Menéndez Salmón, ‘Homo Lubitz’ y la muerte de la trama

Ricardo Menéndez Salmón durante la presentación de su última novela en la librería Cervantes de Oviedo. Foto / Imanol Rimada.

Leticia Sánchez Ruiz / Periodista y escritora.

Un libro sobre el modo en que nos narramos, sobre el ser humano, sus búsquedas y el humor que hay detrás de las historias que nos contamos, el cual “ha generado gran controversia”. Así resumió Javier García Rodríguez la nueva novela del colaborador de ATLÁNTICA XXII Ricardo Menéndez Salmón, Homo Lubitz, en la presentación de ésta en el Foro Abierto de la librería Cervantes de Oviedo. Salmón, quien afirmó que admiraba a García Rodríguez como “lector, escritor y profesor”, explicó que la novela puede ser un buen mapa para orientarse en un mundo urgente como el nuestro, en una sociedad con una gran capacidad camaleónica para mudar. “Yo sigo creyendo que la literatura es factible en ella”, aseguró el autor.

Homo Lubitz es una novela viajera, “cosmopolita”, que se desarrolla en Asia, Estados Unidos, Venecia, Zúrich y Granada. Su protagonista, Richard O’Hara (a quien Salmón definió como “un personaje ambiguo, irritante en algunas ocasiones, con quien no es fácil empatizar” y al que únicamente le interesa la pesca, la pintura abstracta, las matemáticas y los accidentes), pasa largo tiempo en China tratando de sacar adelante unos negocios de gran inversión económica. Ricardo Menéndez Salmón aprovechó la extrañeza que siente O’Hara ante este mundo que no comprende para utilizar la ironía, la parodia, la capacidad de reírse de uno mismo. “Es mi novela con más humor”, afirmó el autor, sonriente.

García Rodríguez explicó que, pese a que en la contraportada Homo Lubitz se vendiera como un thriller vertiginoso, lo cierto es que “desmonta a cada página el género al que pertenece”. “Es muy interesante trabajar con los géneros para dinamizarlos y dinamitarlos”, comentó el autor, recordando que ya había hecho algo parecido en Derrumbe: un libro que comienza como una novela de suspense con una investigación policial aunque, según avanza, lo que menos importa es quién ha sido el asesino. Autor y presentador compararon Homo Lubitz con una especie de patchwork en el que se mezclan varios materiales y formas, desde los fragmentos ensayísticos a la literatura sociológica. “Es un libro de epifanías constantes”, añadió García Rodríguez, “de profundidad de pensamiento, muchas aventuras y personajes caricaturescos”.

En un momento de Homo Lubitz, O’Hara comenta que si hay más gente que lee novelas de espías que las novelas de Kafka es porque necesita la trama. Ésa, la aparente ausencia de trama, es una de las controversias de esta novela. “Mi búsqueda de sentido no pasa por ahí”, declaró el autor. “No me interesa un relato vertebrado en el que todas las puertas conduzcan a habitaciones amuebladas. Porque a veces hay puertas tras las que se encuentra un abismo, o muebles Luis XVI o personas insospechadas”. Amparándose en la frase del escritor Mario Cuenca Sandoval de que “las tramas son puro capitalismo”, Salmón explicó que una trama se regía por la ley de la oferta y la demanda: si me interesa, te la compro. “Hay una demanda de arte que dé salvaciones, pero es la incertidumbre lo que nos sacude, lo que nos conmueve. Prefiero una lectura que me deje los pies en el aire, que no me dé una solución”.