
Un policía con una inmigrante en Uviéu. Semeya / Mario Rojas.
Iván García / Periodista. Conocer directamente cómo son deportados los inmigrantes en los “vuelos de la vergüenza” no es fácil. Contactar con ellos en sus países de origen es complicado y muchos ni se llegan a enterar de que su situación se legalizó en España cuando ya era tarde, poco después de su expulsión. Pero las organizaciones que los defienden en España logran a veces sus testimonios, vía telefónica o a través de Internet. El que reproducimos ahora es de un senegalés:
“En las horas previas a nuestra deportación, la tensión se acumulaba mientras permanecíamos encerrados dentro de los muros del Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche. A muchos no nos habían avisado de que seríamos deportados, pero el rumor se había extendido tanto que ya estábamos seguros de que así sería. Un compatriota, a la desesperada, se bebió íntegramente un bote de champú, para tratar de caer enfermo y evitar que se lo llevaran. La escolta policial que nos arrastró hasta las lecheras ni se inmutó por los dolores de estómago de mi compatriota. Algunos tratamos de resistirnos, intentamos agarrarnos a cualquier cosa para que no fueran capaces de introducirnos en los vehículos. Entonces nos inmovilizaron y nos esposaron.
Ya en Barajas, permanecimos durante horas en una sala a la que continuamente llegaban escoltados compatriotas de todos los lugares de España. En un momento dado, los policías nos conminaron a caminar hacia varios autobuses que nos acercaron al avión. Ya era de noche. Cuando nos bajaron, algunos nos tiramos al suelo. Aún no puedo dormir, una semana después, por los dolores en el cuello consecuencia de las patadas y porrazos recibidos en ese momento previo a la salida del avión. Nos pegaron tan fuerte que tuvimos que subir la escalera hacia nuestra deportación. El avión salió hacia Dakar. Era la noche del 19 de noviembre”.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 30, ENERO DE 2014
You must be logged in to post a comment Login