otros diez años”.

Visa general de la calle Ducie, en el sur de Liverpool, donde tuvieron lugar las protestas raciales de 1981. Foto / Ritta Álvarez Tudela.
Un antes y un después
Este proyecto supone un antes y un después para Assemble, al ganar el prestigioso Premio Turner. Llevaban trabajando juntos desde 2010, cuando transformaron una gasolinera abandonada en Clerkenwell Road en un cine, llamándolo The Cineroleum. Son ante todo un grupo de amigos, la mayoría graduados en Arquitectura por la Universidad de Cambridge en 2009. Pero tenían ganas de hacer algo diferente. No fue fácil. Lo hablaron durante unos ocho meses en reuniones improvisadas en fiestas y mientras tomaban unas copas en las casas de muchos de ellos.
Lo que parecía un pasatiempo pasó a ser algo más serio cuando transformaron el aparcamiento de New Addington en una plaza pública en el suburbio de Croydon, al sur de Londres. Ponen en el asador diseño y arquitectura, pero también arte, dándole una conexión directa al público durante el proceso de creación.
“Los diseños se basaban en la creación de elementos para reemplazar a los que habían sido despojados de las casas durante el proceso previo a la demolición”, cuenta Edgerley. Así, se habían arrancado todas las chimeneas y las telas, pero también cualquier señal de que allí hubiese habido vida y tampoco quedaba rastro de la personalidad de cada uno de los hogares. Mientras, su compañero Lewis Jones enfatiza la importancia de apoyar a los residentes locales, “realmente han luchado mucho y han ganado la partida”.
Tras dos años de duro trabajo, llegó la nominación al premio, pero no todos dentro del colectivo lo vieron con buenos ojos. De hecho, estuvieron a punto de no aceptarla porque algunos tenían miedo a ser endorsados en una forma de arte que no pretenden hacer. Además, hay que recordar que cada mes de diciembre, cuando se falla el Turner, que premia a artistas de menos de 50 años afincados en Reino Unido, hay siempre mucha controversia y muchos se preguntan si de verdad esto es arte.
Y eso volvió a suceder cuando Assemble se convirtió en el galardonado de la última edición. Para muchos, los Turner se habían creado su propia tumba, para otros ampliaban su audiencia y bajaban a la tierra. Lo cierto es que desde el museo londinense Tate les otorgaban 25.000 libras (unos 35.000 euros) y el jurado aplaudía la fuerza de trabajo de los artistas. Ahora solo queda esperar a ver dónde ponen la mirada en sus próximos proyectos.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 43, MARZO DE 2016
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