Connect with us

Atlántica XXII

Oscar Abril Ascaso: “Mis intereses son espectrales”

Cultures

Oscar Abril Ascaso: “Mis intereses son espectrales”

Oscar Abril Ascaso, nuevo director artístico de Laboral Centro de Arte. Foto / Marcos León.

Oscar Abril Ascaso, nuevo director artístico de Laboral Centro de Arte.
Foto / Marcos León.

Oscar Abril Ascaso (Barcelona, 1966) fue nombrado el pasado mes de febrero nuevo director artístico de Laboral Centro de Arte de Gijón. Tiene claro que viene a abrir una nueva etapa que intente salvar la distancia con el público asturiano, aunque lo hace dando prioridad a la producción e investigación frente a las exposiciones. Iberista convencido, defiende una articulación confederal de los territorios y las naciones de la península.

Luis Feás Costilla / Periodista y crítico de arte.

Se le vio en Oviedo en las manifestaciones contra el cierre del centro social ocupado La Madreña.

Eso pertenece a mi vida personal. Como ciudadano -no asturiano, sino del mundo- entendí que podía estar allí y me trasladé a Oviedo a participar en esa expresión cívica y popular en defensa de un recurso autogestionado en peligro.

¿Se imaginaba cuando llegó a Asturias que había un núcleo tan activo de gente alternativa?

No, la verdad es que no. De hecho sabía bastante bien poco del tejido sociológico asturiano. Conocía un poco la historia de Asturias en mayúsculas pero muy poco de su actualidad y la he ido conociendo a medida que estoy aquí.

Lo pregunto porque se tiene la sensación de que desde Laboral Centro de Arte de Gijón se mira por encima del hombro a lo que hay en su entorno.

Yo acabo de llegar, con lo cual no tengo respuesta a preguntas como esa. Pero, conociendo como he ido conociendo al equipo de Laboral en estos cuatro meses, creo que la afirmación es infundada. Pienso que las personas que me acompañan en esta aventura están perfectamente enraizadas en su realidad cotidiana, entre otras cosas porque pertenecen a ella.

Rosina Gómez Baeza ganaba unos 120.000 euros al año. Su inmediato antecesor en el cargo, Benjamin Weil, llegó a los 75.000. El nuevo director del Museo de Bellas Artes de Asturias, en cambio, gana 59.000 euros al año. Eso refuerza la sensación de elitismo.

Bueno, es posible. Pero, por supuesto, no es mi caso, en absoluto, y muchísimo menos el de las personas que me acompañan, a pesar de que uno de los objetivos que tenemos como proyecto y como centro es que las personas que trabajan para nosotros lo hagan en las mejores circunstancias económicas posibles.

¿Cuánto gana usted? ¿Se lo puedo preguntar?

Me lo puede preguntar perfectamente, pero es que no lo sé con certeza. Tendría que hacer un cálculo y soy muy malo para eso. Sí le puedo decir que cobro 2.600 euros netos al mes, pero no sé cuánto resulta al cabo del año [unos 47.000 euros brutos].

¿Y tiene un Audi A3, como los anteriores directores?

No, desde luego que no, ni siquiera tengo coche. Tengo carné de conducir pero nunca me ha interesado tener uno.

Códigos Abiertos, la propuesta participativa que Laboral Centro de Arte puso en marcha en 2012 sin demasiado éxito, significaba el reconocimiento del fracaso de un modelo cultural despilfarrador, basado en la construcción de grandes infraestructuras que acaban pesando como una losa sobre los presupuestos.

Probablemente al respecto estarían de acuerdo varias de las personas que constituyen el equipo de Laboral, pero más allá de eso me gustaría comentar y subrayar que creo que estamos ante una nueva etapa, algo en lo que en estos momentos hay una coincidencia bastante general. No es que reniegue del pasado de Laboral, pero creo que a mí se me ha contratado para abrir una nueva etapa y pienso que me debo a ella.

Un proyecto inclusivo

Hasta ahora no se ha podido ver cuál es el modelo que quiere aplicar a Laboral. ¿Qué se puede hacer para que sea más diferente, más atractiva?

Nada que no esté descrito y muy bien descrito en sus premisas fundacionales. Otra cosa es que haya sido o no enteramente desarrollado. Yo entiendo que solo en parte, porque lo que más se conoce de Laboral son sus exposiciones y no tanto su labor como centro de producción y de investigación. Desde mi punto de vista, es en este segundo plano donde radica el auténtico activo del proyecto y del centro, y por eso nos hemos propuesto potenciarlo en esta nueva etapa. Sin inventar nada, sino sencillamente evolucionando desde lo que Laboral ya es.

Hablar de la diferencia entre visitantes y usuarios del centro, ¿no es una manera de falsear las estadísticas?

No, nada más lejos de la realidad. Al contrario, los centros de arte tienden a prestar demasiada atención al número de visitantes, que no es la única variable existente. En un centro de producción e investigación como Laboral, que es una plataforma de recursos, el número de usuarios no es una variable menor, sino muy importante para entender la escala del proyecto. Más importante aún sería conseguir habitantes, aquellos que hacen del centro un lugar para ser habitado, pero para lograrlo es inexorable crear hábito y estaremos de acuerdo en que por ahora no existe. De lo que se trata es de encontrar las estrategias para crear ese hábito y salvar de alguna manera esa distancia que actualmente existe entre una gran parte de la ciudadanía asturiana y el propio proyecto.

Usted procede de la performance y ha declarado su voluntad de convertir la noción de “performatividad” en su aportación personal al proyecto. ¿No se sale eso un poco de la idea que todos tenemos de Laboral como centro de arte dedicado a las nuevas tecnologías y a la creación industrial?

Está perfectamente imbricada una cosa con otra. La tecnología no hay que entenderla desde una perspectiva protésica, sino como marco operativo. Desde esa visión, los estudios sobre la performatividad nos parecen perfectamente compatibles con un proyecto como Laboral, que debe ser también y antes que nada un centro de creación de discurso, erróneo o no. Y es obvio que el discurso sobre el cuerpo representa un plano de abordaje de la realidad desde el cual queremos desarrollar el relato de esta nueva etapa de Laboral.

Podría dar pie a la introducción en Laboral de otras artes, tal y como se le viene reclamando desde hace tiempo, por ejemplo la pintura mural efímera en el gran vestíbulo de entrada.

Laboral, obviamente, es un centro de arte orientado a los nuevos medios, pero nos gustaría que diese cabida a otro tipo de sensibilidades, expresiones y disciplinas, porque entendemos que un proyecto como el de Laboral debe ser transversal. Eso no quiere decir que sea un proyecto difuminado, pero sí máximamente inclusivo.

¿Y la música? Usted es especialista en arte sonoro y compositor de canción francesa y música punk, nada menos.

La música siempre ha estado en Laboral, que de hecho abrió sus puertas con un festival de cultura electrónica como es el LEV. Esa referencia, no solo a lo musical sino también a lo sonoro y a lo auditivo, va a seguir presente y se va a acrecentar, con el laboratorio de sonido dirigido por Daniel Romero. También atenderá aquello que se entiende como música popular, o música pop. Desde mi punto de vista, no debe haber una segregación en uno u otro sentido. Un centro de arte debe ocuparse de la música popular y en particular de lo que entendemos como música pop, que para mí no es otra cosa que el folclore de Occidente. Prueba de ello es la colaboración que hemos iniciado este año con el festival Euro-Yeyé, que cabe tan bien en Laboral como el LEV.

“No he venido a calentar una silla”

¿Cuándo podremos ver sus propuestas?

Mis propuestas para Laboral no versan tanto en el plano de lo contenidos como en el de la naturaleza estructural del proyecto y del centro, y en eso estamos. Es cierto que puede parecer que en Laboral no hay mucha gente, pero hay más de la que parece. La mayor parte de la vida de Laboral ocurre de puertas para adentro: los talleres, los laboratorios, los cursos. Y eso debe ser revertido. Hay que sacar la vida de Laboral a la superficie, poblarla de cuerpos, como he dicho en alguna otra ocasión. Y nuestra propuesta “Making The Laboral [Haciendo la Laboral]” tiene que ver con ese objetivo fundamental. Queremos devolver al centro su función original, es decir, aquello para lo que Luis Moya lo creó, que era ser un espacio de relación entre productores, algo que se expresa meridianamente en su propia arquitectura.

¿Eso va a significar una nueva relación con Laboral Ciudad de la Cultura, con la que han vivido un poco dándose la espalda?

Laboral Centro de Arte debe lanzar cabos no solamente hacia Laboral Ciudad de la Cultura, sino hacia el contexto en el cual se inscribe geográficamente, lo que se conoce como la Milla del Conocimiento y el Parque Científico-Tecnológico. Laboral como centro está ubicado en un marco substancialmente privilegiado y ese paso es el primero que hay que dar para llevar su proyección más allá de Asturias. La situación es complicada y nos vemos sujetos a las mismas condiciones de precariedad que la mayoría de los ciudadanos, por lo cual hay que ser realistas, pero creo que Laboral está en un momento feliz, porque existe una cierta confluencia de pareceres en el sentido de que toca abrir una nueva página que permita precisamente que el proyecto tenga continuidad desde aquello para lo que fue constituido, y en eso estamos.

¿Viene entonces para quedarse?

(Larga pausa) En catalán, tenemos la expresión “culo de mal asiento”, es decir, aquella persona que tiene una cierta proclividad a ir cambiando de objetivos. Yo, además, he hecho del deslizamiento mi modus vivendi, y por eso a cualquier persona que eche un vistazo a mi biografía le resultará difícil entender que pertenece a una sola persona. Mis intereses son muy espectrales, y eso hace que no sea profundo en nada pero que me susciten curiosidad muchas cosas. Y es a partir de ahí de donde he podido crearme y conformarme no solo en mi perspectiva profesional sino como persona. He venido a Asturias y a Gijón a llevar a cabo un proyecto, no a calentar una silla, y estaré aquí en tanto en cuanto se desee que contribuya a ello.

Oscar Abril Ascaso en la azotea de Laboral Centro de Arte. Foto / Marcos León.

Oscar Abril Ascaso en la azotea de Laboral Centro de Arte.
Foto / Marcos León.

Por una confederación de naciones ibéricas

Desde Asturias, que también es un país (Jovellanos ya lo llamó así) con una lengua y una cultura propias, no se entiende muy bien lo que se reivindica desde Cataluña.

Se reivindica una cuestión que a mí me parece básica y es la posibilidad de que dos pueblos decidan sobre su propio destino. Es una cuestión que toca el hueso de lo que deberíamos entender como una democracia. Me sorprende personalmente que puedan existir reticencias y reservas al respecto. Más allá de eso, y ya que me pregunta por esa cuestión y no soy persona a la que le guste esconderse en algo que le interpela directamente, puedo decir que yo me considero iberista -como Jovellanos, curiosamente- y creo en una articulación en clave confederal de los territorios y las naciones ibéricas. Y eso lo defiendo tanto en Asturias como en Cataluña.

¿Sería el iberismo la solución a todos lo problemas territoriales? Ha llegado a defender que “iberismo o barbarie”.

Eso fue una broma, pero a mí me da la sensación de que un régimen confederal en este país probablemente es la vertebración territorial y política que mejor responde a nuestro pasado, a nuestra historia y a nuestra constitución plurinacional como Estado. Más allá de eso, como iberista defiendo a la par el acercamiento social, cultural, económico y a la postre político con Portugal. Creo que hay una unidad cultural ibérica y que en el iberismo radica parte de lo mejor de la historia política de este país en los últimos doscientos años, aunque soy consciente de que hoy en día eso me convierte en una rara avis.

¿Su iberismo tiene algo que ver con el anarquismo, otra ilustre tradición barcelonesa?

Bueno, es cierto que hubo un anarquismo iberista, pero en realidad el iberismo es un movimiento políticamente transversal, y probablemente si tuviéramos que dictaminar una diferencia sustancial en el seno del iberismo vendría más dada por aquellos que entienden el iberismo como un fenómeno cultural y a la postre político que propugna la unión de dos Estados ya existentes, España y Portugal -José Saramago por ejemplo-, y los que entendemos el iberismo como una confederación de naciones ibéricas. Yo me situaría en ese segundo registro, que también tiene una tradición extensísima que va desde Prat de la Riba a Blas Infante o Sabino Arana, quienes en algún momento de su existencia se sintieron cómplices de esa mirada hacia la realidad ibérica.

Pero sí es un amante de la filosofía francesa.

La verdad es que siempre me he sentido muy cercano al postestructuralismo y al postnietzscheanismo francés, y en más de una ocasión he dicho que, en mi vida, uno de los momentos más trascendentales en el sentido etimológico del término fue cuando reconocí a Gilles Deleuze. No cuando le conocí, sino cuando me reconocí en su pensamiento. También estoy muy de acuerdo con aquella sentencia de Michel Foucault que entendía la filosofía como una caja de herramientas para la acción, es decir, como un instrumento de incisión sobre la realidad que nos permite ir abriendo brechas por las que colarnos e ir haciendo camino en este extraño contencioso que es la vida en común.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 34, SEPTIEMBRE DE 2014

Continue Reading
Click to comment

You must be logged in to post a comment Login

Leave a Reply

Más en la categoría Cultures

Último número

To Top