
La utilización del término casta por Pablo Iglesias sirvió a Podemos para conectar con buena parte de la sociedad española. Foto / Pablo Lorenzana.
Luis Aurelio González Prieto / Historiador. Si algo sobresale de forma ostensible en el discurso político de la nueva agrupación política Podemos es el concepto de “casta política”. Siempre que en los medios de comunicación preguntan a su cabeza de lista, Pablo Iglesias, sobre su significado, señala que se trata de una categoría que fue construida por los politólogos italianos en el periodo de entre-siglos, del XIX al XX.
El concepto de “casta política” bebe claramente en la idea aportada por el sociólogo y político conservador Gaetano Mosca, con cierta simpatía en sus primeros años por el fascismo, en sus clásicas obras Sulla teorica dei governi e sul governo appresentativo. Studi storici e sociale (1884) y Elmenti di scienza política (1896). Será en esta última obra de madurez donde elabore toda una teoría de la “clase política” que, a su vez, toma parte de sus tesis de las teorías de la dominación de Saint-Simon, así como del historiador Hypolite Taine.
Señala Mosca que en el seno de cualquier organización social, y más en una política, existe una minoría organizada que detenta el poder, es decir una “clase política”. Esta clase dirigente o política es siempre poco numerosa, desempeña las funciones políticas, monopoliza el poder y, sobre todo, disfruta de sus ventajas. Frente a esta clase dominante se encuentra una clase dominada o gobernada que es dirigida por la primera de una manera más o menos arbitraria y le da a la minoría los medios materiales de subsistencia.
Mosca y Pareto
El poder y predominio de la clase dominante derivan del pretendido hecho de su superioridad moral o intelectual y, por lo tanto, buscan denodadamente perpetuarse y aprovecharse egoístamente de todos los resortes del poder en su propio beneficio, repartiéndose todo tipo de prebendas. La idea de “clase política” de Mosca se debe complementar con la teoría de las elites políticas elaborada por otro italiano de ideología conservadora y también ligado al fascismo, Wilfredo Pareto, quien recibió la críticas del propio Mosca por basarse en sus teorías pero sin citarlas. Pareto, en su Manual de Economía Política (1897) y en Los sistemas socialistas (1902), señalaba que la historia en esencia es una circulación o rotación de elites, y definía éstas como los individuos con inteligencia, habilidad y capacidades superiores que se hacen con el poder y se convierten en clase selecta de gobierno.
Ahora bien, entienden los dos politólogos italianos que el proceso de rotación o circulación de las elites en los sistemas democráticos están mediatizado por estas elites que conforman la clase política, que cuenta con los medios idóneos para orientar la voluntad de los electores. Pareto y Mosca entienden que las elites gobernante actúan de forma racional buscando siempre su propio beneficio, mientras que la clase dirigida, es decir la masa, es impulsada por los sentimientos. Por eso, la elite, para promover sus propios intereses, apela al elemento sensible de las masas desarrollando comportamientos demagógicos. Ambos resaltan que, según las teorías elitistas, la verdadera lucha por el poder se produce dentro de las clases políticas con capacidad de gobierno. Lucha por el poder que en algunas ocasiones puede beneficiar a la mayoría de la sociedad.
Es en este contexto de rotación por el poder de la clases políticas dominantes donde Podemos caracteriza la que denomina “casta política”, en la que incluye las elites que por sus posiciones privilegiadas dentro de los partidos pueden forma la selecta clase de gobierno. El discurso político de Podemos no utiliza la forma tradicional de atacar directamente la ideología o el programa político de los partidos, sino que surge frente a un modelo de hacer política instalado en los partidos con capacidad de gobierno, cuyos dirigentes detentan el poder en su propio beneficio y sin tener en cuenta para nada los intereses de los ciudadanos a los que representan.
Además, Podemos entiende, siguiendo la tesis de la “Ley de Hierro de las Oligarquías” sustentada por Robert Michels en su obra Partidos Políticos. Un estudio sociológicos de las tendencias oligárquicas en los partidos modernos (véase ATLÁNTICA XXII nº 9, “Los partidos no tienen remedio”) que en todos los partidos políticos se producen tendencias oligárquicas, es decir, las elites o cuadros dirigentes se creen indispensables y confunden sus intereses con los del partido, de tal forma que tienden a evitar todo tipo de democracia interna real que pueda quitarles sus cargos de decisión y preeminencia, para así poder beneficiarse de las prebendas que se consiguen en la detentación de cargos políticos, es decir, cuando se convierten en clase gobernante real, léase la “clase política’ de la que nos habla Mosca. Es este proceso oligárquico excluyente dentro de los partidos lo que convierte la “clase política” en “casta política”. La “casta” restringe en todo lo posible el acceso de otros a disfrutar de sus posiciones de privilegio y solamente permite que el inevitable relevo generacional se produzca mediante el sistema de cooptación. La cooptación busca siempre el preservar un cierto control y ascendente de las antiguas elites sobre las nuevas.
Ascendente marxista
A su vez, Podemos entiende que la “casta política” está formada por aquellas elites políticas que gobiernan en función de los intereses de las grandes corporaciones económicas: bancos, eléctricas, sectores industriales, etc., que son sectores estratégicos de la economías del país. Será aquí cuando sus postulados ideológicos denoten un marcado ascendente marxista. Su argumento de la puerta giratoria, metáfora utilizada para aludir al hecho de que ministros, presidentes de Gobierno y demás altos funcionarios, al poco de dejar sus cargos, entran a formar parte de los Consejos de Administración de las grandes empresas, coincide en buena parte con la idea expresada por K. Marx y F. Engels en su ya clásico Manifiesto del Partido Comunista, en el que decían: “El Gobierno de un Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios de toda la clase burguesa”.
Ahora bien, debemos señalar que, hoy día, lo importante en el capitalismo moderno ya no es la propiedad del capital, sino la detentación del poder de dirección en las grandes corporaciones, así las elites políticas se convierten en económicas pudiendo disfrutar de grandes prebendas y beneficios: sueldos exorbitantes, excelentes jubilaciones, bonus, etc. sin arriesgar nada de su capital (véase “El triunfo del capitalismo gerencial”, ATLÁNTICA XXII nº 11). Por eso, para esta emergente fuerza electoral la “casta política” está formada por miembros de los dos grandes partidos de nuestro país, entre los que no ve diferencias sustanciales, ya que los comportamientos de sus dirigentes son similares.
Podemos surge como una organización política que pretende luchar contra estos procesos elitistas y oligárquicos que se producen en todos los partidos y más en los que tienen posibilidad de gobernar. Entiende que los representantes políticos deben ser carteros de los ciudadanos y no mayordomos de las grandes corporaciones.
Solo el tiempo podrá juzgar si Podemos, como organización política, adoptará un comportamiento elitista y oligárquico como el resto de los partidos una vez que empiecen a detentar alguna parcela de poder, como señala la teoría política clásica, o conseguirán, aunque sea pequeña, una regeneración democrática de la sociedad española.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 33, JULIO DE 2014
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