Cultures
Nietas de Gloria Fuertes
SIETE POETAS CON CONCIENCIA / No se consideran poetisas sino poetas, como el esclarecedor título (Se dice Poetas) de un recomendable documental de una de ellas, Sofía Castañón. Lejanos ya los tiempos en los que Gloria Fuertes parecía tener el monopolio de la lírica femenina, esta revista reúne en este artículo a siete mujeres que escriben y publican poesía. Son asturianas y una simple muestra del fenómeno, porque resultan incontables en todo el país las mujeres que aportan mucho más que su orgullo de género al panorama de la literatura española. Son siete poetas con conciencia.
Carlos Barral Álvarez / Poeta y promotor cultural.
Su conciencia es feminista y antipaternalista, conciencia a favor del lenguaje inclusivo y de la cooficialidad de la lengua asturiana, conciencia militante en lo civil y en lo político, conciencia holística que, merced a la palabra, ni renuncia a ser ni mucho menos a contarse en plenitud.
La conciencia política la reflejan en su poesía y en su compromiso cívico, dos de ellas activamente, porque Sofía Castañón y Laura Casielles son del Consejo Ciudadano de Podemos.
Se les reconoce una enorme frescura, rigor y calidad literaria. No se sienten encuadradas en ninguna corriente poética ni en una generación literaria, aunque son de parecida edad. A todas se les han hecho las mismas preguntas:
- ¿Ustedes son poetas por qué y, sobre todo, para qué? ¿Puede la poesía, también, protegernos?
- ¿Padecen habitualmente el machismo cultural?
- ¿Piensan que los vínculos de género, generacionales, ideológicos, e incluso de clase, pueden hilvanarse hasta conformar una madeja, una generación?
- ¿Debería plantearse una pedagogía para recuperar la dimensión más popular de la poesía?
- ¿Cuáles son las cuestiones que más les preocupan actualmente, aquéllas que necesitan corregir el rumbo con mayor urgencia?
VOZ PROPIA SIN TENER QUE GRITAR
- Siento la poesía como una necesidad. ¿Para qué? Para sobrevivir y expresar el dolor y el anhelo. Para tener una voz propia sin tener que gritar y decir tanto con tan poco y certeramente.
Nos protege de la indiferencia, de la pasividad. Porque la poesía ha de remover, mantear, obligar a hacer introspección o declamar a los cuatro vientos.
- Sufrimos machismo en el ámbito cotidiano, lo que dificulta nuestra labor vocacional y profesional. Además, somos juzgadas y cuestionadas en aspectos que en el hombre se obvian.
- En las últimas décadas la visibilidad de la mujer en la poesía ha aumentado. Con lenguaje propio, sin pudor ni esfuerzo por masculinizar para obtener los mismos logros que nuestros compañeros. Y sin olvidar que nuestra percepción del otro género es sumamente enriquecedora y necesaria.
- El estudio de la poesía, la percepción de su vital importancia como disciplina —aunque la poesía ha de ser indisciplinada— decayó en los últimos tiempos. El estudio de los clásicos pesa demasiado frente a poetas que estarían más cercanos a las nuevas generaciones. Mostrarla como algo activo, vivo; escucharla, recitarla… Y, por supuesto, dejar el papel de la mujer como musa o protagonista de excepción.
- Todas las desigualdades sociales pasan por una común: la del papel de la mujer en la sociedad. La conciliación con la vida laboral que nos dé una equidad de oportunidades. Como cantaban Vainica Doble, conquistar “más de un metro cuadrado de cielo”, pero manteniendo nuestra valiosa identidad.
Natalia Menéndez (Avilés, 1977)
UNA FORMA DE RESISTENCIA
- Es complicado saber por qué llega una a la poesía. En mi caso llegué a la poesía cuando estudiaba en el instituto, cuando descubrí la poesía contemporánea entendí que aquel era el modo de expresión que necesitaba. ¿Para qué? La poesía es una forma de resistencia, un viaje hacia las respuestas, un ejercicio de autoconocimiento y de libertad.
La literatura, y en general cualquier acto creativo, es un mecanismo de defensa ante el mundo, pero especialmente ante nosotros mismos. Nos protege, por tanto, en ambas direcciones.
- En general todas las mujeres escritoras sufrimos el machismo cultural desde el momento en el que se pone de relieve nuestra condición de mujer en cualquier acto (los escritores no tienen la necesidad de aludir continuamente a su condición de hombres), se cuestiona nuestra presencia o participación atribuyéndolo a un deseo de cubrir ciertos cupos, o directamente se nos excluye, se nos pregunta si escribimos para mujeres o se evalúa nuestro aspecto físico.
- Soy reticente a considerar el género un vínculo generacional. Si buscamos la igualdad carece de sentido formar parte de una generación literaria que sea excluyente por cuestión de sexo. La edad une, pero no tiene por qué ser el único condicionante, más bien influye la forma de entender el mundo y de plasmarlo a través de la literatura, la manera de entender la poesía.
- Creo que ya existe una línea de actuación en ese sentido. La poesía está en la calle porque existen muchos colectivos culturales que se encargan de ello y porque ahora la poesía cuenta con una herramienta de difusión muy poderosa, que es internet, y muy especialmente las redes sociales. A nivel educativo el tema es más complejo. Yo misma, como profesora de literatura, entro en conflicto cuando quiero presentar la poesía en el aula, cuando me planteo como objetivo quitarle el miedo a mi alumnado a enfrentarse a un texto poético. Entro en conflicto con una legislación que contempla unos objetivos y un sistema de evaluación que nada tienen que ver con mi forma de entender la poesía.
- Hay muchas cuestiones que corregir a nivel social y económico. En mi caso concreto me preocupa especialmente el sistema educativo, la aplicación de una ley tan absurda como es la LOMCE y todo lo que ello conlleva.
LO PERSONAL ES POLÍTICO
- El por qué no se elige… es la vía de expresión que me permite ser más exacta. Para afrontar la responsabilidad de estar en un espacio y en un tiempo. De contar lo que crees que sucede, intentar comprender el mundo y compartirlo. Una intervención en el espacio.
Estando en una clase con niños les pregunté si un poema triste podía hacernos sentir bien y no dudaron en decir que sí. Les pregunté el porqué y dijeron que si alguien ha contado que está triste y tú estás triste, vas a sentirte menos solo. Nos acompaña en nuestros duelos y en nuestros asombros.
- En mi experiencia como creadora no tendría una lista de agravios pero como receptora sí he tenido dificultades para ver a otras autoras, artistas. Con sutilidad, la sociedad patriarcal se disfraza para operar con unas víctimas directas que somos las mujeres aunque se puede ampliar también a los hombres. El machismo nos atraviesa a todos como sociedad, nos empobrece.
- Tengo más interés hacia una autora gallega que escribe en gallego sobre la maternidad o la clase obrera que hacia un hombre de Valladolid, de otra generación, y que escribe sobre el amor. Lo personal es político y eso siempre se va a traslucir en la obra que haces. Esas coincidencias me conciernen más, es inevitable, y sería una hipocresía el negarlo. Otra cosa distinta es luego la calidad del artefacto artístico.
- Las timbas poéticas, editoriales que son casi mainstream, autores como Carlos Salem que tienen algo así como el funclub de la poesía. Introduce a un montón de adolescentes al género y quizá, como ocurriera con Harry Potter, pueda ayudar a crear una generación de lectores de poesía. Y, claro, una pedagogía en las aulas estaría bien.
- Lo más urgente es transmitir la idea de que hay posibilidad de cambio y que todo nos concierne. La política es la construcción que haces en común porque en todo estás haciendo política. El empoderamiento tiene que ser colectivo. “Ese miedo que tenemos a juntarnos porque nos conocemos”, como dice el verso de Porlan en el poemario País.
NO HAY PALABRAS TABÚES
- Escribo poesía porque es la mejor manera que conozco de plasmar y compartir lo que se me aparece como revelador, útil, hermoso o terrible. Parece que es jugando con las palabras como mejor me las arreglo para rescatar del fluir del tiempo lo que me importa y comunicarlo por si a alguien le puede acompañar.
Sí, claro que sí. Nos protege de los lugares comunes, del desgaste de la mirada, de la perspectiva del cazador y del acumulador, del uso interesado de las palabras, de las cuadrículas que constriñen, de las ganas que nos dan a veces de verlo todo negro. Y, seguramente, también de la soledad. - Claro… Quien diga que no lo sufre es que no ha abierto los ojos a una realidad que no hace distinciones. Y eso ocurre a menudo, no te creas: a mí me costó tiempo entenderlo, durante mucho tiempo creí que “el machismo existe, pero a mí no me afecta”. Esa es una postura comodísima, con su punto de soberbia, que permite considerarse a una misma la excepción que está a salvo, la tan-fuerte-que-desafía-la-estructura. Y es una postura que a menudo lleva a ejercer un cierto machismo, también: a adoptar los roles masculinos, esas lógicas instaladas de competitividad, ego y autosuficiencia; y a perderse algo tan bonito y útil como es la camaradería que se da entre mujeres.
- Desde luego, siento una hermandad con quienes escriben en este mismo tiempo y se preocupan por cuestiones similares a las que me preocupo yo, y en cuya obra encuentro cobijo y luz. Parte de una misma madeja sí que me siento, con algunas autoras contemporáneas que son compañeras o incluso amigas en esta tarea. A partir de ahí, lo de las generaciones y familias es una cosa de filólogos, una interpretación lectora que les corresponde hacer a otros, si acaso.
- Sin duda. La poesía popular, y la contemporánea que no entra en los cánones, y las herencias ocultadas, y, en general, esa poesía que es cercana, de sentido común, reveladora, inteligente y a la vez desestabilizadora, divertida o terrible. La que no es un fósil, sino que nos da directo en lo vivo, en lo que late. Y que es todo lo contrario al producto libresco y de élites al que normalmente circunscriben la poesía los manuales escolares. Sería tan de celebrar una pedagogía que se apoyara, de hecho, en la poesía como modo de mirar el mundo, que hiciera entender que es una compañía con la que contamos para entender mejor.
- Hay tantas… Estamos en una sociedad cuyas prioridades se han invertido. No se persigue mejorar las condiciones de vida de la mayoría, sino garantizar los intereses de algunos. A partir de ahí, todo lo que habría de ser fundamental queda relegado: los derechos básicos, la garantía de libertades, los servicios fundamentales para una vida digna.
GAFAS PARA LA EMOCIÓN
- Resulta complejo dar una respuesta finalista sobre algo que en parte es tan constitutivo de la personalidad o de la manera de ver el mundo… La poesía siempre ha sido el género literario en el que mejor he hallado una identificación entre sensibilidad, mirada sobre el mundo y deseo de expresión. La poesía son mis gafas para el intelecto y para la emoción, no puedo quitármelas. Creo que permiten hacer zoom o abrir campo en función de una necesidad comunicativa que tiene que ver con el autoconocimiento pero, sobre todo, con la relación con las demás personas y con el contexto.
Puede, creo que sí. Lo artístico nos protege. Lo genealógico nos protege.
- Creo que todas las personas lo sufrimos, seamos o no conscientes de ello. Y sería injusto juzgar desde la excepción la generalidad de un mundo marcado por otras intersecciones: el machismo, el capitalismo, el racismo… En mi caso, que además de escribir he dedicado bastante tiempo a la gestión cultural, podría pensar que estoy o he estado libre de ese machismo, pero al final eso es coartada para no analizar las estructuras.
- Prefiero madeja a generación. Y desde luego en la mía se atan algunas de las cuestiones que indican significativamente la ideológica y, añadiría, la estética. Desde una reflexión de ideas políticas y estéticas me relaciono y si esas convergen, asuntos como el sexo o la clase pueden importar menos, aunque inevitablemente importan en tanto que son dos intersecciones fundamentales de mi manera de ser y escribir.
- No sé si una pedagogía pero desde luego una recuperación. Lo popular es algo denostado en el ámbito de la alta cultura y sustituido por algo que tiene más que ver con la publicidad y con el consumo de masas. Por el camino hemos perdido la oralidad, cierto atavismo y también ciertas historias de subversión que, a fuerza de industrialización y pensamiento burgués sobre el sexo y las relaciones, hemos perdido.
- Me preocupa el alto nivel de miseria y pobreza en el que empieza a vivir gran parte de la sociedad del país. Me preocupa la desconexión discursiva entre el mundo de la política y la realidad de la calle. Como poeta, desde la escritura, me preocupa que las palabras ya no valgan en tanto que la mentira, el disimulo, la doble interpretación, la pura falsedad enunciada ante las cámaras ha dejado de conmovernos y removernos.
ESCRITURA MÁS ALLÁ DEL POEMA
- Es algo que va conmigo, la escritura, más allá del poema.
No sé si protegernos, puede reordenarnos, ayudarnos a encontrarnos con nosotros/as mismos/as. La poesía exige una mirada más precisa.
- Quizá hace unos años más, no tanto machismo cultural sino sorpresa ante una mujer que escribe. Como decía Marguerite Duras, una mujer que escribe es grave, rara… Mujeres que hacen cosas, no que son cosas. Algo que ya no escucho: ¿pero tú eres la novia de? Antes la mujer solo era musa o acompañante del escritor/poeta. Ahora escribe y quizá incluso es acompañada, no al revés.
- Me parece difícil, los vínculos de clase e ideología establecen ya unas pautas y división muy precisas y diferentes. Los vínculos generacionales quizá sí podrían hilvanar algo más, no tanto los anteriores.
- Debería plantearse la necesidad de una educación más fuerte en formación artística, también en creatividad como herramienta.
- Me preocupan muchas cosas, vivimos un momento grave no solo en cuanto a precariedad laboral, también de exclusión social, de pobreza, de cómo han desaparecido todos nuestros derechos. Me siento profundamente avergonzada de lo que veo a mi alrededor y siento. Urgencia: rescate social.
Ana Vanessa Gutiérrez (Mieres, 1980)
INDIVIDUALISMO E INDIVIDUALIDAD
- Para vivir y trascender la propia vida. Por la vanidad de pensar que tengo algo que decir.
Sin duda. De nosotros mismos, para empezar. De la estulticia y de la insensibilización también.
- Me temo que el machismo cultural tiene un arraigo que roza la obstinación. Y sospecho que, en gran medida, se debe a que la educación manifiesta grandes carencias en ese sentido. Hay expresiones y roles que se reproducen desde una ignorancia incluso bienintencionada que es peligrosa y exasperante a estas alturas.
- Una generación está construida por muchos vínculos. Las coordenadas de tiempo y lugar para empezar. Y cuantas más conexiones haya, incluido el género, más afinidades son posibles.
- La madurez de una sociedad se puede medir en sus manifestaciones artísticas y en el acceso que se tiene a ellas.
- El individualismo que sustituyó a la individualidad.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 40, SEPTIEMBRE DE 2015

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