Afondando
Francisco Louça: “Salir del euro requiere legitimidad y un pueblo convencido”

Francisco Louça es economista y miembro del Bloco de Esquerda de Portugal. Foto / Iván Martínez.
Francisco Louça (Lisboa, 1956) es catedrático de Economía en la Universidad Técnica de Lisboa. Activo desde muy joven en política, fue encarcelado en 1972 por su oposición a la dictadura salazarista. Dirigente trotskista en la Revolución de los Claveles, se convertiría en 1999 en uno de los fundadores y principales líderes del Bloco de Esquerda, surgido de la fusión de varios grupos de la izquierda portuguesa, y que en las últimas elecciones obtuvo un 10% de los votos. Diputado entre 1999 y 2011, en la actualidad está concentrado en el trabajo teórico y en la colaboración en diferentes medios de comunicación. Estuvo en Oviedo recientemente, invitado por la asociación cultural La Ciudadana, para hablar sobre la crisis de la Unión Europea y del sistema euro.
Diego Díaz / Historiador.
La derecha basó su campaña en la idea de que Portugal está saliendo de la crisis. ¿Es eso cierto?
Portugal es un país con una economía cada vez más basada en el turismo, la pequeña producción y los bajos salarios. Estamos viviendo una pequeña recuperación después de una gran recesión, pero con un crecimiento lentísimo como para restaurar los niveles de bienestar perdidos.
¿Ha cambiado la posición del Bloco de Esquerda sobre la UE al calor de la crisis que vive la Unión?
El Bloco es un partido de tradición europeísta, defendemos un europeísmo social, construido desde abajo. Venimos del movimiento antiglobalización, del altermundismo, esa es nuestra idea de internacionalismo. Siempre nos hemos opuesto a los tratados neoliberales europeos y las políticas de las instituciones europeas, pero apostamos por otra construcción europea, al contrario que el Partido Comunista Portugués, que es una fuerza más nacionalista. Sin embargo, después del castigo de la Troika al Gobierno de Syriza entendemos que la correlación de fuerzas en el seno de la UE se ha vuelto muy difícil. Después de lo sucedido en Grecia es muy difícil pensar en un cambio de políticas a escala europea. A Grecia no le queda otra opción que no sea romper con el euro si quiere cambiar de rumbo.
Después de Grecia el siguiente turno es el de Portugal. ¿Tienen las izquierdas portuguesas alguna posibilidad de romper con el austericidio?
Los partidos de derechas contaban con gobernar con la abstención del Partido Socialista Portugués, lo que viene siendo la tónica cada vez que se ha producido un resultado como el actual. Nosotros decidimos romper eso y proponer a los socialistas un acuerdo de mínimos para apoyar a un Gobierno socialista: terminar la congelación de las pensiones y los sueldos de los funcionarios, acabar con la legislación que permite el abaratamiento del despido, detener las privatizaciones, no subir los impuestos de los trabajadores…. La sorpresa es que el PSP acepta nuestra propuesta y el PCP también.
¿Descartan formar en algún momento un Gobierno tripartito?
Sí. No hay coincidencias como para un acuerdo programático, pero sí para una alianza parlamentaria que frustre la amenaza de un nuevo Gobierno de derechas, que habría sido otros cuatro año más de austeridad, recortes y precariedad laboral. El PSP es un partido de centro, no es de izquierdas, pero si cumple con este programa de emergencia social estamos dispuestos a apoyarle.
¿Corren el peligro de consolidar a los socialistas apuntalándolos por la izquierda?
Hay problemas de la economía portuguesa que van a quedar intactos y nosotros tenemos que seguir luchando para denunciarlos, como el de la deuda. Sin reestructuración de la deuda la economía portuguesa no puede recuperarse seriamente. Sin embargo este acuerdo tiene unos efectos visibles e inmediatos para frenar el deterioro de las condiciones de vida de la gente trabajadora. Nos coloca en buenas condiciones para continuar con la disputa política y comenzar a ser vistos como una alternativa de gobierno a la derecha y los socialistas.

Louça estuvo recientemente en Asturias invitado por la asociación La Ciudadana. Foto / Iván Martínez.
Las herencias de la revolución
Pese al crecimiento del voto, la izquierda alternativa se queda en un 18%, y eso que estamos hablando del país más castigado por la Troika después de Grecia. A diferencia de España los partidos tradicionales resisten mejor el desgaste de la crisis.
Bueno, en primer lugar tener casi el 20% de los votos es mucho en el contexto europeo. Es uno de los porcentajes más altos de la UE. En comparación con España tenemos una ley electoral mucho más proporcional y unos medios de comunicación más plurales que los españoles. Ver a un intelectual de izquierdas hablando en una televisión portuguesa es mucho más frecuente que en España. Es algo que tiene que ver con herencias de nuestra revolución. La política de izquierdas portuguesa está más estructurada a través de los partidos y los sindicatos. Ha habido grandes movilizaciones promovidas por los sindicatos, pero al contrario que en España en Portugal no ha habido un movimiento social como el 15-M y la corrupción política, aunque existe, no tiene las dimensiones españolas, donde es un acelerador de ese desgaste. Tampoco el PSP ha tenido como el PASOK en Grecia una participación directa en la gestión de la crisis, la tuvo solo al principio, y eso hace que mucha gente lo pueda ver con esperanza como una alternativa.
También llama la atención el papel de Tribunal Constitucional. Tumbó algunas de las medidas más impopulares del Gobierno de Passos Coelho.
Es otra de las herencias de la revolución. A pesar de las sucesivas reformas que socialistas y derecha han ido haciendo, nuestra Constitución sigue conservando aspectos muy avanzados desde el punto de vista democrático y de los derechos de los trabajadores. Durante los cuatro años de Gobierno derechista se anularon en todos los presupuestos algunas de las medidas gubernamentales más importantes.
En Portugal nadie pone en cuestión la identidad de izquierdas.
Pablo Iglesias estuvo en el último congreso del Bloco de Esquerda y tengo simpatías por Podemos, pero las tesis del grupo de Pablo e Iñigo Errejón, que son muy deudoras de Ernesto Laclau y de sus ideas sobre el populismo, son totalmente exóticas en Portugal. Reclamamos la identidad de izquierdas como algo ilusionante y movilizador, aunque coincidimos en que la izquierda no puede acostumbrarse a ser algo más del paisaje, y que tiene que cambiar sus formas para transmitir pasiones y ser útil. En las últimas elecciones hicimos cosas osadas como dirigirnos a los votantes de derechas desencantados y pedirles el voto. También tener al frente de nuestro partido a mujeres es algo novedoso para un país como Portugal.
La salida del euro
Acaba de publicar un libro defendiendo la salida de Portugal del euro. ¿Qué ventajas podría tener esto?
Es un libro que he escrito con un socialista, exasesor de Mario Soares y Jorge Sampaio. Proponemos una hoja de ruta para Portugal si finalmente opta por la salida del euro. Es una guía para conjurar los riesgos que esto evidentemente tendría, porque salir del euro no es fácil. La transición a una moneda propia supondría una devaluación muy fuerte, que tendría claros efectos positivos como aumentar la competitividad de la industria y la producción nacional, la sustitución de las importaciones del exterior por el consumo de productos propios, pero también problemas como la inflación y pérdida de poder adquisitivo. Tomar una decisión tan trascendental como romper con el euro requiere mucha legitimidad democrática y un pueblo preparado y convencido para resistir los problemas que en el corto plazo esto va a generar. Sin embargo si la izquierda quiere cumplir su programa social necesita un mecanismo de control de los capitales como un banco nacional y una reestructuración de la deuda, porque la deuda del sur de Europa es impagable. De lo contrario se verá obligada a seguir devaluando los derechos de los trabajadores para mantener la competitividad de la economía.
¿Varoufakis y Tsipras se equivocaron?
Conozco a Varoufakis. He colaborado con él y tengo buena relación personal, pero Syriza cometió varios errores, como acudir a negociar sin contar con un verdadero plan B. Varoufakis tenía razón en sus críticas, pero era ingenuo pensar que Alemania iba a ceder en la cuestión del alivio de la deuda si Grecia no tenía una intención real de salirse del euro. No se puede negociar una reestructuración sin contar con un verdadero plan B. Luego Varoufakis cambió de opinión y pasó a defender la salida del euro, pero ya era tarde. En enero tenían reservas económicas para aguantar. En julio, después de haber pagado al FMI y a los acreedores, romper con el euro suponía quedarse sin dinero para resistir los primeros meses y poder pagar las pensiones, los salarios públicos y las facturas del Estado.
¿Es aún posible el sueño iberista?
La relación de Portugal y España siempre ha sido marginal. Nuestras elites siempre han mirado más a Francia por ejemplo. Además, en Portugal España siempre se ha percibido como algo amenazador para la independencia nacional. Hoy por hoy el iberismo no es algo de lo que se discuta en Portugal, pero claro está que, si en uno y otro país se formasen Gobiernos de izquierdas, lógicamente se estrecharían las relaciones.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 42, ENERO DE 2016

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