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Atlántica XXII

Faustino Ruiz de la Peña: “Casa de aperos en La Acebera”

Cultures

Faustino Ruiz de la Peña: “Casa de aperos en La Acebera”

Faustino Ruiz de la Peña abrió la sección Cultures del número 36 de la revista.

Faustino Ruiz de la Peña abrió la sección Cultures del número 36 de la revista.

Casa de aperos en La Acebera, de 2012, fue la contribución artística del pintor Faustino Ruiz de la Peña (Oviedo, 1969) al número 36 de ATLÁNTICA XXII, publicado en enero de este año. Un cuadro característico de este licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca y profesor de dibujo en el Instituto de Enseñanza Secundaria “Río Trubia”, que prosigue su búsqueda a través del paisaje puro y sin apenas anécdota que inició con posterioridad a la obtención del Premio Ayuntamiento de Valdés del XXXVIII Certamen Nacional de Arte de Luarca en 2007 y que le llevó a interesarse por los bosques de su entorno vital, tratados casi en grisalla. El reto de lo monocromo es solventado de forma eficaz, en un proceso que le va llevando de los opacos contornos de las masas arbóreas a las cada vez más detalladas escenas urbanas, de casas deshabitadas, edificios públicos y carreteras solitarias.

Como explica él mismo en su página web (www.fausruiz.com), lugares como Quintes, Zoreda, Alba, Argüero, Pumares o Bobes son convertidos en pintura, muy a sabiendas de lo denostado del género y de los repetidos intentos de derribarlo. Lugares cercanos, familiares, transitados y repetidamente observados en los que en muchas ocasiones acontece ese instante mágico en el que, inesperadamente, un corro de casas, un bloque desnudo, unos árboles erguidos o una vista tras el cristal de un coche despiertan la necesidad de hacerlos propios, pintura, permanentes. Con discreción y mirada sosegada, lo que aparece en primer plano es dibujado mediante contornos rotundos, de oscuros planos y formas esenciales, reconocibles y sin excesos, en una atmósfera sonámbula, romántica, siempre cercana al ocaso o al inicio de una enorme tormenta.

En el caso de las casas y los paisajes con senderos, la apariencia de solidez contrasta con el aspecto viejo y el engañoso silencio de casas casi abandonadas e inútiles, sin rastro humano. En alguno de los cuadros hay incluso un acercamiento a un mundo ensoñado, cercano a los paisajes surrealistas, en el que luces, sombras, claroscuros, planos y volúmenes simplificados son una puerta abierta a una nueva búsqueda cuya más reciente etapa acaba de ser mostrada en la Galería Arancha Osoro de Oviedo.

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