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Atlántica XXII

Pablo Huerga: “Es imposible izquierda regeneracionista sin patriotismo popular”

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Pablo Huerga: “Es imposible izquierda regeneracionista sin patriotismo popular”

El joven filósofo en Gijón, donde vive. Foto / Vázquez.

El joven filósofo en Gijón, donde vive. Foto / Vázquez.

Pablo Huerga (Benavides de Órbigo, León, 1966) es un joven filósofo de amplio reconocimiento, tanto por su obra como por su labor educativa. Seguidor de Gustavo Bueno y profesor de filosofía en el IES Rosario Acuña de Gijón, acaba de publicar La ventana indiscreta. Una poética materialista del cine (Rema y Vive).

Borja Menéndez.

Con once años se traslada desde su pueblo a la valenciana Cheste para ingresar en su Universidad Laboral. ¿Cómo recuerda aquel episodio?

Pocos recuerdos conservo anteriores; pero ese viaje lo recuerdo muy bien. Doce horas se tardaba en ir a Valencia. Paramos en un pueblo de Cuenca a cenar. La sensación de estar en la calle solos mientras las familias cenaban en sus casas era la viva imagen de lo que significaba para nosotros aquel viaje: el final de mi infancia. Al llegar a la Laboral, aunque era de noche, me impresionaron los jardines, el orden y cuidado que había por todas partes, las calles bien asfaltadas, algo muy urbano y ajeno a mi experiencia. Edificios grandes, nuevos, calles iluminadas. Sin embargo, al salir del autobús, emprendimos a oscuras una larga caminata campo a través. Íbamos como autómatas, como las tortugas recién salidas del huevo hacia la orilla del mar. Nos alojaron en la residencia IV; el colegio Lince, segunda planta, habitación 21. Éramos los últimos, porque veníamos de más lejos, junto con gallegos, asturianos, extremeños y andaluces. Mi madre ha conservado las cartas que nos escribimos durante ese período y son bastante impresionantes.

Completaría usted sus estudios secundarios en la Laboral de Gijón. ¿En qué medida moldearon aquellos centros sus ideas acerca de la educación pública?

Las Laborales te hacen comprender que un sistema educativo bien organizado es capaz de eliminar prácticamente el fracaso escolar, y formar a trabajadores especializados capaces de poner en marcha la economía nacional. Las Laborales son el empeño más generoso concebido en España de hacer un sistema educativo eficaz, más, por supuesto, que la privada y elitista Institución Libre de Enseñanza, y sus fundamentos son sencillos: universalidad, igualdad, sistema, rigor, orden, medios adecuados y racionalizados, y tiempo. Horario de mañana y tarde bien distribuido: las asignaturas por la mañana, siempre las mismas y en el mismo orden. Por la tarde, talleres: pintura, metal, educación física, música; el trabajo, por objetivos, en equipo. Compartíamos libros y material escolar de las bibliotecas de cada colegio; varias horas de estudio asistido por tutores. Tras la cena, un poco de televisión (los inolvidables programas de RTVE) y a la cama. Todos los domingos, sesión de cine con películas magníficas. Los fines de semana, teatro, cine club y brigadas de jardinería. Para nosotros, que veníamos de pueblos pequeños, recónditos y atrasados en su mayoría, aquello era sorprendente. A los pocos días de llegar, cada uno recibió un albornoz, unas playeras deportivas, un chándal, una bolsa para el colegio, un archivador (la primera vez que veía uno), un paquete de folios, todo nuevo. Éramos cinco mil estudiantes becados: todo gratis. La única condición era respetar las instalaciones, cumplir los horarios y estudiar.

Solo desde el Estado son posibles empresas tan ambiciosas. En todo caso, actualmente existe una red de centros públicos muy importante, pero poco aprovechada. En su mayoría, los centros solo se abren por la mañana, se compactan horarios, se amontonan las materias, se reducen personal y gastos. Si España quiere regenerarse, debe recuperar la Formación Profesional como itinerario hasta la Universidad, fortalecer el sistema público, nacionalizar la enseñanza concertada, invertir en profesorado y formación, abrir las escuelas por la tarde, distribuir el horario de modo más razonable, olvidarse de PISA y evitar el intrusismo de las multinacionales. Los centros deben ser lugar de referencia de los estudiantes durante todo su ciclo escolar. Se habría de establecer un sistema nacional de oposiciones para todos los niveles educativos. Pensar que la educación pública no debe estar orientada al fortalecimiento del sistema productivo nacional es un disparate, más en el clima de enfrentamiento entre Estados en que estamos.

¿En qué medida estaban determinadas las Universidades Laborales por su condición de instituciones básicas para la reproducción social del régimen franquista en su etapa desarrollista?

No se puede juzgar una institución histórica solo por la coyuntura en la que surge, sino por las consecuencias objetivas que genera, además, nosotros llegamos a las Laborales en el año 1977. Hoy en día, con la llegada masiva de inmigrantes, y con las situaciones de abandono familiar, muchos estudiantes y familias podrían beneficiarse de un sistema así. Las Laborales partían del principio de igualdad de oportunidades y el mérito. Todos los que estudiamos en Laborales sabemos que el juicio recogido implícitamente en esa pregunta no es correcto.

La firmeza de Gustavo Bueno

Acabado el bachillerato, ingresa en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Oviedo. ¿Cómo conoció el Materialismo Filosófico de la Escuela de Oviedo?

Como cualquiera de los estudiantes de Filosofía de entonces. Es un privilegio haber conocido a Gustavo Bueno y haberlo tenido como profesor y maestro. Le debo mucho. Es un filósofo fundamental en la historia de España, y sus enseñanzas son hoy una fuente inagotable de ideas para reconstruirla y comprender nuestro lugar en el mundo. Sería muy recomendable que la gente dedicara algún tiempo a leerlo, escucharlo, discutirlo y estudiarlo. Ha sido una suerte que haya mantenido esa lucidez tan poderosa en estos años aciagos para España. Su firmeza es ejemplar.

Pablo Huerga acaba de publicar una poética materialista del cine. Foto / Vázquez.

Pablo Huerga acaba de publicar una poética materialista del cine. Foto / Vázquez.

Gustavo Bueno pasó de declararse “compañero de viaje” del PCE durante el franquismo a manifestar que votaría a Mariano Rajoy por “su idea de España”. ¿No es esa idea de España de Rajoy incompatible, políticamente, con la implícita en el “pueblo laborioso español” de un José Díaz o la de un Gabriel Celaya?

Yo diría que si Bueno emite un juicio político concreto convendría que lo tuviéramos en cuenta y tratáramos de comprender sus razones, aunque no estemos de acuerdo. La UE prefiere oligarquías fuertes (aunque degeneren en mafias organizadas) que Estados fuertes. Siempre que se privatiza un bien público estamos fortaleciendo las oligarquías (puertas giratorias) y debilitando los Estados. Es, cuando menos, discutible, que las estructuras que conforman la capa basal del Estado deban estar enteramente subordinadas a las coyunturas políticas.

En 1997 se doctora con la tesis que recogería en su primer libro, La ciencia en la encrucijada. ¿Qué supone hoy la tradición inaugurada por Boris Hessen para el estudio de las ciencias como fuerzas productivas?

Boris Hessen es el mejor ejemplo de cómo se aplican las tesis del Materialismo Histórico a la Historia de la Ciencia. Su trabajo sigue siendo fundamental, aunque su interpretación de Newton como mecanicista tenía otros motivos más complejos, que abordo en el libro. Se trataba de liberar a Hessen del cliché de reduccionismo sociologista con el que se quería ocultar la importancia del enfoque marxista sobre la ciencia. La interpretación de la ciencia como fuerza productiva está recogida en el primer tomo de El Capital, y subraya la idea de que su función transformadora depende de que su desarrollo esté regulado por el Estado, por tanto, al servicio de las necesidades de la sociedad. Ese primer libro mío ha sido tomado como modelo para varias tesis doctorales sobre el tema soviético. Es difícil hacerse una idea de la envergadura de la investigación llevada a cabo en La ciencia en la encrucijada.

“España no es una invención de la diplomacia extranjera o la resultante de Tratados de paz más o menos ineptos. Lleva siglos de vida propia, perfectamente definida por su raza, por su lengua, por su geografía, por su historia y por su aportación a la cultura universal”. ¿Cree usted que cabe hoy izquierda transformadora alguna al margen de un patriotismo popular como el de Antonio Machado que citamos?

Es imposible una izquierda regeneracionista sin un patriotismo popular. Hay un poema de Gabriel Celaya, “España en marcha”, que yo aprendí a cantar con Paco Ibáñez de niño, y lo dice muy bien. Ser español es algo más que haber nacido en España, es una actitud de firmeza frente a la leyenda negra, y de generosidad y hermandad con Hispanoamérica y el mundo, pero para eso es necesario cumplir el trámite que recoge ahí Machado, porque solo es posible entender lo que significa ser español estudiando nuestra historia y nuestras aportaciones a la cultura universal. Ese afán de superación que recoge Celaya, de aspirar a la excelencia. Europa no está para dar lecciones morales, pero sorprende el patriotismo de nuestros vecinos, frente a este revanchismo disparatado que impregna toda la política española. De hecho, la izquierda indefinida se materializa como una suerte de puritanismo calvinista al servicio de la Globalización y los proyectos de Gobierno Mundial anglosajón, por su tendencia a debilitar el Estado.

Cine y ciencia

Ha impartido usted, también, clases de comunicación audiovisual, lo que le ha proporcionado abundantes materiales para su último libro, La ventana indiscreta. Una poética materialista del cine. ¿En qué consiste, en sustancia, tal poética?

Mi último libro y algunos trabajos anteriores sobre estos temas (La otra cara del Guernica, por ejemplo) están escritos en el contexto de la investigación-educación de esta materia. Son, en cierto modo, materiales para las clases.

La ventana indiscreta es una tentativa de analizar las artes, y particularmente, el cine, en lo que tienen de ciencias. Las artes miméticas son las ciencias que estudian las disposiciones, en presente dramático, de los objetos en su entorno escénico, y en función de unas acciones finalistas que son las que les dan su sentido. Debido a la peculiaridad de este campo, su estudio se realiza en tanto representación mimética; siendo por ello que las llamamos artes, y no porque no sean ciencias.

Las artes son la primera forma de análisis metacientífico conocidas y tienen un origen religioso, ligado al culto a los muertos. Todo está dirigido a evocar a los antepasados y devolverlos a la vida (aunque sea como fantasmas). Estas artes se convierten en el patrón que va a modelar la interpretación de los fenómenos astronómicos y físicos en las cosmovisiones antiguas; esa transposición es la que da lugar a la mitología.

Como son las acciones las que dan sentido a las disposiciones escénicas de los objetos, esas acciones son las partes formales de las artes, siendo las partes materiales de las mismas los entramados de objetos, siempre dados históricamente. Los materiales de una escultura no son el bronce o la arcilla, sino las partes del cuerpo representado, cuya disposición, determinada, como señalamos, por las acciones finalistas, se manifiesta en una pose, un gesto. Una vez discriminadas esas partes formales y materiales de las artes, ya es posible un análisis metacientífico como el que permite la teoría del Cierre Categorial de Gustavo Bueno. Y es desde esas coordenadas como hemos podido organizar el campo material del cine, fundamentar su clasificación, y establecer una gradación de los distintos tipos de simulaciones miméticas que este realiza, desde la televisión en directo, pasando por el documental, hasta el cine, sea este “propio” o “impropio”.

PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 40, SEPTIEMBRE DE 2015

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