
El dramaturgo Maxi Rodríguez. Foto / Eloy Alonso – Semeyapress.
Maxi Rodríguez / www.maxirodriguez.net
(Conversación telefónica ÉL, ELLA y sus móviles)
ÉL.-¿Diga?
ELLA.-¿Qué tal, David? Soy Marta.
ÉL.-Hombre, ¿cómo te va?
ELLA.-Aquí, esperando…
ÉL.-¿Qué?
ELLA.-La empanada, tío. Ya he puesto las fotos. Me harías un favor si…
ÉL.-No, no.
ELLA.-¿No te gusta? ¿Es por el hojaldre, el relleno…?
ÉL.-¡Qué va, me encantan, Marta, de verdad!
ELLA.-Pues dilo, nos harías un gran favor.
ÉL.-Claro, eso hago. A todos los que me preguntan, ya les he dicho que el negocio os irá bien porque tu empanada está cojonuda.
ELLA.-Ya, ya, pero eso no sirve de nada.
ÉL.-¿Cómo?
ELLA.-No te hagas el loco, David. ¡El Facebook, coño! ¡Necesitamos que le des a “like” en nuestro muro de Facebook! (Pausa) ¿David? (Pausa) ¿Hola?
(Silencio)
ELLA.-¿Se ha cortado? ¿Sigues ahí?
ÉL.-Sí.
ELLA.-Pues venga, cuando puedas le das a la tecla.
ÉL.-Yo le doy a “like” y Cambridge Analytica se ocupará del resto, ¿no?
ELLA.-¿Qué?
ÉL.-Así, Marta, así se jode la democracia.
ELLA.-¿Con una empanada?
ÉL.-Tú sigue así, bonita, sigue fingiendo que Facebook es una diversión inofensiva. Y mientras…
ELLA.-¿Qué?
ÉL.-Ellos siguen gestionando el flujo de información de miles de millones de seres humanos.
ELLA.-¿Ellos? ¿Y tengo yo la culpa, coño?
ÉL.-Mientras sigas haciéndoles el juego…
ELLA.-¿Qué juego ni qué leches, David? Yo lo único que hago son empanadas.
ÉL.-Y ellos, gracias a ti y a todos los pardillos como tú, fomentan hábitos de compra y opiniones…
ELLA.-¿Gracias a mí?
ÉL.-Sí, Marta, sí. Vigilan la comunicación entre los usuarios y deciden hasta lo que tenéis que votar.
ELLA.-¡Jajaja! Sí, hombre, ¡venga ya!
(Pausa)
ÉL.-Esa mierda es un agujero en el que millones de personas volcáis vuestros gustos personales, vuestras ideas políticas y vuestra vida.
ELLA.-¿Y tú? ¿No estás tú también en el Facebook?
ÉL.-Y toda esa información, bonita, tiene un inmenso valor para las campañas políticas, las grandes corporaciones y los servicios de inteligencia.
ELLA.-¡Di! ¿Estás en el Facebook o no?
ÉL.-Ya no.
ELLA.-¿Cómo que no? Eres cliente como yo.
ÉL.-Producto, Marta. Por eso es gratis, porque eres el producto.
ELLA.-¡El producto son mis empanadas!
ÉL.-Que no, cielo, a ver si lo entiendes. Somos el producto que ellos venden a sus anunciantes. Por eso nunca pongo nada.
ELLA.-¿Nunca?
ÉL.-No, se acabó. No pienso decir ni mú sobre tu empanada.
ELLA.-¡Qué hijo de puta!
ÉL.-¿El Zuckerberg?
ELLA.-No. ¡Tú, David! ¡Tú! ¡Estás hecho un cabrón!
ÉL.-¿Yo?
ELLA.-Si no te gusta el relleno o prefieres las de bacalao me lo dices, pero no te montes películas. Lo que te jode, tío, es que el negocio empiece a irme bien y pueda salir adelante.
ÉL.-No eres tú, Marta, es el algoritmo.
ELLA.-¿El qué?
ÉL.-¡Estamos en sus manos! El Zuckerberg no rinde cuentas a nadie y tiene información detallada sobre más de una cuarta parte de la población mundial. ¡Una cuarta parte, Martita! ¿Tú sabes lo que es eso?
ELLA.-¿Y tú sabes lo que a mí me cuesta vender empanadas, eh? (Pausa) ¿Sabes lo que me cuesta? (Pausa) ¡No te estoy pidiendo que te fotografíes en bolas con mi masa de hojaldre en tu polla!
ÉL.-¡Por Dios, Marta, por Dios!
ELLA.-Solo te pido un comentario o que le des a “me gusta” o “me encanta”. Solo eso: una tecla. ¡Una puñetera tecla!
ÉL.-Ni de coña. No pienso filtrar nada de tus empanadas de chorizo a la Agencia de Inteligencia del Gobierno de los Estados Unidos.
ELLA.-Flipo contigo, David.
ÉL.-Escucha…
ELLA.-Yo es que flipo.
ÉL.-Ni te imaginas la cantidad de información que tienen sobre nosotros.
ELLA.-Nunca me has echado una mano, ¡nunca!, desde que nos hemos separado.
ÉL.-Ellos dominan el mundo, así, a lo pijo, recabando datos.
ELLA.-Etiquetas a golfas, agregas a jovencitas, pones corazones a…
ÉL.-¡Ya no, Marta! ¡Ya estoy fuera, me he salido! Y lo malo es que los datos que me han extraído no los voy a recuperar porque están en manos del mercado.
ELLA.-¡Eres un paranoico de mierda!
ÉL.-Marta, yo…
ELLA.-¡Puf, no sé cómo pude estar quince años contigo!
(Pausa)
ÉL.-Eran otros tiempos, cielo.
ELLA.-Ya, ni siquiera había Facebook.
ÉL.-Ni selfies, ni emojis, ni nada. Éramos más libres, Marta.
ELLA.-(Irónica) Libres, sí.
ÉL.-Creíamos que nadie nos controlaba.
ELLA.-Pero tú eras igual de insolidario.
ÉL.-Y tú tenías la misma empanada.
TELÓN
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 56, MAYO DE 2018
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