Connect with us

Atlántica XXII

Maxi Rodríguez: Veneno en papel

Cultures

Maxi Rodríguez: Veneno en papel

maxi(Casa de campo. PABLO contempla con cierta sorpresa cómo su amigo DIEGO prende fuego a un montón de papeles de prensa)

P.- ¿Sin periódicos?

D.- Exacto.

P.- ¿Por completo?

D.- Que sí, coño.

P.- No te creo.

(DIEGO atiza el fuego sonriente)

D.- Solo tienes que mirarme.

P.- (Flipando) ¿Estás bien?

D.- Feliz, tío, absolutamente feliz. (Larga pausa) Ahora solo me queda convencerte.

P.- ¿A mí? ¿De qué?

D.- La acumulación de noticias informativas que nos llegan perjudica la salud… (A PABLO le da un ataque de risa) Hacen que nos volvamos más temerosos, agresivos…

P.- (En pleno desternille) ¡Ja,ja,ja! ¿Y qué más?

D.- Y disminuyen la creatividad y la capacidad de reflexión.

P.- (Empapizándose) ¡Para, para, tío, que me descojono! (Pausa) O sea, que esta es tu sesuda conclusión después de un denso verano de meditación. ¡Ja,ja,ja!

(DIEGO mira a PABLO como perdonándole la vida, como quien mira a alguien que sabe que, por mucho que le diga, nunca llegará a entenderle)

D.- No podía más, tío. Un día tras otro llenando mi cerebro de hechos, datos y malos rollos que carecen de utilidad práctica.

P.- ¿Carecen de utilidad, para quién?

D.- ¡Para mi vida, joder! Cien mil impactos al día, tío, que se escapan de mi ámbito de acción, ¿sabes? y que no me conciernen en absoluto.

P.- ¿Cómo que no te conciernen?

D.- El abuso de noticias, tío, es realmente tóxico para nuestro cerebro.

P.- Ah. Ya. ¿Y quién te ha mandado abusar? (Ríe, condescendiente) Qué jodío, Diego. Eres excesivo para todo.

D.- ¿Yo?

P.- Sí, siempre te ha encantado eso: pasar de un extremo a otro.

(DIEGO continúa apilando montañas de periódicos junto al fuego)

D.- Mira, ¿ves? Papeles para parar un tren. ¡Veneno, veneno en papel!

P.- (Partiéndose) Qué crack, chaval.

D.- Nos hacemos ilusiones al pensar que por acumular mogollón de noticias en nuestro cerebro o en nuestro cajón llegaremos a entender el mundo mejor.

P.- De eso se trata, ¿no?

D.- Al contrario, Pablo. ¡Al contrario! Todo lo importante que debemos saber sobre la vida, tío, no está en las noticias, sino que surge lentamente de nuestras propias reflexiones.

P.- ¿Y qué pasa, que las noticias no te ayudan a reflexionar?

D.- Ayudan, más que nada, a consolidar nuestros prejuicios. (Pausa) Para reflexionar necesitamos concentración, tío, que no nos interrumpan. Y las noticias están especialmente diseñadas para interrumpirnos.

P.- (Sardónico) No jodas.

D.- Clic, enlaces, pantallas, clic, clic, páginas, recuadros, clic, clic… Te pierdes, te desvías del tema, vas, vuelves, necesitas saber más, quién es más hijoputa, quién ha robado más, quién es ese otro que te hundirá…

P.- ¿Y tú prefieres no saberlo?

D.- Las noticias envenenan el cuerpo, tío. Son capaces de someter a un tipo con una vida relativamente tranquila a una situación de estrés crónico.

P.- Ah. Ya. (Cínico) Y por eso tú ahora prefieres vivir aquí.

D.- ¿En el campo?

P.- No, coño, ¡en la inopia! Sin papeles ni pantallas, sin asomarte a Internet y quemando en tu jardín las montañas que has ido acumulando de periódicos de papel. (Aplaude, burlón) ¡Genial! Y yo que me había tomado a broma lo de tu retiro espiritual…

(Larga pausa. DIEGO, ensimismado, mira el fuego con una sonrisa triste en los labios)

D.- ¿Sabes cuánto tiempo hacía que no leía un libro?

P.- ¿Qué?

D.- Dediqué tanto tiempo a consumir información que he perdido la capacidad de leer artículos extensos y libros.

P.- ¿Qué dices, tío?

D.- Y tú sabes, Pablo, que soy un ávido lector.

P.- ¿Pero qué…?

D.- Leía cuatro o cinco páginas y me cansaba, me aburría, me desconcentraba…

P.- (Pícaro) La edad…

D.- No, déjate de coñas. Te estoy hablando en serio, joder. Era un yonqui de la información, tío. Vivía ahogado entre sucesos respecto a los cuales no podía, ni puedo, hacer nada.

P.- Hombre, puedes saber por dónde andas, a qué atenerte… A mí eso me estimula, ¿sabes?

D.- No digas chorradas.

P.- En serio, coño. La mala hostia me da energía. (Estalla en una risotada)

(El fuego se ha avivado. PABLO enciende un cigarrillo y le ofrece otro a DIEGO. Pausa. Los dos fuman en silencio, con la mirada perdida)

D.- Al contrario, Pablo. ¡Al contrario!

P.- ¿Qué?

D.- Al escuchar historias sobre toda esta mierda…

P.- ¿Mierda?

D.- La vida, tío, no sé, las catástrofes que asolan todos los rincones del mundo. Al escuchar todo eso, tío, minuto a minuto, nos volvemos pasivos y nos vemos sumergidos en un estado de ánimo negativo, pesimista, fatalista…

P.- Vale, anda. ¿Entramos a echar un trago?

D.- No sirve de nada. Solo para perder la capacidad emotiva, tío, o de compasión hacia los demás…

P.- Bueno, vale ya.

D.- Incluso la ilusión por el futuro.

P.- Joder, ya veo que te ha dado fuerte, muy fuerte. ¿Vas a invitarme a un trago o pretendes tirarme a la hoguera?

(DIEGO arroja otro puñado de papeles al fuego. PABLO le mira un poco harto)

D.- No pienso dejar radicalmente de estar informado…

P.- (Burlón) Menos mal.

D.-… Ni de vivir de espaldas a lo que pasa en el mundo. Quiero dejar de ser adicto, tío.

(Por primera vez entre ambos surge una mirada cómplice, una sonrisa compartida)

P.- Pues nada. ¡Un gin tonic por el pirómano!

D.- ¿Sabes lo peor?

P.- ¿Hay más?

D.- Devorando noticias he dejado de escribir.

P.- (Con seriedad repentina) Diego…

D.- Es, no sé, como si se hubiera esfumado la creatividad…

P.- Gin tonic, tío. (Frente al dulce crepitar de las llamas, Diego hace ademán de continuar) Ginebra, tónica…

D.- Y…

P.- Chisst… No me cuentes más.

(Los dos amigos abandonan cabizbajos el jardín. TELÓN)

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 28, SEPTIEMBRE DE 2013.

Continue Reading
Click to comment

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Más en la categoría Cultures

Último número

To Top