(La puerta entreabierta separa a un tipo trajeado de una señora con bata raída, de andar por casa)
ELLA.- ¿Cómo se atreve?
ÉL.- ¿Perdón?
ELLA.- ¡¡¡Atrás!!!
ÉL.- Solo es un segundo. Mire…
ELLA.- ¡¡¡No se me acerque!!!
(La señora trata de cerrar, el tipo se interpone)
ÉL.- Le dejo nuestro programa y si tiene alguna duda o necesita…
ELLA.- ¡Que me deje en paz, joder! ¿Está usted sordo o qué?
ÉL.- No, señora, yo solamente…
ELLA.- Nos llenan los buzones de propaganda, nos atosigan con megafonía, se atreven a llamarnos por teléfono, a pedirnos el voto por la calle y encima tienen los santos cojones de…
ÉL.- Es nuestra campaña puerta a puerta.
ELLA.- ¡¡¡Policía, socorro, policía!!!
ÉL.- Oiga, ¿pero qué hace?, ¿se ha vuelto usted loca?
ELLA.- ¡Sin insultos, eh! ¡¡¡Policía!!!
ÉL.- Oiga, como siga usted gritando le…
ELLA.- ¿Me está amenazando o qué?
ÉL.- No, señora, yo solo le digo que…
ELLA.- ¡Siga, sí, dígalo, venga!
ÉL.- ¿Qué?
ELLA.- Acoso, amenazas, coacciones… ¡Venga, no se corte!
ÉL.- ¿Pero esto qué es?
ELLA.- Eso digo yo.
ÉL.- ¿Nos hemos vuelto locos?
(El tipo recula con los ojos como platos)
ELLA.- ¡Locos, sí, eso parece! Aquí se protege a los estafadores de los estafados.
ÉL.- ¿Cómo dice?
ELLA.- Incumplís vuestro programa electoral y os acordonan vuestro portal.
ÉL.- ¿Qué?
ELLA.- ¡Nos esclavizáis y os pagamos la escolta!
ÉL.- Pero, señora…
ELLA.- No soportáis las críticas, las manifestaciones pacíficas…
ÉL.- Oiga, mire, yo…
ELLA.- Vivís atrincherados y pretendéis ejercer el poder sin control alguno por parte de los ciudadanos.
ÉL.- ¿Pero de qué está hablando?
ELLA.- Queréis vivir en la impunidad, sin saber nada de nosotros, sin sufrir ninguna incomodidad. Pero, ay amigo, en tiempo de campaña sí. ¡En campaña todo cambia!, ¿verdad?
ÉL.- Yo solo he venido a informar.
ELLA.- (Cayéndose de un guindo) Claro, claro. Acción directa. Puerta a puerta.
(El tipo se relaja un instante y despliega uno de sus folletos tratando de ser divulgativo)
ÉL.- En efecto, mujer. La idea es explicar lo que hemos hecho y lo que vamos a hacer, pero así, cara a cara, sin intermediarios, con una comunicación más…
ELLA.- (Fuera de sí) ¡¡¡Socorro, policíaaa!!! ¡¡¡Policía!!!
ÉL.- (Atónito) Pero, oiga…
ELLA.- ¡Al ladrón, al ladrón!
ÉL.- ¿Ladrón? ¿Yo?
ELLA.- Quienes roban el futuro y las ilusiones de la gente honrada, ¿no deberían quedar expuestos ante la sociedad? (Pausa) ¿Pero qué coño hace la policía?, ¿por qué no viene ya?
ÉL.- Oiga, mire, yo no sé qué clase de juego…
ELLA.- ¡Socorro, policía! ¡¡¡Que me violan!!!
ÉL.- ¿Yo? ¿A usted?
(Silencio sepulcral. La señora, súbitamente circunspecta, fulmina al tipo con su mirada)
ELLA.- Nuestro hogar se puede y se debe violar con una injusta ley en la mano, ¿no?
ÉL.- ¿Pero qué dice?
ELLA.- ¿Tiene usted hijos?
ÉL.- Sí, señora. Tres.
ELLA.- Felicidades.
ÉL.- Gracias.
ELLA.- Todos tenemos hijos. Y los míos se han quedado sin techo.
ÉL.- ¿Sin techo?
ELLA.- Para vosotros la exclusión nunca fue un riesgo, ¿verdad?
ÉL.- Oiga, a ver…
ELLA.- Un daño colateral, ¿no?
ÉL.- ¿Pero qué dice, mujer? ¿Qué dice?
ELLA.- ¡Que os la sopla! Un daño del que nadie se hace responsable.
(El tipo visiblemente enojado recoloca su corbata y se dirige al ascensor)
ÉL.- Vale. Como broma, ha estado bien.
ELLA.- Eso digo yo.
(El tipo se vuelve con un punto de chulería)
ÉL.- Mire, sé de sobra que son tiempos difíciles, duros, muy duros. Pero lo que no podemos es empecinarnos y desoír a quienes proponemos cosas y les queremos ayudar. Qué fácil es culpar a los demás, difamar, exagerar.
ELLA.- ¿Exagerar?
ÉL.- (Sarcástico) Venga, señora… ¿Cómo puede usted hablarme de exclusión viviendo en este barrio?
ELLA.- Acabáramos.
ÉL.- ¿Perdón?
ELLA.- La señora no está en casa. (Reverencia) ¿Le dejo algún recado?
(Pausa. El tipo manosea sus folletos en silencio)
ÉL.- Joder. (Pausa) La asistenta. (Se parte de risa) ¡La pu…!
ELLA.- Sí, sí, venga, dígalo: ¡la puta asistenta!
ÉL.- No, yo… ¡Está usted pirada!
ELLA.- Ya ve, pirada, desahuciada y viviendo casi de la beneficencia.
ÉL.- ¿Pero cómo no me di cuenta antes?, ¡una de esas piradas del escrache!
(El tipo se gira entre risas, la señora se envalentona)
ELLA.- ¡Sois vosotros los que permitís el acoso a los ciudadanos de una banca miserable que impone una ley injusta! ¡Sois vosotros los que dejáis que miles de familias sean humilladas…!
ÉL.- Sí, ya, ya…
ELLA.- ¡…Que ancianos, niños, enfermos y gente sin recursos estén sufriendo la derrota, la violencia policial y la vergüenza pública…!
ÉL.- Claro, claro.
ELLA.- ¡Sois vosotros los que lleváis años haciéndonos un escrache tras otro…!
ÉL.- Que sí, hala, venga… Buenas tardes.
(El tipo se encierra en el ascensor, la señora saca la escoba para barrer alguna hoja de propaganda caída en el descansillo. A lo lejos, aúlla una megafonía de campaña electoral. La señora gimotea apoyada en la puerta. Con el estrépito del ascensor, cae el TELÓN)
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 26, MAYO DE 2013.
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