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Atlántica XXII

Mella, el revolucionario efímero

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Mella, el revolucionario efímero

El revolucionario cubano se destacó en la lucha estudiantil en la Universidad de La Habana. Foto / Fototeca BNCJM.

El revolucionario cubano se destacó en la lucha estudiantil en la Universidad de La Habana. Foto / Fototeca BNCJM.

Julio Antonio Vaquero / Historiador.

De Julio Antonio Mella, nacido en La Habana en 1903, ha dicho Fidel Castro, con razón, que pocos personajes históricos han hecho tanto en tan poco tiempo. Su intensa actividad revolucionaria en Cuba y México y su fecundo e importante pensamiento político (con el peruano José Carlos Mariátegui es, sin duda, el más destacado  teórico marxista del siglo XX en América Latina) se desarrolla desde su entrada como alumno en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana en 1921, convirtiéndose en el líder de la Reforma universitaria, hasta su asesinato por los esbirros del dictador cubano Gerardo Machado en Ciudad de México en enero de 1929. Son seis años de actividad frenética y fructífera que le convirtieron en un líder antimperialista no solo reconocido en América Latina, sino dentro del movimiento comunista internacional.

En la biografía de Mella hay al menos tres aspectos que es necesario resaltar: su origen familiar, su condición de líder de la Reforma universitaria en la Universidad de La Habana y su pensamiento antimperialista.

Julio Antonio es hijo ilegítimo de Nicanor Mella, un sastre dominicano, casado con una dominicana e instalado en La Habana, y de Cecilia MacPartland, una joven neoyorkina, de origen irlandés a la que Nicanor  conoce en uno de sus viajes a Nueva York y a la que pone casa en La Habana y de cuya relación van a nacer dos hijos, Julio Antonio y Cecilio. El primero no va a aceptar su condición de hijo bastardo y de ahí el  fuerte carácter y la actitud rebelde que manifiesta desde su niñez, sobre todo cuando su madre regresa a Estados Unidos y los dos hermanos tienen que vivir en el domicilio paterno, donde Julio Antonio tiene duros enfrentamientos con sus hermanastros. Por otra parte, es nieto de Ramón Mella, un importante general dominicano que destacó en las luchas por la independencia contra España. Mella escucha en las tertulias de la trastienda de la sastrería de su padre a destacados líderes nacionalistas cubanos hablar contra el dominio norteamericano en la neocolonia en que se ha convertido la isla tras la independencia de España y va sedimentando un pensamiento nacionalista revolucionario antinorteamericano. Rebeldía, fuerte carácter y su antiimperialismo norteamericano van a ser, pues, una constante de su personalidad y de su obra.

Mella comienza su actividad política y revolucionaria como líder indiscutible de la Reforma universitaria cubana. Los objetivos de esa Reforma no fueron solo para Mella, como ocurrió en otros países latinoamericanos, la modernización de la institución: acabar con los malos profesores, con la corrupción en la Universidad y la participación activa de los estudiantes en la gestión de la misma, sino que va más allá. Defiende, en unión con el grupo marxista Renovación, el derecho de todos los cubanos, incluidos los obreros, a recibir educación, así como el deber moral de los estudiantes universitarios de transmitir a la población trabajadora sus conocimientos con la finalidad última de construir en Cuba una sociedad sin explotación. Lo cual suponía previamente acabar con el dominio norteamericano no solo en Cuba, sino en todo el continente latinoamericano.

Julio Antonio Mella retratado por Tina Modotti.

Julio Antonio Mella retratado por Tina Modotti.

Apolo para Lezama Lima

Apolo, como le denominó Lezama Lima en su novela Paradiso por su impresionante presencia física y su capacidad oratoria, participa activamente en la creación de todos los instrumentos para llevar a cabo esa Reforma universitaria: la fundación de la Federación de Estudiantes Universitarios, el Congreso de Estudiantes de la Universidad e Institutos, la Declaración de Derechos y Deberes de los Estudiantes, la creación de la Universidad Popular “José Martí” para la educación de los obreros cubanos. Es el impulsor de las revistas universitarias Alma Mater y Juventud.

La Reforma universitaria le va a llevar, además, a entrar en contacto con las organizaciones obreras que estaban en fase de constitución por aquellos años en Cuba y con sus líderes y termina afiliándose a la Agrupación Comunista de La Habana. A la vez que por su conocimiento del inglés lee a Marx, Engels y Lenin y tiene una participación decisiva en la fundación del Partido Comunista cubano, afiliado a la Internacional Comunista. La represión del presidente Machado, un títere de los Estados Unidos, le lleva a la cárcel y protagoniza una huelga de hambre de 18 días que supone su expulsión temporal del partido y de su huida posterior a México.

Lenin y Martí

En relación con el pensamiento antimperialista norteamericano de Mella, sus dos fuentes inspiradoras son el nacionalismo revolucionario de José Martí y el pensamiento antimperialista de Lenin (Mella es profundo conocedor de la obra de este último, El imperialismo fase superior del capitalismo). Para nuestro revolucionario, siguiendo a Lenin, en la nueva fase imperialista del capitalismo en América Latina el capital ya no trata de ocupar los territorios, sino de explotarlos económicamente con el control de la burguesía nacional que es la encargada de gestionar los intereses norteamericanos en Cuba y otros países latinoamericanos. Burguesía nacional que legitima ese control defendiendo un nacionalismo conservador, como ocurre en el caso de Cuba.

Mella, en cambio, en la tradición de José Martí, considera que el nacionalismo latinoamericano debería ser revolucionario y antiimperialista y tener como objetivo no solo poner fin al dominio del “águila con garras” en Cuba y Latinoamérica, sino también establecer una sociedad socialista en el continente latinoamericano. La estrategia que debe seguirse para ello, según Mella, es adaptarse a las condiciones específicas de América Latina y establecer un “frente único” entre trabajadores, campesinos, estudiantes y burguesía progresista, pero sin que los partidos comunistas perdiesen su autonomía ni su identidad ni el control de esa lucha.

El pintor Diego Rivera al frente del funeral de Mella, tras su asesinato en México.

El pintor Diego Rivera al frente del funeral de Mella, tras su asesinato en México.

Asesinado en México

Ese planteamiento le causó al líder cubano enormes problemas dentro de Partido Comunista Mexicano (al que se afilió y del que fue uno de sus más importantes dirigentes tras su exilio de Cuba) y con el estalinismo tras el VI Congreso de la Internacional que estableció la táctica de “clase contra clase” en la que no encajaba la del “frente único” que defendía Mella. Pero el líder revolucionario cubano mantuvo su criterio con su fracasado intento de invadir Cuba desde México a través de la organización antimachadista, la ANERC, que fundó en México. Además de que su postura de no aceptar la burocratización y el centralismo rígido de la Internacional que impuso Stalin le causó numerosos problemas dentro del PCM, que supusieron incluso su separación temporal del partido, del que había llegado a ser secretario general durante un tiempo.

Ese pensamiento impregnó su importante labor antiimperialista en México dentro del PCM; su fracasado intento de acabar con el dictador Gerardo Machado; su lucha contra el panamericanismo; su participación en la Conferencia antiimperialista de Bruselas, que le convirtió en un reconocido líder del movimiento comunista internacional; su apoyo a los movimientos antinorteamericanos en América Latina como fue el caso de Sandino en Nicaragua; y su lucha contra el antiimperialismo reformista del peruano Raúl Haya de la Torre. Todo ello realizado en el plazo de seis años antes de que Machado terminase con su vida de 25 años en una calle de Ciudad de México cuando caminaba del brazo de su pareja la fotógrafa y revolucionaria Tina Modotti, relación que supuso la culminación de su vida sentimental. Sin duda, un impresionante bagaje revolucionario para una vida tan corta.

De Julio Antonio a Julio Antonio

¿Por qué un historiador asturiano, como Julio Antonio Vaquero, que se ha dedicado, sobre todo, a la investigación de aspectos sociales y culturales de la historia de Asturias contemporánea, ha escrito una biografía sobre un revolucionario cubano de los años veinte como Julio Antonio Mella, que es uno de los iconos de la revolución castrista? La respuesta a esta pregunta explica en gran medida el contenido y la forma de El Ángel rebelde. Biografía apócrifa de Julio Antonio Mella, el libro publicado recientemente por la editorial Trabe.

Portada de 'El ángel rebelde'.

Portada de ‘El ángel rebelde’.

El interés por la actividad y el pensamiento revolucionarios de Mella proviene de un dato de la historia familiar de Vaquero. Su padre, gallego de origen, fue un emigrante en Cuba en los años veinte y ejerció allí la profesión de tranviario, y fue en el desarrollo de esa actividad profesional y en el contexto de las intensas luchas sindicales de aquellos años cuando conoció personalmente a Julio Antonio Mella; y tal admiración le profesaba que puso su nombre a su hijo. Julio Antonio Vaquero se enteró de ello por su padre en 1995, cuando estaba a punto de fallecer, y de esa revelación viene su interés por el mítico Mella.

Indagando en la figura de su tocayo, pronto se dio cuenta de que las biografías de Mella escritas desde la Cuba castrista eran parciales y presentaban un profundo sesgo hagiográfico, pasando por alto puntos oscuros y cruciales de su actividad y pensamiento revolucionario, como su expulsión del Partido Comunista cubano, del que fue uno de sus fundadores y líder indiscutible, o su relación al final de su vida, en su etapa mexicana, con la fotógrafa y revolucionaria Tina Modotti. Y se puso el reto de escribir una biografía académica, bien contextualizada, sobre Mella, objetivo al que dirigió su investigación desde el primer momento.

Pero en los años noventa una historiadora alemana, Christina Hatztky, publicó una biografía que cumplía esos objetivos, utilizando incluso las fuentes de los archivos moscovitas tras la implosión de la Unión Soviética. Sin embargo, esa biografía, escrita desde un registro académico y con una estructura abstrusa, era de difícil lectura y, por ello, seguía teniendo sentido realizar una biografía de Mella profunda y completa, con un contenido de alta divulgación.

Así surgió la primera biografía española de Julio Antonio Mella, cuya vida es una verdadera novela y su pensamiento antimperialista sigue teniendo en la actualidad cierta vigencia como antecedente del que se enfrenta hoy al actual capitalismo globalizador neoliberal.

La obra de Vaquero es una biografía apócrifa, escrita en primera persona, sin el aparato erudito de una presentación académica. No quiso escribir una versión novelada de la vida de Mella, sino una biografía histórica.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 43, MARZO DE 2016

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